sábado, 12 de mayo de 2018

EL PAíS DE LOS SABIOS


Los recientes y parece que todavía vigentes cimbronazos financieros,  le han dado tema a una multiplicidad de programas de televisión. Acostumbrados los argentinos a vivir en la coyuntura, sin pasado reconocible ni futuro previsible, este episodio resultó magnífico para que un conjunto de opinadores seriales muestren sus creeres sobre las causas y consecuencias  de episodio tan preocupante.
Y nadie quiere quedarse al margen de tan estupenda oportunidad de sobresalir.  Aunque carezcan de las incumbencias necesarias para, no ya opinar sobre el particular, sino para entender de que va la cosa.
Porque la jauría está integrada no solo por periodistas en serio, los casi ningunos, sino por todo aquel que logra tener un cacho de pantalla. Ya sea locutores, entusiastas animadores y animadoras , los siempre presentes expertos, llámense politólogos, cronistas policiales, peritos en todas las ciencias o en lo que sea, encuestadores  que pareciera que viven en la calle preguntando,  los que quieren sobresalir, destacarse como el más vivo sin saber que están  haciendo del más tonto,  conductores de programas múltiples, la mayoría cronistas de futbol reciclados. En fin, toda la fauna que  abate la televisión local, tan bien calificada por Gerard Depardieu como pornográfica. Para el que se queda corto en entenderlo, por mala, no textualmente por mostrar gentes amontonadas en poses voluptuosas.
Hace horas nomás, todos estos muchachos y muchachas  estaban dictando cátedra sobre el aborto. Tema que han abandonado de urgencia para caerle a este.
Y todos han llegado a la conclusión que los miembros del gabinete del presidente Macri no tienen la preparación necesaria para acometer la tarea encomendada. Que además les falta “cintura” política para la faena.
Claro que alguna razón tendrán. Porque el presidente del Banco Central apenas es una rata de las bibliotecas de  Universidad Nacional de La Plata donde se recibió, de la biblioteca del MIT, donde se doctoró  y de la de  Harvard, donde enseñó.
Y el ministro de Hacienda, solo fatigó las bibliotecas de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad de California. Y de la  Universidad Torcuato Di Tella para hacer su doctorado.
Así que alguna razón habrá que darle al que se destacó como el relator de la campaña de Boca Juniors por radio Mitre.
O a quien tiene como antecedente haber sido reportero del programa  Indiscreciones.
O a los que comenzaron sus largas trayectorias en el periodismo deportivo, como reporteros y comentaristas de  partidos de futbol.
O a la comenzó su rutilante carrera mostrando el culo.
En fin, a todos los recibidos en la universidad de la calle, que nos ofrecen esa sabiduría tan argentina.
Pero no hay que alarmarse. Muy pronto todo el pelotón cambiará de tema y abordará el campeonato mundial de pelota pronto a comenzar en Rusia.
Y de resultar ganador el equipo argentino, las pantallas se inundarán de alegrías y de reconocimientos. Que nos permitirá comprender finalmente lo magnífico de este país, casi el mejor del mundo, que no puede llegar a su cenit por culpa de Estados Unidos y  el FMI. Y  de Domingo Cavallo naturalmente.
Y los ganadores de tan magno evento serán convocados a las pantallas de televisión para explicar, con su verba intermitente, si está bien o mal abortar y porque sube el dólar.
Claro que si la fortuna no los acompaña y resultan eliminados, las consideraciones serán otras.
Nuestros expertos en todo le caerán a los referis, a los jugadores, al director técnico. Y sobre todo a Messi, que será calificado de pecho frío.
Y finalmente al principal responsable, al presidente Macri, cuya falta de cintura política y su pobre personalidad le impidió influir en el nombramiento de un director técnico como la gente, que llevara a nuestra selección por senderos más venturosos.
Bueno, al fin y al cabo, no es más que un ingeniero.

PARECE QUE LOS JUECES ARGENTINOS NO ESTAN SOLOS.


Legítima defensa y otros fascismos
Arturo Perez-Reverte  

Diario El País España


Escribo esto un poquito condicionado, porque casi nunca tuve suerte con la justicia y los jueces en España. Mi experiencia es poco satisfactoria. En los años 80, tras un reportaje sobre la ultraderecha, un juez que tocaba esa música me quiso empapelar por mencionarlo, aunque luego, tras apelaciones y recursos, todo quedó en nada. Peor suerte tuve cuando un individuo pretendió sacarme 80.000 mortadelos acusándome de plagio, y tras ganarle tres juicios se dio la casualidad de que el último cayera en manos de una compañera de profesorado en la misma universidad, puerta con puerta, del abogado de mi parte contraria (naturalmente, nada tuvo que ver eso con la sentencia; lo cuento sólo como simpático y superfluo detalle costumbrista). Hasta el episodio más reciente tiene su puntito de recochineo judicial: un miserable que me cubrió de calumnias fue absuelto porque, aunque se reconocen en la sentencia las mentiras y las calumnias, según el texto yo soy personaje conocido pero el calumniador no lo es; y eso le da perfecto derecho a inventar y publicar un currículum chungo con absoluta impunidad. Lo punible, claro, habría sido lo contrario. Que yo me ciscara en su puta madre. Ahí sí me habrían sacudido bien, sus señorías.
Con el ánimo templado por tan deliciosos antecedentes, y otros que omito por no aburrir –una vez gané un juicio en Canarias, pero tardé meses en creérmelo–, leo la sentencia sobre el anciano de 83 años al que un jurado popular se ha pasado por la piedra por matar a uno de los dos ladrones que asaltaron su casa. Por suerte para el matador, me digo, no era personaje conocido; porque en tal caso tal vez le habría caído una temporada más larga y ejemplarizante. Pero tuvo suerte. Como se trataba sólo de un abuelo que no escribe novelas ni firma artículos ni sale en la tele, que dos facinerosos se le metieran en casa y le dieran una buena estiba a él y a su anciana esposa, y que él agarrara una pistola y –a sus 83 años, insisto– le pegara un tiro a uno de ellos, y luego le pegara otro tiro más, le ha costado sólo dos años y medio por rápido de gatillo. El abuelo «podía haber utilizado otras alternativas igual de efectivas», dice la sentencia; como, por ejemplo, «la mera exhibición del arma o efectuar un nuevo disparo al suelo en espera de disuadir al asaltante». Así que, bueno. Eso. Treinta meses de talego de los que sí se cumplen. Si no lo indultan antes, saldrá con 86 tacos de almanaque y podrá, reintegrado al fin a la sociedad contra la que obró, rehacer su vida.