sábado, 20 de agosto de 2011

Crítica

CORTEMOSLA CARAJO ( El fracaso de la democracia). 
Alejandro Marin , Editorial Dunken  

Con el correr de los años, la Feria del Libro se ha convertido en un grandioso evento mediático y cultural destinado a que los editores salgan a ofrecer el catalogo de nuevas obras a una creciente multitud de lectores ó en potencia de serlo. En tren de fomentar la lectura – o en rigor la venta de sus libros- los editores apelan a todos los recursos del marketing moderno. Así por ejemplo invitan a autores célebres y  famosos para que dialoguen con el público, organizan conferencias y debates, además de la clásica dedicatoria personal del autor a toda aquella persona que previamente haya adquirido su ejemplar debidamente numerado.

Este es el costado glamoroso y comercial que aparece en los medios y el que promueven las grandes editoriales. Existe además otro costado, constituido por aquellas editoriales que solamente publican las obras de autores noveles ó no consagrados por la crítica, que deben afrontar de su propio bolsillo la edición de libro. Componen este singular  universo, un vasto número de aficionados hermanados por no ser celebridades del mundo del espectáculo, políticos de nota ó funcionarios cuestionados y que por ello no han merecido la consideración de las grandes editoriales, empecinadas en publicar sólo aquello que a priori garantiza la venta de una primera edición por la figuración pública de sus autor. Aunque todos sepan que fue algún escriba contratado el que efectivamente redactó de puño y letra ese libro.

Este año, una de las perlas encontradas en este arcón de novedades literarias, es un magnífico ensayo que bucea entre las honduras de nuestra historia y nuestra forma de ser, para ofrecer un punto de vista  muy particular sobre la decadencia que nos ha tocado vivir durante algo más que el último medio siglo. Con prosa magistral aunque a veces algo recurrente, analiza con extremada crudeza sumada a una inusual franqueza en el pensar y el decir, el cada vez más preponderante rol que en esta decadencia juegan las corporaciones, actores trascendentes de la realidad cotidiana. Desfilan por sus páginas a través de cortos pero enjundiosos capítulos, la corporación política, la industria, los sindicatos, la corporación eclesiástica, la periodística y con mayor grado de detalle, la que agrupa a los diferentes intereses que se mueven alrededor de la educación, comenzando por los mismos trabajadores de la educación, reemplazantes actuales de los que alguna vez fueron los artífices del desarrollo económico y social de la Nación: los maestros. El libro es sin duda polémico, con aristas y ángulos de observación que merecen más de una mirada y seguramente más de una lectura. Lectura que se torna por un lado placentera por el fino humor que atenúan algunos ácidos comentarios sobre la realidad nacional y por otro lado obligada para entender lo que nos pasa como sociedad desde una perspectiva inconformista. El título de la obra, por si solo revela ese estado de ánimo.

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