miércoles, 23 de noviembre de 2011

MODESTO CONSEJO PARA RADICALES.


Leí días pasados lo expuesto por un escritor indio al referirse a la democracia. Expresó que esta funciona cuando existe un gobierno decente y una oposición inteligente. (glup…)
Debo decir que estuve tentado de terminar acá este artículo porque queda poco por agregar. Pero la convención celebrada también días pasados por el partido centenario me hizo vencer la tentación.
Dejando de lado la hojarasca de las trompadas y la curiosidad por los horarios de la reunión, que nos indica que los convencionales son reacios a levantarse temprano como la mayoría de la gente que trabaja y prefieren dirimir sus diferencias ya bien pasada la hora del whisky, vayamos a su contenido.
No entiendo bien para que se reunieron,  porque hay que ser radical para comprender como funciona el colectivo. Pero lo más ilustrativo fue que un conspicuo miembro de la organización le recriminó a otro conspicuo miembro por no haber votado a favor de la ley de ADN, la ley de medios y la estatización ( o confiscación, diría para ser más exacto) de los fondos de las AFJP. Como recomendaban  las banderas históricas del partido agregó, mientras le propinaba un puñete. Y  la juventud gritaba por volver a los nacional y popular y nunca más aliarse con  indecentes derechistas.
Pues muy bien.
Si el colectivo radical tiene la honesta intención de que el país mejore y progrese, solo cabe una recomendación para la próxima convención, que les propongo incluir en la orden del día.
Por de pronto, declarar la disolución del partido. Y dejando de lado su prurito antiperonista, convocar a todos su adherentes a afiliarse al partido de gobierno y conformar una línea interna dentro del mismo. Eso permitirá, como en todo partido democrático, una corriente interna que apoye las medidas del gobierno pero se distinga por reclamar además más decencia en los procederes y más democracia en los haceres. Que es en definitiva la única contribución útil que más o menos puede hacer esta más que centenaria corriente política. 
Y dejar abierto el espacio que actualmente ocupa a otra expresión verdaderamente de oposición, que ofrezca una alternativa diferente al monocorde panorama populista y corporativo que muestra el sistema político del país.
De esa manera, siguiendo a nuestro nuevo amigo indio, tendremos más decencia en el gobierno y más inteligencia en la oposición. E iremos así perfeccionando nuestro sistema democrático.   

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