domingo, 27 de diciembre de 2015

LORD KEYNES

La ya célebre crísis de las hipotecas llevó a los expertos y seudo expertos a abrevar en John Maynard Keynes, seguramente el mas célebre de los economistas,  para tratar de encontrarle la vuelta al incordio. Y para no ser tenidos en menos,  el conjunto de ignorantes e indocumentados que  convirtieron al país en  una casa de putas con balcones a la calle hasta hace pocos días, recurrieron a los resaberes de Lord Keynes para justificar sus recurrentes desaguisados.

Así que resulta tan interesante como divertido conocer a este extraordinario personaje. Ya no en su aspecto intelectual, que requiere ciertos conocimientos de la materia económica, sino como ser humano de carne y hueso.   

Y quien era don Keynes en carne y hueso?

El padre, profesor de economía y filosofía de Cambridge y la madre una de las primeras mujeres que logró estudiar en una universidad británica.  Para mas, su hermana casada con un premio Nobel. Es decir que era gente que siempre encontraría temas para conversar durante las comidas. Cuando tenían ganas de hablar, claro.
Y de ese entorno familiar pasó a compartir experiencias con los Apóstoles de Cambridge. O la Cambridge Conversazione Society.
Y que era esto?  Una sociedad secreta de la élite intelectual de la Universidad de Cambridge. Se reunían los sábados a debatir mientras comían sardinas en pan tostado, las llamadas whales (ballenas).La comida inglesa nunca ha sido gran cosa.
Estos Apóstoles, originalmente doce – de ahí el nombre, como se habrán dado cuenta -  se hicieron famosos fuera de Cambridge, en los años anteriores a la Gran Guerra, con el auge del grupo de intelectuales conocidos como Grupo de Bloomsbury.  Conjunto de tipos y tipas de cabeza gorda dedicados  a  distintos campos del pensar. Y del hacer.
Se llamó así porque comenzaron reuniéndose en la casa de Virginia Woolf , cuando aún era soltera y conocida como Stephen. Esta casa quedaba en el barrio londinense de Bloomsbury, barrio que rodea al Museo Británico. Conformaban un grupo heterogéneo que no simpatizaba ni con la religión ni con la moral victoriana ni con las convenciones. Y se me ocurre que mucho menos con los palurdos. Liberales y humanistas, en su mayoría se habían educado en el Trinity Collegue de Cambridge o en el King Collegue de Londres.
Así que Lord Keynes seguía rodeado de gente llena de temas para hablar.
Y era gente conocida?
Pues vea usted. Le tiro algunos nombres.
Se acuerdan de Virginia Woolf? Al menos se acordarán o se habrán enterado del film “Quien le teme a Virginia Woolf”, interpretado por Richard Burton y Elizabeth Taylor.
Los que saben la tienen como una de las mas destacadas figuras del modernismo literario del siglo XX. Su marido fue el también escritor y editor Leonard Woolf. Pero a pesar que la pareja compartió un lazo muy fuerte, no todo en este grupo se agotaba en lo intelectual y la exclusividad sexual no era el fuerte de los miembros. Así que cuando ella conoció a la escritora y jardinera Vita Sackville-West, esposa de Harold Nicolson, comenzaron una larga relación amorosa. Durante su transcurso, Woolf regaló a Sackville-West la obra Orlando, una biografía fantástica en la que la vida del héroe epónimo abarca tres siglos y ambos sexos. Nigel Nicolson, hijo de Vita Sackville-West, la consideró «la carta de amor más larga y encantadora en la historia de la literatura». Un pibe “open minded” sin duda.
Así que tenemos otro personaje de Bloomsbury, Vita. Hija del 3er. Barón de Sackville y nieta de la bailarina española Josefa Durán. Quien terminado su romance con Virginia comenzó un nuevo idilio con Hilda Matheson, la primera “Director of Talks”  de la BBC. A esta se la recuerda como una gran innovadora y la primera en comprender el arte de las conversaciones por radio, llevando a la radio a HG Wells, Bernard Shaw y a Vita, quien luego sería su amante.
Claro que no fue el único entrevero de Vita. Mas tarde tuvo otro con la periodista escocesa Evelyn Irons, primera mujer corresponsal de guerra condecorada con la “Croix de Guerre” francesa. Y no solo eso. Entre otros fue una de las primeras periodistas que entraron en Paris después de la liberación, la primera que obtuvo una entrevista exclusiva con Rudolph Hess y en plena crisis de los misiles entrevistó a Fidel Castro para el Sunday London Times. Y la lista es larguísima. Pero para complicar un poco mas el panorama, Vita y Evelyn se enamoraron – parece que al unísono -  de Olive Rinder, así que formaron un “menage-a-trois” que finalizó cuando Evelyn se pirró con otra periodista.
Y se acuerdan del   escritor y crítico Lytton Strachey? Autor del archiconocido libro “Victorianos Eminentes.” Undécimo de los trece hijos de los aristócratas sir Richard Strachey, teniente general del ejército colonial, y Jane Maria Grant, una activa sufragista. El estilo irónico e irreverente que adoptó hacia esas venerables figuras que biograficaba forjó una nueva manera de escribir biografías, donde importaba más la índole del personaje, el detalle revelador de su personalidad, que la acumulación documental de minucias históricas poco significativas. Nadie lo describió como Borges. " Era alto, demacrado, casi abstracto, con el fino rostro emboscado detrás de los atentos anteojos y de la rojiza barba rabínica. Para mayor recato, era afónico"  
La pintora Dora Carrington, se enamoró de Lytton, piadoso homosexual . Y se enamoró de tal forma que, cuando este muere, fue incapaz de superar su pérdida, suicidándose de un disparo dos meses después de tratar de asfixiarse en su coche. Partridge, el comprensivo caballero marido de esta señora, pudo intervenir en el primer intento suicida pero no pudo salvarla del segundo. La relación entre Lytton Strachey y Dora Carrington fue llevada al cine en la película  "Carrington" ( a secas, como la llamaban), protagonizada por Jonathan Pryce en el papel de Strachey y la deliciosa Emma Thompson en el papel de Carrington.
Pero si no recordaban a algunos de estos personajes, no tengo dudas que recordarán a Bertrand Arthur William Russell, 3er. Conde de Russell. Bertrand Russell, para los amigos.  Filósofo, matemático, escritor, ganador del premio Nobel de Literatura. Cuatro veces casado, tres hijos y múltiples entreveros. En una oportunidad se le impidió impartir la asignatura de Matemáticas que tenía asignada en la universidad de Nueva York y tuvo lugar  una polémica extremadamente áspera que provocó apasionadas protestas en algunos ambientes: se le reprochaba la exposición, en forma singularmente cruda, de sus opiniones acerca de la vida sexual, lo que supuestamente tendría una nefasta influencia en sus alumnos. Y hay quien todavía cree que Inglaterra y Estados Unidos se parecen.
Y del filósofo Ludwig Wittgenstein se acuerdan?
Austríaco, discípulo de Bertrand Russell, su padre fue uno de los hombres mas ricos del mundo, su madre tía del  premio nobel Friederich Hayek. Su hermano mayor,  Paul,  se convirtió en un pianista de fama mundial, quien continuó su carrera como concertista incluso tras perder el brazo derecho en la Gran Guerra, motivando que Maurice Ravel compusiera para él su famoso “Concierto para piano para la mano izquierda”.
Y podríamos seguir con T.S. Elliot, premio Nobel de Literatura o el filósofo George Edward Moore o el escritor e hispanista Gerald “don Gerardo” Brenan o  espías como Anthony Frederick Blunt. Pero no vale la pena, porque a esta altura ya sabemos que Lord Keynes tenía unos estupendos tertulianos.
Así que veamos que era de la vida de nuestro agasajado.
Un poquillo acomplejado por su aspecto, tampoco era el ser desagradable que él creía descubrir en el espejo. Y no le fue nada mal en las cosas del querer. O del ligar, cuando menos. A veces con una fogosidad y unas escaramuzas callejeras que no se esperarían en quien hoy es recordado como una gloria académica.
Superado el pavor que suscitó la terrible condena de dos años de trabajos forzados por sodomía a Oscar Wilde , y confortado por la tolerancia sexual del grupo de Bloomsbury, Keynes incluso mantiene un listado de los hombres con los que tiene relaciones. Comienza  la retahíla con «un sueco  en la National Gallery» y finaliza con «el gran duque Ciryl en los baños de París». En un año llega a registrar sesenta contactos. Muchas son relaciones efímeras, a golpe de vista en la calle. Keynes, en plan de ligue,  recurre a métodos tan sencillos como pedir fuego, ponerse a la vera de un varón que observa un escaparate o acudir a los puntos de encuentro clásicos de los sarasas londinenses.
Mantuvo amoríos, entre otros, con el agudo escritor Lytton Strachey, de quien ya nos acordamos.  Pero su  gran romance masculino fue el pintor escocés Duncan Grant. Virginia Woolf, de pluma magnífica y lengua de curare, lo llamaba «el idiota», porque no era un tipo cultivado. Pero Keynes se mantuvo siete años a su lado, enamorado de su estampa y de su intuición salvaje. Pero por esas, no se si llamarlas, paradojas de la vida, estaban juntos y juntos abandonaron lo que algunos epistemólogos tímidos llaman el “amor griego.” Para desazón de Virginia, porque Grant se abarraganó con su hermana, Vanessa Bell, y hasta tuvieron una hija.
Y Lord Keynes, siguiendo su máxima que «nada funciona mejor en el amor que la perseverancia», concurrió noche tras noche al Covent Garden a presenciar “The Sleeping Beauty”, hechizado por  la futura Baroness Keynes. La bailarina rusa Lydia Lopokova.
Se casaron pero ella fue rechazada durante muchos años por la pandilla de Bloomsbury. Aunque como el tiempo cura todo – o casi todo – muchos se arrepintieron de su snobismo, como Edward Foster, : "How we all used to underestimate her”. Escritor londinense cuya obra mas célebre, seguramente, fue “Pasaje a la India”. Que fue llevada al cine con la actuación de Judy Davis, Peggy Ashcroft, que recibió el Oscar a  la mejor actriz secundaria – también el Oscar a la música de Maurice Jarre - , Nigel Havers y el monumental e inolvidable Caballero de la Reina, sir Alec Guiness. De todas maneras, ella mantuvo su amistad con otros ilustres miembros de la liturgia ilustrada británica, como R.S.Elliot y H.G.Wells. Durante esos años se hizo amiga de Picasso, quien la dibujó muchas veces
Nuestro agasajado y su mujer bailarina se llevaron estupendamente bien. Lord Kynes nunca perdió su reverencia a las artes, parcialmente debido, seguramente, a la filosofía moral de G.E. Moore, que tuvo una gran influencia en él, con sus ideales de belleza y amistad. Ella admiraba su intelecto y se consideraba afortunada por tenerlo como mentor. Si él encontró romántico su espíritu ruso y nómade, ella percibió su fe en el racionalimo argumental, su sentido del deber y su honestidad intelectual igualmente exótico.  Le aportó sosiego y cuidado, necesarios para su salud algo quebradilla por una enfermedad cardíaca diagnosticada en el año 37. Tal vez sin su constante atención y su “joi de vivre”, Keynes pudo no haber llegado a Bretton Woods. Lidia murió en el año 1988 a los 81 años.
Lord Keynes era muchas cosas, como resumió Leonard Woolf. “Un funcionario, un especulador, un hombre de negocios, periodista, escritor, granjero, marchante de pintura, estadista, manager teatral, coleccionista de libros y media docena de cosas más».
Todo ello es cierto.  Se arruinó dos veces. Su colección de arte se ataviaba con cuadros de Cézanne, Picasso, Modigliani, Degas y Braque. Su biblioteca era un tesoro, con manuscritos de Newton incluidos. Fundó el Teatro de las Artes de Cambridge y era un apasionado del ballet. Y siendo un magnífico escritor, no se lució en la redacción de su famosa “General theory of employment, interest and money”. Y él se excusa en un reportaje imaginario que le hizo Juan Carlos de Pablo (o se lo habrá hecho realmente y de Pablo es mucho mas viejo de lo que pensamos?).
” La escribí en circunstancias dramáticas: en 1937 me infarté y durante la Segunda Guerra anduve muy ocupado defendiendo los intereses de Inglaterra ante Estados Unidos, tarea nada fácil como bien describió Robert Skidelsky (su biógrafo).  Por eso hubo tantos malentendidos con respecto a lo que dije, lo que quise decir y lo que en última instancia pensaba.”
Y esto debe ser cierto, porque ya para 1980 Weintraub cifraba en 4.827 las diferentes lecturas que se habían realizado de la Teoría General hasta aquel momento.
Y ya habría cambiado de opinión. O no.
Seguramente que si. “Cuando los hechos cambian, cambio de opinión. ¿Que hace usted, señor?”
Como todos, Keynes es hijo de su época. Y de sus circunstancias, agregaría un español amigo mío. Y de Inglaterra, agrego yo.
Pero de que pedazo de época y de que pedazo de circunstancias. Y de que pedazo de sociedad.

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