martes, 13 de diciembre de 2016

GERARD DEPARDIEU

Días atrás, el distinguido actor Gerard Depardieu estuvo por Buenos Aires. Y hablando de cultura, se manifestó sorprendido por “la mala calidad de la televisión. Creo que es la peor televisión que vi en mi vida. En realidad, no es televisión: es pornografía. En los diez días que estuve nunca la pude mirar más de cinco minutos.”
Por cierto que la televisión argentina expone un drama cultural y estético. La transitan un conglomerado de  “vivos”, exhibicionistas, ignorantes, ordinarios, macaneadores, fabuladores, tontos de capirote, culos preciosos, tetas sonoras, anoréxicas vacuas,  gritones que quieren hace oír sus naderías y hasta vulgares proxenetas.
Sin olvidar el gentío que, muy suelto de cuerpo, nos ofrece sus opiniones sobre los temas que les tiren. Cualquiera sean ellos.
Abogados expertos en todo. Políticos expertos en todo y un poco más. Sicofantes crónicos. Piqueteros keynesianos. Okupas hegelianos. Comisionistas eruditos en seguridad publica. Artistas versados en energía. Concejales peritos en la política de medio oriente. Economistas de todo pelambre contándonos cualquier verdura. Y locutores ahítos de sabiduría.
Todo da lo mismo. Y lo que es peor, todo vale lo mismo.
Con las naturales excepciones, estos son los personajes que fatigan las pantallas encendidas de una multitud de personas que silencian sus almuerzo o sus cenas, que interrumpen sus conversaciones. Los que concitan la atención del ciudadanos medio. Esta televisión entra en todas las casas, no distingue edad ni condición, aprovecha el agradable tiempo vacante del ocio, no exige una dedicación de la voluntad y ofrece impacto son exigir esfuerzos reflexivos. Y claro que no se trata de un tema menor.
Este contexto es el que establece el marco de referencia cultural del ciudadano medio. Y lo que aún resulta mas grave es que, con este simulacro de relaciones humanas, crecen las nuevas generaciones.
La televisión ha logrado producir una depredación cultural de impredecibles consecuencias. O no tan impredecibles?
Desde la degradación del idioma hasta el secuestro del humor. Reemplazado por la chabacaneria, la burla, la agresión y las puteadas.
Claro que esta declaración de Depardieu pasó bastante desapercibida. A pesar de lo perspicaz de su definición de pornografía. Pero claro, muchos pensarán que pornográfico es ver a un señor follando con dos señoritas francesas.
Algún aventajado dijo que el buen gusto es la fiesta mayor de la inteligencia.

Si así fuere, a los argentinos no nos invitaron a esa fiesta.

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