jueves, 29 de diciembre de 2016

¿¿Critica literaria?? (ficciones de Alejandro Marin)


Es un hecho que ninguno de los innumerables críticos que los fines de semana pueblan los suplementos culturales o literarios de la prensa escrita, se atreverán a comentar alguno de los relatos novelados que gracias a la magia de la red electrónica, nos permite disfrutar de las andanzas de unos particulares personajes metidos a detectives privados, respetando la vieja usanza inaugurada por Dashiell Hammet y Raymond Chandler hace ya casi un siglo. Y no lo harán porque estos relatos, además de no calificar dentro de las categorías  ordinarias en los que se divide habitualmente el género literario, distan de merecer -según ellos-  de una crítica, debido al estilo poco convencional de un texto ligero y ameno, destinado a entretener al lector más que pretender acercarlo a cumbres literarias.
A falta de crítica literaria convencional, los relatos a los que se accede a través de la red digital, reciben abundantes comentarios de los lectores y curiosamente –o sorprendentemente- ninguno de ellos  objeta el estilo, la calidad del texto o la originalidad del argumento y su desenlace. Hay si bastantes comentarios respecto de la posible visión ideológica así como la postura frente a hechos cotidianos que a diario conmueven a la sociedad,  donde el autor – a través de los protagonistas -  se explaya con argumentos y ocasionalmente con fundamentos generalmente alejados de lo que la fuerza mediática ha instalado como políticamente correctos. 
El texto suele combinar con sutileza acontecimientos y personajes de nuestra historia reciente con nuevas interpretaciones sobre como se han desarrollado en realidad los mismos. Mezcla para ello diferentes hechos sucedidos en distintos escenarios incorporando personajes que le dan al relato un particular color, que nunca desentona con la trama que el lector va percibiendo a medida que avanza con la lectura. En ocasiones, los nombres de los personajes que se intercalan en la historia guardan una cierta ironía que no siempre resulta fácil detectar para el lector novel, poco informado o no familiarizado con hechos delictivos o tramoyas políticos de otras épocas, pero ello no le quita interés a la trama ni gusto  al relato, que se deja saborear como uno de los tantos manjares que en el texto se describen con precisión. Para que cualquiera pueda posteriormente ensayar su preparación, cuando se sienta con ganas de acompañar en la imaginación a alguno de los simpáticos personajes.    

Miguel Polanski
(economista pero no cocinero)
Articulista del diario Cronista y de El Economista  
      

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