sábado, 15 de abril de 2017
martes, 11 de abril de 2017
¡Viva la grieta, viva el amor!
Como todo el mundo sabe, es
imprescindible que los argentinos sigamos emputecidos con la famosa grieta y la
convulsión política nacional.
No vaya a ser cosa que la
conflictividad decline y empiecen a aflorar nuestras propias frustraciones
personales, nuestras limitaciones, nuestras miserias, los problemas de pareja,
la dificultad para socializar, los complejos de inferioridad, los Edipos no resueltos
y finalmente el miedo a la inexorable muerte y a la eterna oscuridad que
desemboca en ese profundo y desconocido océano de infinitas almas condenadas al
olvido o ya olvidadas.
Yo se que mi misión, amigo
lector, es entretenerlo y no tirarle este acoplado de angustia por la cabeza un
domingo a la mañana, pero hoy arrancamos así.
Si a la hora de pensar la
política tuviéramos en cuenta este concepto básico existencial, entonces sería
mucho más llevadero el hecho de cruzarte en plena Avenida 9 de Julio con un
atorrante, palo en mano, enmarascarado con el pañuelo shemagh de la falsa
intifada bonaerense, al grito de "¡por acá no pasa nadie, gato!”.
Al lado de cualquier drama
existencial, este atropello delictivo y autoritario es un sólo un simpático
contratiempo cotidiano. Sin embargo, vivimos enloquecidos por
cosas como estas y no podemos parar la moto.
En realidad, la famosa grieta
de la que tanto nos quejamos y no podemos salir, hace
un magnífico aporte a la negación de los verdaderos conflictos de la condición
humana.
Por más que uno quiera
arrancarse los pelos del upite, es más saludable escuchar las amenazas de
Moreno y comprender lo que un inútil fue capaz de hacer con la economía del
país, antes que enfrentar a tu propio hijo diciéndote: “papá
sós un fracasado, mi máxima aspiración es enterrar el mandato paterno”.
Nos volvemos locos cuando vemos
una banda de tipos repartiendo helicópteros de juguete y cantando “Macri basura, vos sos la dictadura”, sin
pensar que sería mucho más grave que hoy tu jermu te dijera: “gordo,
en lugar de ver el partido tenemos que charlar porque despúes de 30 años de
matrimonio me siento deserotizada”.
Sin darnos cuenta, hemos puesto
a la grieta por delante de todo y le hemos otorgado un rol trascendente. Nos
mantiene vivos, fuertes, encendidos, alertas, entrenados. Pero por sobre todo
nos mantiene bien idiotas, que es la manera más fácil de
eludir la idea de la muerte y sus afluentes. O sea, nos aleja de lo importante.
Por eso, ya sería hora de ir
aflojando un poco con el asunto de la grieta, sin que esto signifique poner en
riesgo la acción terapéutica que ejerce sobre las verdaderas angustias del ser
humano.
Desde la época que arrancó la
falange neofascista de Gvirtz y Sposlky, nos hemos acostumbrado, noche tras
noche, a meternos en la cama empastillados. Aunque aquellos dos miembros
fundacionales de la grieta ya se rajaron con los millones que
cobraron del Estado dejando un tendal de desocupados, la costumbre
farmacológica no se ha perdido.
Si bien todavía la realidad
política nos sigue dando razones para preocuparnos, pareciera ser que llegó el
momento de ir bajando la dosis de Rivotril que habitualmente consumimos durante
el zapping de los programas políticos. Ojo, nadie habla de clavarse un
editorial de Leuco en ayunas. Vamos de a poco.
¿Cómo terminar con la grieta si
es que realmente nos interesa dar vuelta la página, empezar a caminar hacia
adelante y ocuparnos de lo importante?
Primero, entendiendo de que se
trata. Acá es necesario aclarar que esta
famosa grieta no define a dos sectores enfrentados, sino que expone a un sector
que manejó el Estado Nacional durante una década y persiguió al otro al que
consideró un enemigo de la Patria, del pueblo, de la democracia
y de la defensa de los derechos humanos.
Cuando creímos ver dos bandos y
descubrimos que uno de ellos controló todo el Estado, entonces no hubo dos
bandos, hubo uno solo. Del otro lado, un montón de gente defendiéndose como
podía. Esto ya lo aprendimos en el 76.
Segundo: ¿quien empezó con la
grieta? Veamos.
En 1983, usted y su cuñado
votaron a Alfonsín, verdad? En los ’90, usted y su cuñado se daban manija
juntos puteando a Menem, verdad? En 2003, usted y su cuñado se alegraron cuando
Menem fue finalmente derrotado y vieron con cierta simpatía a ese raro personaje
que llegaba desde Santa Cruz, verdad?
Pero un par de años después,
usted se empezó a avivar de lo que realmente era el kirchnerismo y su cuñado
no, verdad? A partir de ese momento, su cuñado dejó de ser ese agradable
muchacho que se había casado con su hermana para pasar a ser “el basura de mi cuñado”.
La historia familiar demuestra
que ambos tienen un pasado político parecido. Sin embargo, un buen día los
caminos se bifurcaron y usted no pudo volver a compartir una cena en paz con el
basura de su cuñado.
Conclusión: está
claro que la grieta la empezó el kirchnerismo. Y posiblemente si llegó con el
kirchnerismo, se irá con el kirchnerismo. O sea que se estaría yendo.
Sin embargo la cosa no es tan
simple. Hace falta que usted también haga su parte. Entiéndalo amigo lector,
hoy el basura de su cuñado es un gato acorralado. Ayúdelo. No lo ofenda más. No
vuelva a llamarlo choripanero ni ninguna de esas pelotudeces. No le hable de
Boudou, ni de D’Elía, ni de De Vido, ni de Aníbal, ni de ninguno de aquellos a
los que la historia ya pasó a retiro. Haga de cuenta que Venezuela y Maduro no
existen. Ni se le ocurra tocar de tema de López y la monjita.
Tráigalo de vuelta a la
Constitución. Hágalo
sentir bien. Busque el demócrata que todo cuñado lleva adentro. Llévelo al
territorio del disenso civilizado.
Trate de congraciarse con sus
dirigentes, especialmente los que ya se rajaron del kirchnerismo. Por ejemplo,
en el asado de hoy, cuando el crápula se siente a la mesa usted le tira un “Che, que interesante las declaraciones de Abal Medina,
no?” o “¿Mide
bien Randazzo en la provincia?”.
Para que el tipo no crea que
usted lo está cargando, cada tanto fije posición y baje un poco de línea: “che, que revelación la piba Vidal, no?? Vaya de a poco. Fíjese bien, antes de
meter un bocadillo, que el tipo haya terminado de masticar, no sea cosa que por
una simple mención sobre Bonadío se le atragante una achura.
Ya se que no es una tarea
sencilla. Pero es el único camino.
Dijo Santiago Kovadloff esta
semana: “Argentina no es una Nación, es un
escenario de disputa brutal. Somos un conglomerado que pelea por la supremacía
protagónica de la realidad”.
Tal vez sea una ventaja. Las
naciones, como los seres humanos, últimamente andan con muchos problemas
existenciales.
Dependerá de nosotros. Seguir
felices con la grieta o cerrarla de una buena vez y sentarse a hablar con la
patrona porque no estaría sintiéndose una mujer plena.
Amigo lector, usted decide que
es lo importante.
Alejandro Borensztein
diario Clarin 9/04/2017
jueves, 6 de abril de 2017
EL DERECHO A COBRAR Y EL DERECHO A NO IR
“Argentina camina todo el tiempo delante de sí misma”,
escribió hace casi cien años Ortega y Gasset. Nos pensamos como suecos o
noruegos y odiamos compararnos con Perú o Bolivia, que nos superan en casi
todas las tablas. Discutimos la Universidad cuando la mitad del secundario
abandona y en la primaria no se comprenden textos simples. Hablamos de cambio
cultural y hace unas semanas en la radio un sindicalista de ATE me dijo:
-Claro, estamos en contra de la productividad. No me imagino cómo un trabajador
puede estar en contra de que su fábrica produzca más. Y si es una fábrica
recuperada, ¿también estarán en contra?
Cuando intenté profundizar un poco ese delirio, el
sindicalista me explicó que la productividad es una estrategia de dominación
del Consenso de Washington.
Esta semana hemos visto cómo los maestros, que hace unos
meses se pronunciaron contra los exámenes, se manifiestan hoy a favor del
ausentismo. Los sindicatos docentes presentan el asunto como un derecho
adquirido, y no discriminan entre las faltas justificadas y las que no. O sea:
existe el derecho a cobrar y el derecho a no ir.
En las escuelas públicas de la provincia de Buenos Aires hay
un 17% de ausentismo (en las empresas privadas oscila entre un 2 a 3% y en los
colegios privados llega al 5%). Es habitual que el mismo maestro que se enferma
para lo público se encuentre saludable para lo privado: la actitud es cínica y
por cierto bastante cobarde: su ideología llega hasta donde lo dejan.
Ese diecisiete por ciento está compuesto por: enfermedades
cortas (28%), largas (49%), ART (enfermedades profesionales, como afonía 23%
-los locutores, que hablan durante seis horas corridas en la radio durante
todos los días, no tienen esos problemas en la garganta- y el 40% son razones
particulares: 40% por exámenes (¿quién estaría en contra de que se preparen?)
Es una lástima que tanto conocimiento no llegue al aula, donde los parámetros
son cada vez peores), 14% por maternidad, y el resto por diversas razones como actos
escolares o donación de sangre –es conmovedor que ganando lo mal que ganan,
afónicos y estresados, se arrastren hacia un hospital a donar su sangre a un
hermano.
Estas ausencias representaron el año pasado 10.500.000 días
de licencia. De cada cinco recibos que el Estado provincial paga, uno es de un
suplente. Cuando el gobierno le pidió a las juntas médicas -un servicio
tercerizado que se heredó de Scioli- que revisaran las licencias, se dio de
alta el 62% de quienes estaban en “largo tratamiento” y comenzó a echarse luz
sobre el asunto de las licencias psiquiátricas, tema que llegó a la justicia
penal que investiga licencias por treinta días con cuadros de depresión. Cuando
en el marco de la causa fue indagado y procesado el Dr. Block, uno de los médicos
que emitía certificados truchos, muchos docentes confesaron que no padecían en
realidad el cuadro mencionado en el certificado médico. Las irregularidades que
la prestadora presentó ante ATE, SOEME Y SUTEBA son infinitas: -“El agente
presentó un talón de licencia apócrifo”.
-“La agente presentó un certificado medico adulterado”.
-“La agente usufructuó una licencia médica por familiar
enfermo. Luego se le efectuó una inspección domiciliaria, pero no había nadie
en el domicilio. Una vecina informó que se encontraban de vacaciones”.
-“Presentaron certificados médicos y una historia clínica
presumiblemente apócrifa”.
-“La agente agredió verbal y físicamente a la profesional
por no haberle otorgado la licencia requerida ya que dicha petición no estaba
fundada en razones medicas”.
A la vez, la empresa denunció usurpaciones sindicales:
“Desde el inicio de la prestación -dicen- hemos sufrido innumerables
interrupciones por parte de organizaciones sindicales que, con el supuesto
objetivo de velar por los derechos de los trabajadores, irrumpen en nuestros
consultorios y obligan a la interrupción del servicio, siempre con exigencias
fuera de nuestro alcance y con métodos violentos e intimidatorios”.
El derecho a faltar le cuesta al Estado 14.300 millones de
pesos en suplencias. La provincia les propuso a los docentes que, si
colaboraran en bajar el promedio, podrían cobrar cinco mil pesos más por año.
Los gremios docentes, claro, dijeron que no.
¿Es esta una columna en contra de los docentes? No, es una
columna a favor de los docentes buenos: los que van, hacen su trabajo y han
enseñado a generaciones de argentinos.
Jorge Lanata
Diario Clarin 1 de abril de 2017
sábado, 1 de abril de 2017
PASOS DESTEMPLADOS
PASOS
DESTEMPLADOS
another noir fiction of Alejandro Marin
blog:
cortemoslacarajo.blogspot.com
A murder that has taken place in the Argentine city of
Rosario confronts Jordi Gonorria, an economist and cook and his friend Quito
Verdudo, a retired police officer, with a new mystery.
The drug trafficking that has infested Rosario, the never-quite-revealed
secrets of nazism in Argentina in the late '40s and international financial
fraud, will set the backdrop to, and eventually elucidate, their investigation.
On the way, they will be joined by old friends, a
blend of fictional, picturesque and in-the-flesh characters who have left their
footprints and the vicissitudes of the relationship between our economist and
his new girlfriend.
This lithe and riveting narration is packed with
culinary stories and mouthwatering recipes, insightful reflections on today's
economy and situations that will not cease to surprise the reader.
Available (in spanish) AMAZON KINDLE store.
jueves, 30 de marzo de 2017
MUESTRAN SUS DIENTES LOS ANTICUERPOS EL SISTEMA
LA NACION
SÁBADO 25 DE
MARZO DE 2017
Hace unas semanas empezó a hervir el caldo en el que
buena parte del peronismo y de los que medran en las sombras pretenden cocinar
el fracaso del gobierno de Cambiemos. En medio de la confusión, cada cual echa
lo suyo a la olla.
La calle es un
reflejo de los intereses en disputa. Después de un primer año en el que Macri
compró gobernabilidad y les dio a los gremios y las organizaciones sociales
mucho más de lo que les había dado el kirchnerismo, la apuesta al diálogo voló
por los aires. La intransigencia de los líderes sindicales y sociales, así como
las consignas de los manifestantes y piqueteros, dicen que lo que se dirime va
más allá de los reclamos salariales (legítimos en muchos casos, aunque
imposibles de atender en un país en ruinas). "La semana que viene vamos a
salir de vuelta a las calles, y le anunciamos a la compañera Patricia que vamos
a cortar las rutas", amenazó esta semana Emilio Pérsico, jefe del
movimiento Evita. Lo que se busca es jaquear a un gobierno legítimamente
elegido que, además, está lejos de tener gestos autoritarios.
En otro frente,
la procuradora Gils Carbó se encarga de embarrarle la cancha a Macri y sus
funcionarios abriéndoles causas a discreción con la inapreciable ayuda de sus
fiscales y jueces militantes de Justicia Legítima, una aberración que nos legó
la década perdida. Mientras, el kirchnerismo despliega el cinismo y la
hipocresía de siempre para destruir como sea la posibilidad de alternancia y
recuperar el poder antes de que el avance de las causas judiciales que se
ciernen contra la jefa suprema la acerquen a la posibilidad de quedar detenida.
En sus muchas
caras, y con algunas excepciones, el peronismo fuera del gobierno vuelve a
mostrarse como un pack-man que busca
devorarse la base de sustentación de la administración de turno. Este fenómeno,
ya conocido, tenderá a pronunciarse a medida que se acercan las elecciones.
Todos quieren llegar primero y en el camino también se van mordiendo entre
ellos, hasta que uno tome la delantera y pueda garantizar el regreso de todos
al control político y económico del sistema. Entonces, el conjunto disperso se
abrazará al más fuerte para subirse a un nuevo retorno del mito peronista y
todo volverá a empezar, a costa de un país degradado en donde florecen la marginalidad,
el delito y la violencia: un patio de juegos perfecto para la corrupción de
siempre.
Pero no es sólo
la parte más oscura del peronismo la que conspira. Bajo la superficie hay un
combate perpetuo de tribus que tiran sólo para su lado. Y más ahora, ante un
gobierno aparentemente dispuesto a enfrentar privilegios y prebendas
sindicales, empresarias y políticas sostenidas durante décadas desde el Estado.
Al ver amenazada la matriz que amparó esos beneficios, los anticuerpos de aquel
sistema perverso también salen a mostrar sus dientes para evitar que Cambiemos
se afiance en las próximas elecciones.
Para agitar más
las aguas, el periodismo militante tiene quien lo ayude. Cada vez son más los
comentaristas que, embriagados de actualidad, envueltos en el fragor del reality, pierden
perspectiva y lanzan críticas desproporcionadas. Así, favorecen a los
conspiradores en su intento de igualar los errores de esta administración con
los horrores de la que pasó. De pronto, ajenos y virtuosos, descubrimos la
pobreza en la que estamos sentados. Pero ¿no alimentamos la pobreza y la
marginación actual durante la década en la que, por el viento de cola, pudimos
haber hecho mucho por erradicarla? Los argentinos somos críticos inveterados.
Especialistas en desmarcarnos y echar culpas, otro modo de no asumir la
realidad. Por definición, el periodismo es crítico del poder. Debe serlo. Pero,
como advirtió Jorge Fernández Díaz, deberíamos preguntarnos dónde está el
verdadero poder en la Argentina tan convulsionada y compleja de estos días.
Tenemos por
delante un invierno largo y difícil. El Presidente y sus funcionarios no son
infalibles. Cometen errores. Y hay que seguirlos de cerca. Pero tomaron la papa
caliente entre las manos y desactivaron bombas que estaban a punto de explotar.
Ahora pisan un terreno minado, sembrado de privilegios e intereses sensibles.
Se trata de saber dónde y cuándo apoyar el pie para avanzar sin que todo
estalle. Hay grandes esfuerzos para imponer en la opinión pública que nada
cambió, que la Casa Rosada está llena de ineptos a los que los problemas les
quedan grandes. Sin embargo, la desesperación por lograrlo crece junto con el
temor de que este gobierno, con el indispensable apoyo ciudadano, sea capaz de
empezar a cambiar la matriz prebendaria y corrupta de un país que no tenía
destino.
domingo, 26 de marzo de 2017
NORMA MORANDINI
Norma Morandini, Directora del Observatorio de Derechos
Humanos del Senado, conmovió a todos con su dura y sentida reflexión sobre
el tono de los actos en los que se recordó el 41 aniversario del golpe de
estado de 1976. La escritora, periodista y ex candidata a vice presidente tiene
dos hermanos desaparecidos en la dictadura de los que habló por primera vez
hace sólo cinco años. Curiosamente se llamaban Néstor y Cristina. Cuando hizo
pública aquélla historia ya planteaba el desafío de hallar una forma de honrar
a las víctimas construyendo “normalidad democrática” y “no imitando la lógica
de enfrentamiento de los 70”.
Estas son algunas de las definiciones que dejó en su paso por
Confesiones en Radio Mitre:
-“Por un lado se condena el autoritarismo pero se lo hace de
manera autoritaria”
–“A mi no me gusta que sea un rojo del calendario el 24 de
marzo porque feriado siempre es fiesta”
-“Me preguntaba por la perversión del desaparecido al que nadie
vió morir. No hemos podido tener una liturgia compartida. Hemos
fracasado.”
–“No nos hemos abrazado en el reconocimiento del dolor y por
eso pasa lo que pasa hoy en esta falsificación que se ha hecho de la historia. Esa
es la pervesión de la desaparición.”
-“Cuando alguien pierde a alguien cumple una liturgia en la que le
dicen siento lo que te ha pasado”
-“Lo que más me impresiona es la crueldad que se manifiesta. Se ha
ideologizado, se han apropiado de los derechos humanos. Lo que más me
perturba es la crueldad. Que se invoque a los muertos y que se sea cruel. Me
digo ¿puede ser que el ser humano sea ésto?”
–“No se puede, 41 años después, volver a reproducir lo que hizo
la dictadura con nosotros al no ser tolerantes con otros.”
–“No se puede invocar los derechos humanos ni los derechos que
nos da la democracia sin creer en la democracia.”
–“Lo que hoy se ha desnudado de manera brutal es lo que negó
Cristina Kirchner cuando se negó a traspasar los atributos de mando. Eso es no
creer en la democracia.”
–“No se puede caracterizar a un gobierno de dictadura cuando es
un gobierno salido de las urnas. Eso es desprecio a la legalidad
democrática.”
–“Tener desaparecidos no nos hace diferentes. No podemos
ponernos por encima de la legalidad democrática.”
–“Esta utilización del dolor sin reconocer el dolor ajeno para
usufructuar espacios partidarios me hace tener la sensación de que el 24 de
marzo es el día más largo de la historia porque no termina de pasar.”
-“Si hay algo que es perverso en la figura del desaparecido es que
deliberadamente se oculta el cadáver para negar el crimen.”
–“Yo no dudo de la buena fe de aquéllos que dijeron 30 mil.
Ahora, ¿qué supe, qué sé del 30 mil? Una vez hice una nota cuando
estaba en la televisión y entré a la Biblioteca Nacional y me dejaron ver todo
el material que no está clasificado y abrí al azar un bibliorato del diario
Crítica y con letras catástrofe decía “30 mil pasaron por la tortura”. Era del
golpe de Uriburu. Yo lo he hablado con historiadores. ¿Por qué no investigan?
¿De dónde viene este número mítico que se repite? Yo no desconfío pero digo
¿cómo no podemos humanizarnos? ¿Como sacamos de nosotros lo peor y no lo
mejor? Esto es lo que perturba. Y perturba sobre todo en jóvenes que no están
siendo responsables con la libertad que tienen, algo que hay muchísimas
generaciones que no han tenido en este país.”
-“Si hay algo que no se puede hacer con el pasado es
falsificarlo.”
–“Supe lo que había pasado con mis hermanos hace poco tiempo en
el juicio de la ESMA donde hubo una narración de la fiscal refiriendo que los
habían tirado en los vuelos de la muerte… “
-“Hubo otro relato, que conocí hace dos o tres años- donde se
describe una orgia de los represores con “las dos cordobesitas” y una de las
cordobesitas es mi hermana. No hay derecho, porque no es mi dolor,
es el dolor de tantísima gente.”
–“He aprendido que los que han sufrido son los que tienen
pudor. Los que han sufrido no insultan. Ahora estoy cercana al proceso
de paz de Colombia y es como dice el escritor de Israel “el dolor es
más fuerte que la ira.”
–“Cuando veo gente con ira desconfío de su dolor.”
sábado, 25 de marzo de 2017
CONOCER LA HISTORIA, NO SOLO TENER MEMORIA
Nadie tiene que contarme la dictadura: la viví. Tenía 16 años aquel 24 de
marzo y trabajaba en Radio Nacional, de donde me fui porque, a los pocos meses,
me prohibieron pasar un tema musical porque decía la palabra "pobre”. Viví
los libros prohibidos, los Falcon en la calle, el delirio festivo del Mundial
78, la guerra de Malvinas en las colectas de la televisión. Estuve en aquella
marcha de la CGT, la primera, y me tocó cubrir después, para Radio Belgrano, el
Juicio a las Juntas: empezamos cientos de periodistas y terminamos menos de
cuarenta. Era desolador estar ahí, día tras dia. Ahí escuché a Rudger, Rádice
,de los grupos de tareas de la Armada, decir: “Yo sólo disparaba contra blancos
móviles”. Y escuché a un militante del Partido Comunista relatar que, mientras
lo llevaban secuestrado a la ESMA, mostró el carnet del partido y lo liberaron
de inmediato.
Leí el Nunca Más hasta que el estómago me lo permitió y trabajé muchos años
ayudando a “los organismos” en lo que se podía. En esos años, mirándome a los
ojos el represor Osvaldo “Paqui” Forese me dijo “Los caminos de Dios son
insondables”, mientras acariciaba su rosario blanco de la Triple A. Y un
general de Inteligencia del Ejercito, años después, me advirtió en la semana
posterior a La Tablada: “A usted, Lanata, el Ejército le ha hecho la cruz”.
Nací y crecí en ese túnel. Y vi en las ultimas tres décadas como
aquellos hechos se sacralizaron. El gobierno K escribió una historia
oficial de la que estaba prohibido apartarse. Vi también como los organismos se
declararon acreedores morales de la Argentina, como algunos de ellos se
prostituyeron por dinero o poder y como un sector de esta sociedad siguió y
sigue viviendo con aquel pasado en su presente continuo. "No se puede
vivir pensando siempre en el Holocausto, pero tampoco puede vivirse como si
nunca hubiese existido", dijo Simon Wiesenthal. Hoy, a cuarenta y un años
del golpe, más de dos mil militares y civiles pasaron por tribunales con cargos
de delitos de lesa humanidad; casi setecientos están condenados (300 cumplen la
pena en cárceles comunes), 1100 están procesados (320 en penales comunes) y 315
murieron en cautiverio.
Otras causas en trámite avanzan con regularidad. Familiares de
desaparecidos, ex presos y exiliados cobraron importantes indemnizaciones en
distintos gobiernos y las Abuelas siguen buscando a sus nietos, de los que
recuperaron a 121. Nadie puede sentirse del todo reparado –cualquier pérdida es
irreparable- pero se ha avanzado hacia cierto estado de justicia.
El problema hoy, cuarenta y un años después, cuando la mitad de quienes están
leyendo ni siquiera habían nacido, es que la supuesta superioridad moral de las
víctimas se ha trasladado a la política cotidiana. El viento setentista que
cubrió la década robada reinstaló una versión maniquea de la historia que
dificulta llegar a verdad alguna.
Aquella sorpresa estalló en la cara del gobierno cuando Tzvetan Todorov, el
pensador francés de origen búlgaro, fue invitado a visitar el Parque la de
Memoria y las instalaciones de la ESMA. Todorov escribió semanas después en El
País de Madrid que “una sociedad necesita conocer la historia, no
solamente tener memoria”. Y señaló que en ninguno de los sitios que visitó
vio “el menor signo que remitiese al contexto en el cual, en 1976 se instauró
la dictadura”. ”Los montoneros y otros grupos de izquierda –sigue Todorov -
organizaban asesinatos de personalidades políticas y militares que a veces
incluían a toda su familia, tomaban rehenes con el fin de obtener un rescate,
volaban edificios públicos y atracaban bancos (…) No sugiero que la violencia
de la guerrilla sea equiparable a la de la dictadura: las cifras son, una vez
más, desproporcionadas, sino que además los crímenes de la dictadura son
particularmente graves por el hecho de ser promovidos por el aparato del
Estado, garante teórico de la legalidad. Como fue vencida y eliminada no se
pueden calibrar las consecuencias que hubiera tenido la victoria de la
guerrilla. Pero a título de comparación podemos recordar que más o menos en el
mismo momento, entre 1975 y 1979, una guerrilla de extrema izquierda se hizo
con el poder en Camboya. El genocidio que desencadenó causó la muerte de
alrededor de un millón y medio de personas, el 25% de la población del país.
Las víctimas del terrorismo de Estado en Argentina, demasiado numerosas,
representan el 0,01% de la población".
"No se puede comprender el destino de esas personas sin saber porque
ideal combatían ni de que medios se servían –advierte Todorov- (…) han sido
reducidas al papel de víctimas meramente pasivas que nunca tuvieron voluntad
propia ni llevaron a cabo ningún acto (…) La manera de presentar el pasado en
estos sitios de memoria ilustra la memoria de uno de los actores del drama, el
de los reprimidos. Pero no se puede decir que defienda eficazmente la verdad,
ya que omite parcelas enteras de la historia”.
Recordamos hoy una de las épocas mas oscuras de nuestra historia, pero no
podemos, sinceramente, evaluarla sin prejuicios, frases hechas y datos
parciales. La “autocrítica” militar fue formal y escasa y la de los
guerrilleros, casi inexistente. ”Sin perdón no hay futuro, pero sin
confesión no puede haber perdón”, definió el obispo Desmond Tutu al proceso de
Promoción de Unidad Nacional y Reconciliación en Sudafrica. Allí ,durante mas
de un año, víctimas y victimarios se enfrentaron cara a cara en cadena
nacional. Y debían decirse la verdad. El “Ubuntu” es un concepto ético:
"Yo soy porque nosotros somos", se traduce.
Argentina es el país donde las heridas no cierran nunca. Deberíamos aprender,
cuarenta y un años después, que no hay muertes justas. Y que la muerte es
injusta por definición.
Jorge Lanata diario Clarín
25/3/2017
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