viernes, 17 de enero de 2014

LA CUESTION CAPITAL

En lo que promete ser uno de los años más complicados en los planos político y económico, hizo su reaparición un nuevo intento por instalar en la agenda nacional un proyecto para trasladar la ciudad capital de la República a una localización en algún sitio todavía innominado de una de las provincias del norte argentino.
Desde una perspectiva global y atendiendo a su desarrollo de largo plazo, quizás sea una de las medidas de mayor envergadura en las que cabe pensar para resolver el pronunciado desequilibrio regional que desde hace demasiado tiempo afecta las actividades productivas y culturales de nuestro país. Definir un nuevo ordenamiento territorial que apunte a lograr un desarrollo más equilibrado en lo espacial y poblacional, permitirá un vuelco de enorme importancia en la estructura política y económica, hoy anquilosada por una agobiante macrocefalia que se corresponde más con un modelo feudal de gestión que el de una república organizada bajo una forma federal de gobierno.
Y hay montones de razones y argumentos por los cuales sería interesante evaluar y llegado el caso apoyar decididamente un proyecto de estas características, clave para transitar el largo camino que conduce a restablecer el necesario equilibrio entre regiones, provincias y localidades que un país con Constitución Federal demanda. Pero parece inoportuno su planteo en las actuales circunstancias, donde los presupuestos básicos para su consideración se encuentran distantes de su posible encuadre. Llama la atención este aspecto, porque quien visiblemente impulsa el proyecto es uno de los políticos mejor preparados, que no puede ignorar el andamiaje institucional y económico que demanda un emprendimiento de estas características. Ya solo, la decisión explícita de adelantar desde el vamos una nueva localización circunscripta a algunas de las ciudades del llamado ‘Gran Norte’, abre un mar de dudas sobre los fundamentos técnicos que sustentan una propuesta de esta naturaleza.
Trasladar la capital de la república implica un importante reordenamiento del funcionamiento de gran parte de la administración de los tres poderes centrales del estado así como de la estructura económica que hoy lo sostiene. Ello obliga a tratar de manera previa ciertas definiciones de fondo, relativas a lo que sucederá con los pilares sobre los que se intenta edificar esta nueva construcción institucional. Supone además prever una importante asignación de recursos durante varios años para sufragar las inversiones en infraestructura económica y social, necesarias para el funcionamiento de una ciudad capital de cara a las necesidades del siglo XXI. ¿Se encuentra alguna de las ciudades del norte argentino, medianamente preparada y con un mínimo de infraestructura moderna para dar una respuesta adecuada a semejante desafío? Más importante que eso, conviene recordar que el Congreso que el proponente preside, no se ha esmerado demasiado en asignar recursos y medios para el desarrollo de la infraestructura ni su adecuado mantenimiento. Ha convalidado en demasía el incesante aumento del gasto corriente en consumos innecesarios en desmedro de la inversión que el país necesita y de cuya carencia abundan los ejemplos recientes. ¿Podrá modificarse en el corto plazo esta preocupante habitualidad de conducta y comenzar a dar las certezas que un proyecto de esta magnitud requiere? Un examen superficial de lo que ha sido el pasado reciente no parece ofrecer demasiadas garantías que así fuera a suceder. En el mismo orden de ideas, propiciar un cambio de localización de la ciudad capital como bandera de un proyecto abarcador tendiente a establecer un desarrollo regional más armónico y equitativo, demanda como condición previa sustituir el obsoleto esquema de coparticipación por otro donde la mayor parte de los ingresos de las jurisdicciones provenga de ingresos y rentas genuinas generadas y recaudadas en su mismo territorio. Se trata de una transformación que implica un desafío mayúsculo, pero absolutamente necesario si lo que se pretende es el funcionamiento en serio de un país federal. Supone un giro copernicano en la estructura tributaria vigente, donde hoy prima una visión y un proceder absolutamente concentrado y unitario. De no avanzar con estos cambios, ¿de dónde provendrán los recursos de la provincia y el municipio elegido para multiplicar por dos o por tres en un plazo relativamente corto el número de viviendas existentes para alojar a los nuevos habitantes y migrantes que el proyecto trae aparejado?
El gobierno aparece hoy enredado en una madeja anudada por sus propias concepciones desde donde hoy le cuesta encontrar un camino que permita reencontrar un escenario en el cual el ahorro fluya hacia las inversiones en los sectores productivos y en la infraestructura que el país necesita. Sería de gran utilidad que antes de embarcarse en un proyecto que por su complejidad ya en el pasado le ha costado a otros gobiernos remontar el fracaso que implica no poder llevarlo a cabo, se dedicara a revisar los aspectos fundamentales que hacen al ordenamiento institucional, donde todavía abundan las asignaturas pendientes.

Miguel Polanski
Cronista

martes, 14 de enero de 2014

UNA UNIVERSIDAD PARA EL SIGLO XXI


 En el mundo, la población estudiantil universitaria aumenta en forma sostenida. Hacia 1970 era de 28 millones en todo el planeta, mientras que ahora supera los 170 millones. En la última década se ha acelerado el crecimiento de esta matrícula, y América latina no es ajena a este crecimiento: desde 1970, la cantidad de estudiantes universitarios se ha multiplicado por doce.

La graduación universitaria abre nuevos horizontes laborales con calificaciones profesionales exigentes, que permiten acceder a mejores empleos. Las oportunidades de desarrollo personal, no sólo las laborales, estarán abiertas a los graduados universitarios bien preparados. A su vez, el incremento en la graduación es indispensable para que una nación enfrente el desafío de la globalización tecnológica y productiva; si no se supera este desafío, se postergará la construcción de un país que eleve las condiciones de vida de la gente en la sociedad del conocimiento del siglo XXI.

Las tasas de graduación universitaria más altas en el mundo corresponden a países desarrollados, donde por lo menos cuatro de cada diez personas en edad para graduarse obtienen un título universitario. La graduación en nuestro país es escasa, a pesar de que son numerosos los estudiantes, lo que configura una anomalía caracterizada por "muchos alumnos y pocos graduados". Nuestra graduación en el nivel terciario apenas llega al 14%, menos que Panamá, Brasil, México, Chile y Cuba. Éste es el siglo de la globalización, pero también el de la universidad, como el XIX fue el de la escuela primaria y el XX, el de la secundaria. Hoy avanzan las naciones capaces de fortalecer los niveles de calificación de sus recursos humanos, y por eso necesitamos más y mejores graduados universitarios. Pero nos estamos quedando atrás.

Nuestra graduación no sólo es escasa. Además, son pocos los graduados en las carreras del futuro, es decir, las científicas y tecnológicas. Respecto del total, esta graduación es en México y Colombia del 26%; en Chile, 24%; El Salvador, 22%, y Panamá, 20%. Pero en nuestro país esta graduación apenas llega al 15% del total. Para formarse un juicio acerca del futuro de una nación es necesario prestar atención a su universidad; aquellas naciones con alta graduación universitaria en las carreras científicas y tecnológicas ocuparán un lugar de relevancia en el escenario mundial durante el siglo XXI.

Tener muchos estudiantes no asegura tener una graduación elevada. Por ejemplo, Brasil, en proporción a su población, tiene menos estudiantes que nosotros, pero sus universidades gradúan más profesionales. ¿Cómo es posible que tengamos más estudiantes, pero menos graduados que Brasil? La explicación es simple: Brasil gradúa la mitad de los alumnos ingresantes y la Argentina apenas gradúa uno de cada cuatro. Claro que no es lo mismo ingresar en la Universidad en Brasil que en la Argentina, ya que en Brasil se exige la aprobación de un examen de ingreso (ENEM).

El último sábado y domingo de octubre fueron distintos para los jóvenes argentinos y brasileños; nada extraordinario sucedió aquí, pero sí en Brasil, donde siete millones de adolescentes tuvieron que rendir examen en 15.000 localidades, cuya aprobación es requisito para ingresar en la universidad. Brasil tiene más graduados universitarios que la Argentina, y no es ajeno a esta diferencia este examen ENEM, que se desarrolló durante diez horas entre el sábado y el domingo. Esta evaluación comprende matemáticas, lengua, redacción, ciencias humanas y de la naturaleza; el año pasado incluso lo rindieron 14.000 presos.

Esto que hace Brasil no es novedad en América latina, ya que también lo hacen países tan distintos como Ecuador, Cuba, Chile y Colombia. En mayo, 100.000 estudiantes rindieron el examen de ingreso a la universidad en Ecuador, implantado recientemente por Correa. Para ingresar a la universidad se requieren 555 puntos, pero para las carreras de Medicina y docencia el puntaje necesario es de más de 800; además, los que superen los 900 puntos gozarán de becas estatales para estudiar en cualquiera de las mejores 50 universidades del mundo. Estos exámenes de ingreso existen desde hace muchas décadas en casi todos los países, desde Francia y Alemania hasta China y Corea. Son mayoría los países con examen de ingreso y muchos graduados universitarios, porque así la mayor parte de los que ingresan a primer año terminan su carrera, mientras que entre nosotros no se gradúan tres de cada cuatro ingresantes.

Un ejemplo de esto es la Universidad Nacional de La Plata, cuya Facultad de Periodismo tiene 47% más alumnos que la de Ciencias Médicas; sin embargo, ésta tiene anualmente 56% más de graduados. La explicación es simple: las exigencias en el ingreso generan altas cifras para la graduación en Ciencias Médicas, y lo contrario ocurre en Periodismo, donde, paradójicamente, hay más alumnos, pero menos graduados. Lo mismo ocurre cuando se compara la graduación de médicos en las facultades estatales. Así es como la Facultad de Medicina de la UBA tiene el doble de estudiantes que las facultades de Tucumán, La Plata, Córdoba y Cuyo. Sin embargo, estas cuatro facultades estatales con examen de ingreso anualmente tienen, con apenas la mitad de los alumnos, más médicos graduados que la UBA. Por esto es difícil de entender por qué la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados propicia una ley que, en su artículo 4°, establece: "Todas las personas que aprueben la Educación Secundaria pueden ingresar de manera libre e irrestricta a la enseñanza en el Nivel de Educación Superior"; es decir, prohíben lo que se hace en todo el mundo que progresa. No se entiende esta vocación legislativa por ir a contramano de la tendencia universal por una mejor preparación de los adolescentes.

Las naciones que lideran el crecimiento económico procuran aumentar el ingreso a la universidad, pero no piensan en bajar el nivel de exigencias académicas. Por el contrario, apuntan a incrementar la matrícula universitaria a partir de un proceso de mejora de la calidad de la enseñanza secundaria, estableciendo rigurosos criterios para ingresar en la universidad. Cada vez habrá más estudiantes universitarios, lo cual es positivo, pero es crucial asegurar que ellos ingresen en la universidad bien preparados. Las naciones exitosas se preocupan por garantizar un alto nivel en la calidad de su enseñanza universitaria y procuran además que sean cada vez más los ingresantes provenientes de sectores socialmente postergados.

¿Quién se preocupa más por el futuro laboral de los jóvenes? ¿Aquellos países que promueven el esfuerzo y la dedicación de los estudiantes secundarios para poder ingresar en la Universidad, o las naciones donde la principal preocupación del último año secundario es, con frecuencia, el viaje de egresados? El principal beneficiado por el examen de ingreso es el propio alumno, ya que este requisito lo estimula a estudiar mientras aún está en la escuela secundaria; el estudio metódico, con dedicación continua y disciplina en la escuela secundaria facilita la posterior adquisición de los conocimientos universitarios para afrontar el gran desafío laboral del globalizado siglo XXI.

La experiencia universal dice que el examen de ingreso fortalece el proceso educativo, especialmente en los decisivos últimos años del ciclo secundario. Es hora de mirar al futuro. Y por eso necesitamos una nueva política para fortalecer la graduación universitaria.

Alieto Guadagni
LA NACION

martes, 5 de noviembre de 2013

LA HORA DEL ENERGUMENO

Días pasados el diario Clarín publicó un artículo de Fernando Savater. Y en ese estilo delicioso que lleva su pluma expresa el significado de dar caña (antes leña, aclara): “proferir enormidades truculentas e insultantes que acogoten sin miramientos al personaje público detestado, sea del Gobierno o de la oposición.”
Y continúa explicando que no le “resulta fácil comprender por qué este tipo de vociferantes despierta tan morboso deleite en personas que en otros asuntos prácticos de la vida atienden a argumentos y no a iracundos rebuznos. Siempre me he resistido a creer -aunque no faltan pruebas que la abonan- en la teoría que expuso Enrique Lynch hace años: que los españoles sentimos veneración por los energúmenos. Prefiero suponer que para muchos es una satisfacción mayor descalificar a personas que refutar argumentaciones.”
Coincide en los tiempos esta diana con el fallo de la Corte Suprema sobre la ley de medios. Y, sin invadir territorios ajenos, debo decir que la teoría de Lynch parece aplicable en la Argentina de estas épocas.
Porque para energúmenos contamos con el invalorable aporte del matrimonio gobernante. Pero al día siguiente de dicho fallo tronó, desde la otra parroquia, una andanada de “iracundos rebuznes”.
Los “rebuznadores”, habían analizado el fallo con los tiempos requeridos y los conocimientos indispensables?  Seguramente no. Porque el coro se desató sin solución de continuidad.
Y cabe preguntarse. Quien puede leer y además analizar en un rato de ocio un fallo de inusitada extensión , cuyos considerandos acogen estudiados votos de destacados y muy destacados juristas?
Quien puede seriamente opinar en otro rato de ocio sin tamizar todo el contenido de cada voto con sus referencias doctrinarias y jurisprudenciales, su sentido, su alcance, su implicidad?
Sin olvidar las ilustrativas explicaciones del presidente de la Corte en una rueda de prensa y, en especial, en un extenso reportaje que le concediera al diario Perfil.
En el que aclaró para los legos que la Corte se había expedido sobre la constitucionalidad de la ley - que era lo planteado - y no sobre la constitucionalidad de los procedimientos para su aplicación, tema que estaba fuera de la litis.
Aunque en este último aspecto, el fallo dejó sentado los condicionamientos para su aplicación. Y queda claro que esto último no es un mero comentario escrito al pasar. El fallo lo incorpora como doctrina de la Corte.
El resultado es que aquella Corte de “turros” -  en términos de la impresentable jefa de las madres circulantes – se ha transformado en un tribunal de pactos bastardos para la Sicofantes más conocida de la menesterosa política criolla.
Quiero presumir que hay muchos ciudadanos que analizan estos temas con el equilibrio que merecen. Y si algún enterado los tilda de ingenuos, bienvenida sea esa ingenuidad.

Porque es la que nos aleja de la ciénaga de la desmesura – cuando no de la malicia – en la que quieren sumergirnos los energúmenos.

lunes, 14 de octubre de 2013

HIJOS DE LA OTREDAD


Les presento a un grupo de personas que, sin duda, han tenido la tragedia de comenzar a transitar por la vida en condiciones desgraciadas. Hijos de terroristas, de asesinos, de cómplices o de simples viandantes que estaban en el lugar equivocado en el momento en que los militares desplegaron su sinrazón.
Conocen el duro oficio de creer que son otros de los que realmente son. Y el mal despertar de encontrarse con sí mismos.
Son víctimas inocentes de haceres ajenos. Y por cierto que esta sociedad absurda que hemos sabido construir les debe algún pedido de perdón.
No podemos ni debemos exigirles equilibrio ni generosidad. A su aire, algunos lo tendrán y otros no. El sufrimiento modela de muchas formas a los seres humanos. Pero nunca parece ser neutro.
Y si a los que mirando de afuera no se nos cayó un perdón, por lo menos debemos exigirnos una actitud de comprensión. La mano tendida es el esfuerzo mínimo al que estamos obligados. O deberíamos estar.
Pero hay algo que definitivamente no podemos aceptar.  Que es la instrumentalización política de las desgracias ajenas.  Tratando de crear la ficción de que el hecho original representa de por si un valor suficiente para justificar lo injustificable. Para estar más allá del bien y del mal. Para aceptar que es el bueno de la película.
Y no se trata del candidato porteño a diputado que por estos días ocupa las noticias de última hora.
Se trata de la patológica actitud de un gobierno que se monta en las desgracias de estas gentes para hacerle ver a los ciudadanos su supuesta preocupación por los tan remanidos derechos humanos.
Cada uno verá causas distintas en este embusterío. Personalmente solo veo ignorancia, irresponsabilidad y mala uva.
Pero el hecho es que les resulta fácil convocar interesados para participar de este corronchoso espectáculo.
Es natural. Todos han sido mimados como héroes por nuestra irresponsabilidad colectiva. Los más tendrán, por cierto, el resentimiento que resulta casi natural a su condición. Y además se les ofrece dineros públicos para transitar una etapa de su vida que promete ser mejor.
Por eso resulta difícil pedirle al candidato portador de esta ficción una actitud más sociable. Máxime conociendo su precariedad intelectual.
Y demás está decir que esta actitud gamberra no resulta muy diferente a la que ensayarían ante una situación similar la inmensa mayoría de los personeros políticos que han secuestrado el estado y tomado de rehenes a los ciudadanos.
Más que criticar a este malaventurado muchacho, deberíamos dedicar nuestro tiempo a indagar sobre nuestra responsabilidad como habitantes que parecen haber renunciado a sus derechos ciudadanos. Porque premiar al corrupto o aplaudir al mentiroso no invita a la esperanza.

Y recordarles a los miembros de esta familia de orígenes cambiados que tienen la obligación de sostener la vigencia irrestricta de las leyes. Porque casualmente fue su quebrantamiento lo que los privó de ser quienes realmente eran.

miércoles, 9 de octubre de 2013

CURIOSIDAD

Con motivo del inconveniente de salud de la presidenta Fernandez, el vicepresidente Boudou ha quedado temporariamente a cargo del timón del gobierno. En los papeles al menos.
Esto ha despertado una catarata de comentarios de los políticos de la oposición así como del periodismo dedicado a llevar estos temas.
Claro que todos se apresuran a descalificar al vicepresidente motoquero, que parece no tener ningún apoyo.
Lo que despierta curiosidad son los argumentos esgrimidos por los opinantes, que se centran fundamentalmente en su lamentable figura y en su indecencia.
Pero vamos a ver.
Por de pronto es a él que le corresponde constitucionalmente reemplazar a la presidenta herida. Y no le quita ni le pone que el personaje sea rechazado - según encuestas - por el 60% de la población. Porque también parece que la presidenta cuenta con un rechazo similar. Y nadie le pide que se vaya.
Tampoco su sospechada indecencia hace la diferencia. Dado que la curricula de la presidenta en esa materia excede en mucho los escabrosos haceres del ungido.
Qué duda cabe que la abogada exitosa se ha enriquecido ilícitamente en la función pública. Por las de ella o como cómplice del que nos dejó.
Pero curiosamente los mismos que descalifican al vice se apresuran a desearle una pronta y feliz recuperación para que vuelva pronto a las andadas.
Y  hasta uno podría afirmar con seguridad que si el vice tuviera realmente el poder inherente al cargo no cometería los desaguisados diarios que comete la internada. Porque resulta muy difícil empardarla en esa materia.

Así que me resultan una curiosidad las críticas que recibe el tan sonriente como impresentable motoquero.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

NO ESTAMOS AYUDANDO A NUESTROS ESTUDIANTES

Las naciones que lideran el crecimiento económico procuran aumentar el ingreso de jóvenes en la universidad, pero -y es importante que los argentinos reconozcamos esto- no contemplan bajar el nivel de exigencias académicas. Por el contrario, apuntan a incrementar la matrícula universitaria a partir de un proceso de mejora de la calidad de la enseñanza secundaria, lo que permite establecer rigurosos criterios para ingresar en la universidad. De esa forma, cada vez habrá, pues, más estudiantes universitarios, lo cual es positivo, pero es crucial asegurar que su incorporación a la universidad los encuentre bien preparados, ya que cantidad sin calidad no es auspiciosa.

En este competitivo mundo globalizado, la universidad juega un rol central en determinar las posibilidades de cada nación de construir una sociedad no solamente próspera, sino también socialmente inclusiva. Ninguno de los países que han demostrado capacidad para crecer sostenidamente por varias décadas y mejoraron el nivel de vida de su población y abatieron la pobreza marginó la universidad o dejó de prestar atención a la calidad de la enseñanza que imparte. Las naciones exitosas se han preocupado por garantizar un alto nivel en la calidad de su enseñanza universitaria, al tiempo que procuraban que cada vez se incorporaran más alumnos provenientes de sectores postergados.

También estos países exitosos se han ocupado por establecer una nueva matrícula universitaria que apunte al futuro y no anclada en el pasado. Por esta razón, han impulsado preferentemente las carreras científicas y tecnológicas. Así se han fortalecido las diversas ramas de las ciencias básicas y aplicadas.

Los niveles más altos de graduación universitaria se dan en Australia, donde por lo menos seis de cada diez personas en edad para graduarse han obtenido un título universitario. En el resto de los países industrializados, esta proporción se ubica por encima del 35%. En cambio, la graduación terciaria en nuestro país es muy reducida (apenas 14%), a pesar de que son numerosos los estudiantes. Esto configura una situación anómala, de "muchos alumnos y pocos graduados".

En América latina nuestro nivel de graduación es inferior al de Panamá, Brasil, México, Chile y Cuba. Nos caracterizamos por ser una nación con escasa graduación universitaria. Por ejemplo, es cierto que Brasil tiene apenas 26 estudiantes universitarios cada 1000 habitantes, y Chile, 32, mientras que nosotros los superamos con nada menos que 41. Pero, si consideramos la graduación final, la situación es muy diferente: tanto Brasil como Chile están graduando más de 4 profesionales universitarios cada 1000 habitantes, mientras que nosotros apenas graduamos 2,5.

Surge una pregunta inevitable: ¿cómo es posible que nosotros, con más estudiantes, tengamos muchos menos graduados que nuestros vecinos?

La explicación numérica es bien simple: nuestros vecinos gradúan al final de la carrera a más de la mitad de los que ingresaron, mientras que nosotros apenas graduamos algo más de la cuarta parte. Tal anomalía se funda en el preocupante hecho de que son muy pocos los estudiantes nuestros que concluyen sus estudios y se gradúan, principalmente por su deficiente preparación previa.

Estamos graduando apenas 27 de cada 100 ingresantes. Esa pobreza de resultados es notoria cuando se la compara con otras naciones: por ejemplo, Japón (91), Dinamarca (81), Rusia y Reino Unido (79), Canadá (75), Suecia (69), Francia (67) y México (61). Como se ve, muchos estudiantes mal preparados no aseguran una alta graduación.

Para entender nuestra escasa graduación prestemos atención a lo que ocurrió recientemente en Brasil, lo que ayuda a explicar la gran diferencia entre la graduación argentina y la brasileña. El sábado 3 y el domingo 4 de noviembre de 2012 fueron en Brasil y la Argentina días muy distintos para los adolescentes que concluyen la escuela secundaria y piensan ingresar en la universidad. Para ninguno de los nuestros fue un día especial en lo que concierne a los estudios, por eso muchos pudieron tener un fin de semana como cualquier otro, incluso con activa vida nocturna. Pero los adolescentes brasileños enfrentaron un fin de semana distinto, ya que en esos dos días se tomaron los exámenes ENEM, cuya aprobación es indispensable para poder ingresar en cualquier universidad.

El tiempo perdido durante la escuela secundaria cuando se estudia poco difícilmente se puede recuperar después en la universidad. El ENEM es una exigente valla por superar, que impulsa a estudiar durante todo el ciclo secundario para ingresar así bien preparado al nivel universitario. Es decir que, justamente, es el estudiante el más beneficiado. En realidad, ningún lector debería sorprenderse por esta práctica, que es común desde hace muchas décadas en todos los países del mundo desarrollado, como Francia, Italia, Reino Unido, Alemania, Austria, Holanda, Dinamarca, Estados Unidos, Irlanda, Hungría, Israel, Suiza, Finlandia, Japón y Australia.

En América latina estas pruebas de ingreso obligatorias también se aplican en países muy distintos desde el punto de vista político, como Chile, Brasil, Colombia y Cuba, donde el gobierno de los Castro proclama: "Hay que insistir de manera particular en la preparación de los jóvenes para estos exámenes, que no son un fin en sí mismo, sino la garantía del éxito en los estudios universitarios".

El presidente Rafael Correa acaba de implantar en Ecuador el Sistema Nacional de Nivelación y Admisión (SNNA) que "examina a quienes buscan un cupo en las universidades públicas y privadas". Para poder ingresar en la universidad, hay que tener más de 555 puntos en este examen, pero para poder hacerlo a las carreras de Educación o Medicina, el puntaje requerido debe ser superior a 800 puntos. Los médicos y los maestros deben ser los mejores estudiantes, según Correa.

Nuestro régimen universitario, por el contrario, es de una originalidad incomprensible, ya que no incluye este tipo de exámenes generales al concluir el ciclo secundario (aunque tampoco los prohíbe).

Esto significa que hemos decidido liberar a los adolescentes del esfuerzo que demanda prepararse para afrontar una prueba general de ingreso a la universidad, como el ENEM que rige en Brasil. La pregunta, ahora, es la siguiente: ¿quiénes tratan mejor a sus adolescentes y se preocupan más por su futuro laboral? ¿Los brasileños, chilenos, colombianos, cubanos y ecuatorianos, con esas grandes exigencias que los impulsan a estudiar, o los argentinos, con la visión facilista que excluye este tipo de exámenes generales y no propicia la cultura del esfuerzo y la dedicación para el estudio?

Por todo esto es difícil de entender por qué la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados propicia ahora una nueva ley para nuestras universidades que, en su artículo 4°, establece: "Todas las personas que aprueben la educación secundaria pueden ingresar de manera libre e irrestricta a la enseñanza en el nivel de educación secundaria". Es decir, prohíben lo que se hace en todo el mundo que progresa.


No se entiende esta vocación legislativa de ir a contramano de la tendencia universal que busca darles una mejor preparación a los adolescentes. Sobre todo cuando sabemos que vivirán en un mundo difícil, cada vez más globalizado y competitivo.

Alieto Guadagni

domingo, 30 de junio de 2013

PENSANDO EL FUTURO

En el sistema corporativo argentino son pocos los actores que producen riqueza genuina. El sector agropecuario, la industria extractiva y algunas pocas industrias y servicios hasta que  las exacciones las sacan de competencia. Cuando lo producido por estos actores deja de alcanzar para arbitrar los requerimientos de los distintas corporaciones, los gobiernos de turno recurren a alquimias que siempre terminan en desbordes inflacionarios y en groseros endeudamientos externos o internos.
Para mantener lo que comúnmente se denomina gobernabilidad, el partido popular va entonces concentrando el poder en el “conductor de turno” hasta más allá de la legalidad.   
Esto, claro, es una radiografía de lo que está ocurriendo por estos días.
Y naturalmente sale a dirimir sus diferencias para conservar ese poder. Dado su carácter movimientista de corte corporativo, encierra en sus propuestas una oferta populista y dos ofertas que parecen más civilizadas pero que acogen a los conocidos de siempre, representantes de las diversas corporaciones.( sindical, industrial, profesional, mediática y naturalmente política). Con un aditamento propio de estos tiempos: la profusión de cónyuges de políticos incorporadas a las listas de candidatos. Lógica por otra parte. Ya que los políticos se han apropiado del estado al punto que ya reviste el carácter de bien ganancial.
Cabe suponer que una de estas ofertas que califico como más civilizadas derrotará  en las elecciones de medio término y en las elecciones del 2015 a la oferta populista. No sin antes alumbrar de acá al 2015 cimbronazos sociales y económicos  que pueden poner  en peligro los retazos de  paz social que aún quedan.
Y por cierto las demás ofertas electorales, también corporativas pero de cuño más republicano, serán nuevamente el pandán que acompañará la lid movimientista.
Si todo ocurre de esta manera - y no hay ningún elemento que parezca alterar este deplorable sendero al que somos afectos los habitantes de estas tierras - vale la pena comenzar a analizar las arideces que nos dejarán estos indecentes, desvergonzados e incompetentes personajes que han azotado al país durante más de una década.
Veamos primero el contexto externo.
Por de pronto, la economía internacional para el futuro inmediato parece que será bastante diferente a la que tantas alegrías le dio a los países emergentes durante los últimos años.
Bastaron unas pocas y prudentes palabras  de don Bernanke para alumbrar un terremoto financiero. Solo dijo que iba a considerar el retiro de los estímulos monetarios si la economía de los Estados Unidos se recuperaba.
Suficiente para que las bolsas se desplomaran, los inversores reacomodaran sus dineros y los nervios afloraran.
Por cierto que esto ha sido el clásico "overshooting" que acompaña el inicio de lo que promete ser un cambio de paradigma. Y que las cosas se van a ir acomodando.
Pero no deja de ser el comienzo de una hoja de ruta que valorizará el dólar y castigará a los monumentales precios de las llamadas “commodities”. Precios que, a no dudar, se mantendrán no obstante en niveles interesantes porque cabe suponer que China seguirá creciendo a tasas altas y que las multitudes que en los último años abandonaron el pellejerío para ingresar a la clase media mantendrán sus pertenencia.
Sin perjuicio que seguramente ya no asistiremos al festival de alegrías que parecía augurar un crecimiento robusto y sin fin.
El frente interno no luce menos complicado. Un gasto público desbordado que – dicen los expertos – supera el 40% del producto, inflexible a la baja e infinanciable. Grupos sociales desvastados por la miseria, a los que habrá que continuar asistiendo. Presión impositiva desorbitada. Fenomenal déficit energético que llevará años de inversión paliar. Inflación desbordada. Sistema previsional en estado calamitoso, nuevamente con deuda. Infraestructura en estado terminal.(Los trenes son solo un ejemplo). Empresas de servicios públicos fundidas. Sistema educativo público depredado por los “trabajadores de la educación”, al punto que ha perdido 300.000 alumnos en los últimos diez años. Lo que al fin y al cabo no debe resultar tan importante porque solo se trata de educación, como lo demuestran los tres políticos fuertes de la provincia de Buenos Aires, ninguno de los cuales  ha salido de la universidad con un título abajo del brazo.
Un estado repleto de vagos y sinvergüenzas supernumerarios a los que hay que pagar todos los meses. Sistemas de promoción industrial o seudo industrial (el más extremo es el de Tierra del Fuego) que además de significar un enorme costo para el erario público limitan el acceso de los ciudadanos a nuevas tecnologías. Universidades públicas de las que egresan alrededor del 27% de los que ingresan. Y los que egresan mayoritariamente parece que son profesionales de los que la sociedad está muy bien abastecida (médicos, por ejemplo) y los que por su volumen no son funcionales a la actividad económica e ingresarán a las corporaciones profesionales ya existentes para continuar demandando su diezmo. (abogados, contadores, arquitectos, gestores con títulos rimbombantes entre otros, sin olvidar a los sicólogos que seguramente pronto formarán su propia corporación para hacer obligatoria su actividad).
Una intrincada red de regulaciones que asegura a los miembros de las distintas corporaciones ingresos sin aportar valor  al circuito económico.
Falta de seguridad personal, problema  que no se sabe bien como solucionar. Y vinculado a ella una pasmosa instalación del narcotráfico hasta extremos que nunca pensamos ver en el país. A lo que cabe agregar la anomia que permite desbordes incontrolables en el espacio público.
Y claro que a esta larga lista faltará agregarle los seguros desaguisados que acompañarán los dos últimos años de gobierno.
En fin. Resultados de una década ganada.
Así que el próximo gobierno se encontrará con algunos problemillas. Problemillas que solo podrá solucionar – o al menos paliar -  de la único forma que conoce el mundo civilizado. Que es abandonando el sistema corporativo e ingresando al capitalismo.
Pero resulta que el capitalismo tiene muy mala prensa en nuestra cultura. Así que a poco de andar, será acusado de “neoliberal”, de tener pensamiento único, de vender la soberanía, de aceptar los condicionamientos el FMI y de, seguramente,  un nuevo consenso de Washington. Y de todas las demás acusaciones a las que normalmente está expuesta la racionalidad.
En esta crítica se abroquelarán todas las corporaciones nativas, todos los partidos políticos opositores, la corporación periodística, la  “intellegentĭa” nac & pop. Y todos los viandantes. Porque no hay que olvidar que la Argentina es un país de buena gente.
En esta línea, desde ya afloraron las crítícas. Una fogosa diputada opositora aficionada a las denuncias expresó que el candidato más famoso de la provincia de Buenos Aires responde al “establishment”. Y un conocido matón a sueldo del gobierno lo sintetizó en un afiche donde lo muestra enmarcado por las banderas israelí y estadounidense.

Y como el gobierno de la “década ganada” ha tenido la prudencia de disminuir notablemente el endeudamiento externo ( o la impericia de no aprovechar créditos baratos a largo plazo utilizables para el desarrollo), el nuevo gobierno – luego de dar las explicaciones del caso y levantar los muertos – podrá contar con financiamiento para transitar las arideces. O utilizarlos para satisfacer las exigencias de las corporaciones y contarle a la buena gente que todo marcha sobre rieles. Por un ratito, claro.