sábado, 4 de marzo de 2017

LA ARGENTINA Y LOS DERECHOS HUMANOS (V)

Durante el primer gobierno democrático los terroristas atacaron un cuartel militar. Y los mas extremistas de los uniformados, de la otra mano, también acorralaron al gobierno con asonadas militares.
Ante este vendaval  de dolor, odio y resentimiento, el presidente asumió su responsabilidad con las leyes de “punto final” y “obediencia debida”.
Por tal decisión pacificadora fue acusado, por los partidarios de los terroristas y por politiqueros de segunda división, de no continuar con la epopeya justiciera de la nueva inquisición. 
Tampoco fueron fáciles los inicios del segundo gobierno democrático. Pero casi cinco años pasados en prisión y en condiciones indignas, seguramente le sirvieron al nuevo presidente para mirar el tema con manga ancha. Y a decidir  que el camino  era la pacificación de los espíritus. Y así perdonó a los unos y a los otros. Hasta a los militares que, asonada mediante, pretendieron condicionar su gobierno.
Hay que explicarle a los que no los vivieron que no fueron tiempos fáciles. Por eso la historia hay que analizarla en el contexto de su época.
Claro que, aún con mas intensidad que el primer presidente, también fue acusado de cómplice de los violadores de los derechos humanos.
Y es natural. Había y aún hay mucho dolor y resentimiento. Y frente a ellos no se pueden exigir razones.  Los años transcurridos siempre serán pocos para cerrar las heridas provocadas por el dolor de la pérdida. Pocos también para abandonar la reflexión sobre una conducta colectiva que permitió que se llevara la vida de nuestros vecinos.
Pero muchos para que una sociedad no comprenda que nada se puede construir sobre la militancia del odio y del resentimiento.
El breve periodo del tercer presidente democrático tampoco alteró demasiado esa intención pacificadora.
Pero Argentina es la tierra de las sorpresas.

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