Don
Morales
Hace
tiempo que vengo viendo artículos y declaraciones de diferentes periodistas
sobre la actitud que usted parece haber tomado con relación al gobierno y a la
situación política argentina en general. Debo decirle que no me resulta un tema
de particular interés porque hasta donde yo se usted es un relator de fútbol. Y
no me parece que los dedicados a este menester tengan - en general - las incumbencias necesarias para fundar opiniones
sustanciales sobre temas que requieren una preparación intelectual algo más
esmerada. Claro que, como lector de diarios, no puedo dejar de ver los copetes
de estos artículos y declaraciones así como de sus respuestas.
Pero el
domingo pasado vi el programa del periodista Jorge Lanata. Y escuché en el
mismo las declaraciones de dos periodistas uruguayos sobre su relación con un
mayor del ejército de su país y con el asiento de un regimiento denominado La
Florida, donde - siempre según estos periodistas - se encontraban personas
detenidas ilegalmente. Esto dió pie para que el conductor del programa se refieriera a lo contradictorio de sus
declaraciones con relación al tan meneado tema de los derechos humanos.
Debo
confesarle que el programa no me gustó para nada. Porque ya estoy un poco
cansado de las denuncias y acusaciones ligeras que solo sirven para crear
sospechas e incógnitas sobre las personas. Y muchas veces arrojarlas a la
controversia pública sin elementos fehacientes que acrediten los dichos.
Si bien
en este caso se pasó un video donde aparentemente usted está saludando o
despidiendo al mayor de marras con
evidentes muestras de aprecio, no conozco el contexto de esa salutación para
determinar su alcance. Porque aunque luzca politicamente incorrecto por estos
tiempos azarosos y algo sesgados, el hecho de contar con amigos militares no
califica ni descalifica a una persona.
Como a muchos facciosos le gustaría.
Por
cierto que ya en tema, leí las distintas declaraciones y retrucos que originó el
programa. Tanto de personas que tengo
por serias como de la cáfila de plumíferos que se apuntan a cualquier bulo.
Pero las
que más me llamaron la atención por su mezquindad y falta de urbanidad fueron
las suyas. Al punto que también leí su penitente aclaración sobre el alcance de
las mismas.
No soy
quien para juzgar su calidad personal. Pero como ciudadano argentino tengo el
derecho de solicitarle un estar más recatado en este país.
Recato en
opinar sin entender sobre temas políticos que nos atañen a los argentinos.
Recato en calificar publicamente al prójimo.
En fin,
el recato que tiene en casa ajena cualquier persona que pasa por educada.