martes, 5 de noviembre de 2013

LA HORA DEL ENERGUMENO

Días pasados el diario Clarín publicó un artículo de Fernando Savater. Y en ese estilo delicioso que lleva su pluma expresa el significado de dar caña (antes leña, aclara): “proferir enormidades truculentas e insultantes que acogoten sin miramientos al personaje público detestado, sea del Gobierno o de la oposición.”
Y continúa explicando que no le “resulta fácil comprender por qué este tipo de vociferantes despierta tan morboso deleite en personas que en otros asuntos prácticos de la vida atienden a argumentos y no a iracundos rebuznos. Siempre me he resistido a creer -aunque no faltan pruebas que la abonan- en la teoría que expuso Enrique Lynch hace años: que los españoles sentimos veneración por los energúmenos. Prefiero suponer que para muchos es una satisfacción mayor descalificar a personas que refutar argumentaciones.”
Coincide en los tiempos esta diana con el fallo de la Corte Suprema sobre la ley de medios. Y, sin invadir territorios ajenos, debo decir que la teoría de Lynch parece aplicable en la Argentina de estas épocas.
Porque para energúmenos contamos con el invalorable aporte del matrimonio gobernante. Pero al día siguiente de dicho fallo tronó, desde la otra parroquia, una andanada de “iracundos rebuznes”.
Los “rebuznadores”, habían analizado el fallo con los tiempos requeridos y los conocimientos indispensables?  Seguramente no. Porque el coro se desató sin solución de continuidad.
Y cabe preguntarse. Quien puede leer y además analizar en un rato de ocio un fallo de inusitada extensión , cuyos considerandos acogen estudiados votos de destacados y muy destacados juristas?
Quien puede seriamente opinar en otro rato de ocio sin tamizar todo el contenido de cada voto con sus referencias doctrinarias y jurisprudenciales, su sentido, su alcance, su implicidad?
Sin olvidar las ilustrativas explicaciones del presidente de la Corte en una rueda de prensa y, en especial, en un extenso reportaje que le concediera al diario Perfil.
En el que aclaró para los legos que la Corte se había expedido sobre la constitucionalidad de la ley - que era lo planteado - y no sobre la constitucionalidad de los procedimientos para su aplicación, tema que estaba fuera de la litis.
Aunque en este último aspecto, el fallo dejó sentado los condicionamientos para su aplicación. Y queda claro que esto último no es un mero comentario escrito al pasar. El fallo lo incorpora como doctrina de la Corte.
El resultado es que aquella Corte de “turros” -  en términos de la impresentable jefa de las madres circulantes – se ha transformado en un tribunal de pactos bastardos para la Sicofantes más conocida de la menesterosa política criolla.
Quiero presumir que hay muchos ciudadanos que analizan estos temas con el equilibrio que merecen. Y si algún enterado los tilda de ingenuos, bienvenida sea esa ingenuidad.

Porque es la que nos aleja de la ciénaga de la desmesura – cuando no de la malicia – en la que quieren sumergirnos los energúmenos.

lunes, 14 de octubre de 2013

HIJOS DE LA OTREDAD


Les presento a un grupo de personas que, sin duda, han tenido la tragedia de comenzar a transitar por la vida en condiciones desgraciadas. Hijos de terroristas, de asesinos, de cómplices o de simples viandantes que estaban en el lugar equivocado en el momento en que los militares desplegaron su sinrazón.
Conocen el duro oficio de creer que son otros de los que realmente son. Y el mal despertar de encontrarse con sí mismos.
Son víctimas inocentes de haceres ajenos. Y por cierto que esta sociedad absurda que hemos sabido construir les debe algún pedido de perdón.
No podemos ni debemos exigirles equilibrio ni generosidad. A su aire, algunos lo tendrán y otros no. El sufrimiento modela de muchas formas a los seres humanos. Pero nunca parece ser neutro.
Y si a los que mirando de afuera no se nos cayó un perdón, por lo menos debemos exigirnos una actitud de comprensión. La mano tendida es el esfuerzo mínimo al que estamos obligados. O deberíamos estar.
Pero hay algo que definitivamente no podemos aceptar.  Que es la instrumentalización política de las desgracias ajenas.  Tratando de crear la ficción de que el hecho original representa de por si un valor suficiente para justificar lo injustificable. Para estar más allá del bien y del mal. Para aceptar que es el bueno de la película.
Y no se trata del candidato porteño a diputado que por estos días ocupa las noticias de última hora.
Se trata de la patológica actitud de un gobierno que se monta en las desgracias de estas gentes para hacerle ver a los ciudadanos su supuesta preocupación por los tan remanidos derechos humanos.
Cada uno verá causas distintas en este embusterío. Personalmente solo veo ignorancia, irresponsabilidad y mala uva.
Pero el hecho es que les resulta fácil convocar interesados para participar de este corronchoso espectáculo.
Es natural. Todos han sido mimados como héroes por nuestra irresponsabilidad colectiva. Los más tendrán, por cierto, el resentimiento que resulta casi natural a su condición. Y además se les ofrece dineros públicos para transitar una etapa de su vida que promete ser mejor.
Por eso resulta difícil pedirle al candidato portador de esta ficción una actitud más sociable. Máxime conociendo su precariedad intelectual.
Y demás está decir que esta actitud gamberra no resulta muy diferente a la que ensayarían ante una situación similar la inmensa mayoría de los personeros políticos que han secuestrado el estado y tomado de rehenes a los ciudadanos.
Más que criticar a este malaventurado muchacho, deberíamos dedicar nuestro tiempo a indagar sobre nuestra responsabilidad como habitantes que parecen haber renunciado a sus derechos ciudadanos. Porque premiar al corrupto o aplaudir al mentiroso no invita a la esperanza.

Y recordarles a los miembros de esta familia de orígenes cambiados que tienen la obligación de sostener la vigencia irrestricta de las leyes. Porque casualmente fue su quebrantamiento lo que los privó de ser quienes realmente eran.

miércoles, 9 de octubre de 2013

CURIOSIDAD

Con motivo del inconveniente de salud de la presidenta Fernandez, el vicepresidente Boudou ha quedado temporariamente a cargo del timón del gobierno. En los papeles al menos.
Esto ha despertado una catarata de comentarios de los políticos de la oposición así como del periodismo dedicado a llevar estos temas.
Claro que todos se apresuran a descalificar al vicepresidente motoquero, que parece no tener ningún apoyo.
Lo que despierta curiosidad son los argumentos esgrimidos por los opinantes, que se centran fundamentalmente en su lamentable figura y en su indecencia.
Pero vamos a ver.
Por de pronto es a él que le corresponde constitucionalmente reemplazar a la presidenta herida. Y no le quita ni le pone que el personaje sea rechazado - según encuestas - por el 60% de la población. Porque también parece que la presidenta cuenta con un rechazo similar. Y nadie le pide que se vaya.
Tampoco su sospechada indecencia hace la diferencia. Dado que la curricula de la presidenta en esa materia excede en mucho los escabrosos haceres del ungido.
Qué duda cabe que la abogada exitosa se ha enriquecido ilícitamente en la función pública. Por las de ella o como cómplice del que nos dejó.
Pero curiosamente los mismos que descalifican al vice se apresuran a desearle una pronta y feliz recuperación para que vuelva pronto a las andadas.
Y  hasta uno podría afirmar con seguridad que si el vice tuviera realmente el poder inherente al cargo no cometería los desaguisados diarios que comete la internada. Porque resulta muy difícil empardarla en esa materia.

Así que me resultan una curiosidad las críticas que recibe el tan sonriente como impresentable motoquero.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

NO ESTAMOS AYUDANDO A NUESTROS ESTUDIANTES

Las naciones que lideran el crecimiento económico procuran aumentar el ingreso de jóvenes en la universidad, pero -y es importante que los argentinos reconozcamos esto- no contemplan bajar el nivel de exigencias académicas. Por el contrario, apuntan a incrementar la matrícula universitaria a partir de un proceso de mejora de la calidad de la enseñanza secundaria, lo que permite establecer rigurosos criterios para ingresar en la universidad. De esa forma, cada vez habrá, pues, más estudiantes universitarios, lo cual es positivo, pero es crucial asegurar que su incorporación a la universidad los encuentre bien preparados, ya que cantidad sin calidad no es auspiciosa.

En este competitivo mundo globalizado, la universidad juega un rol central en determinar las posibilidades de cada nación de construir una sociedad no solamente próspera, sino también socialmente inclusiva. Ninguno de los países que han demostrado capacidad para crecer sostenidamente por varias décadas y mejoraron el nivel de vida de su población y abatieron la pobreza marginó la universidad o dejó de prestar atención a la calidad de la enseñanza que imparte. Las naciones exitosas se han preocupado por garantizar un alto nivel en la calidad de su enseñanza universitaria, al tiempo que procuraban que cada vez se incorporaran más alumnos provenientes de sectores postergados.

También estos países exitosos se han ocupado por establecer una nueva matrícula universitaria que apunte al futuro y no anclada en el pasado. Por esta razón, han impulsado preferentemente las carreras científicas y tecnológicas. Así se han fortalecido las diversas ramas de las ciencias básicas y aplicadas.

Los niveles más altos de graduación universitaria se dan en Australia, donde por lo menos seis de cada diez personas en edad para graduarse han obtenido un título universitario. En el resto de los países industrializados, esta proporción se ubica por encima del 35%. En cambio, la graduación terciaria en nuestro país es muy reducida (apenas 14%), a pesar de que son numerosos los estudiantes. Esto configura una situación anómala, de "muchos alumnos y pocos graduados".

En América latina nuestro nivel de graduación es inferior al de Panamá, Brasil, México, Chile y Cuba. Nos caracterizamos por ser una nación con escasa graduación universitaria. Por ejemplo, es cierto que Brasil tiene apenas 26 estudiantes universitarios cada 1000 habitantes, y Chile, 32, mientras que nosotros los superamos con nada menos que 41. Pero, si consideramos la graduación final, la situación es muy diferente: tanto Brasil como Chile están graduando más de 4 profesionales universitarios cada 1000 habitantes, mientras que nosotros apenas graduamos 2,5.

Surge una pregunta inevitable: ¿cómo es posible que nosotros, con más estudiantes, tengamos muchos menos graduados que nuestros vecinos?

La explicación numérica es bien simple: nuestros vecinos gradúan al final de la carrera a más de la mitad de los que ingresaron, mientras que nosotros apenas graduamos algo más de la cuarta parte. Tal anomalía se funda en el preocupante hecho de que son muy pocos los estudiantes nuestros que concluyen sus estudios y se gradúan, principalmente por su deficiente preparación previa.

Estamos graduando apenas 27 de cada 100 ingresantes. Esa pobreza de resultados es notoria cuando se la compara con otras naciones: por ejemplo, Japón (91), Dinamarca (81), Rusia y Reino Unido (79), Canadá (75), Suecia (69), Francia (67) y México (61). Como se ve, muchos estudiantes mal preparados no aseguran una alta graduación.

Para entender nuestra escasa graduación prestemos atención a lo que ocurrió recientemente en Brasil, lo que ayuda a explicar la gran diferencia entre la graduación argentina y la brasileña. El sábado 3 y el domingo 4 de noviembre de 2012 fueron en Brasil y la Argentina días muy distintos para los adolescentes que concluyen la escuela secundaria y piensan ingresar en la universidad. Para ninguno de los nuestros fue un día especial en lo que concierne a los estudios, por eso muchos pudieron tener un fin de semana como cualquier otro, incluso con activa vida nocturna. Pero los adolescentes brasileños enfrentaron un fin de semana distinto, ya que en esos dos días se tomaron los exámenes ENEM, cuya aprobación es indispensable para poder ingresar en cualquier universidad.

El tiempo perdido durante la escuela secundaria cuando se estudia poco difícilmente se puede recuperar después en la universidad. El ENEM es una exigente valla por superar, que impulsa a estudiar durante todo el ciclo secundario para ingresar así bien preparado al nivel universitario. Es decir que, justamente, es el estudiante el más beneficiado. En realidad, ningún lector debería sorprenderse por esta práctica, que es común desde hace muchas décadas en todos los países del mundo desarrollado, como Francia, Italia, Reino Unido, Alemania, Austria, Holanda, Dinamarca, Estados Unidos, Irlanda, Hungría, Israel, Suiza, Finlandia, Japón y Australia.

En América latina estas pruebas de ingreso obligatorias también se aplican en países muy distintos desde el punto de vista político, como Chile, Brasil, Colombia y Cuba, donde el gobierno de los Castro proclama: "Hay que insistir de manera particular en la preparación de los jóvenes para estos exámenes, que no son un fin en sí mismo, sino la garantía del éxito en los estudios universitarios".

El presidente Rafael Correa acaba de implantar en Ecuador el Sistema Nacional de Nivelación y Admisión (SNNA) que "examina a quienes buscan un cupo en las universidades públicas y privadas". Para poder ingresar en la universidad, hay que tener más de 555 puntos en este examen, pero para poder hacerlo a las carreras de Educación o Medicina, el puntaje requerido debe ser superior a 800 puntos. Los médicos y los maestros deben ser los mejores estudiantes, según Correa.

Nuestro régimen universitario, por el contrario, es de una originalidad incomprensible, ya que no incluye este tipo de exámenes generales al concluir el ciclo secundario (aunque tampoco los prohíbe).

Esto significa que hemos decidido liberar a los adolescentes del esfuerzo que demanda prepararse para afrontar una prueba general de ingreso a la universidad, como el ENEM que rige en Brasil. La pregunta, ahora, es la siguiente: ¿quiénes tratan mejor a sus adolescentes y se preocupan más por su futuro laboral? ¿Los brasileños, chilenos, colombianos, cubanos y ecuatorianos, con esas grandes exigencias que los impulsan a estudiar, o los argentinos, con la visión facilista que excluye este tipo de exámenes generales y no propicia la cultura del esfuerzo y la dedicación para el estudio?

Por todo esto es difícil de entender por qué la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados propicia ahora una nueva ley para nuestras universidades que, en su artículo 4°, establece: "Todas las personas que aprueben la educación secundaria pueden ingresar de manera libre e irrestricta a la enseñanza en el nivel de educación secundaria". Es decir, prohíben lo que se hace en todo el mundo que progresa.


No se entiende esta vocación legislativa de ir a contramano de la tendencia universal que busca darles una mejor preparación a los adolescentes. Sobre todo cuando sabemos que vivirán en un mundo difícil, cada vez más globalizado y competitivo.

Alieto Guadagni

domingo, 30 de junio de 2013

PENSANDO EL FUTURO

En el sistema corporativo argentino son pocos los actores que producen riqueza genuina. El sector agropecuario, la industria extractiva y algunas pocas industrias y servicios hasta que  las exacciones las sacan de competencia. Cuando lo producido por estos actores deja de alcanzar para arbitrar los requerimientos de los distintas corporaciones, los gobiernos de turno recurren a alquimias que siempre terminan en desbordes inflacionarios y en groseros endeudamientos externos o internos.
Para mantener lo que comúnmente se denomina gobernabilidad, el partido popular va entonces concentrando el poder en el “conductor de turno” hasta más allá de la legalidad.   
Esto, claro, es una radiografía de lo que está ocurriendo por estos días.
Y naturalmente sale a dirimir sus diferencias para conservar ese poder. Dado su carácter movimientista de corte corporativo, encierra en sus propuestas una oferta populista y dos ofertas que parecen más civilizadas pero que acogen a los conocidos de siempre, representantes de las diversas corporaciones.( sindical, industrial, profesional, mediática y naturalmente política). Con un aditamento propio de estos tiempos: la profusión de cónyuges de políticos incorporadas a las listas de candidatos. Lógica por otra parte. Ya que los políticos se han apropiado del estado al punto que ya reviste el carácter de bien ganancial.
Cabe suponer que una de estas ofertas que califico como más civilizadas derrotará  en las elecciones de medio término y en las elecciones del 2015 a la oferta populista. No sin antes alumbrar de acá al 2015 cimbronazos sociales y económicos  que pueden poner  en peligro los retazos de  paz social que aún quedan.
Y por cierto las demás ofertas electorales, también corporativas pero de cuño más republicano, serán nuevamente el pandán que acompañará la lid movimientista.
Si todo ocurre de esta manera - y no hay ningún elemento que parezca alterar este deplorable sendero al que somos afectos los habitantes de estas tierras - vale la pena comenzar a analizar las arideces que nos dejarán estos indecentes, desvergonzados e incompetentes personajes que han azotado al país durante más de una década.
Veamos primero el contexto externo.
Por de pronto, la economía internacional para el futuro inmediato parece que será bastante diferente a la que tantas alegrías le dio a los países emergentes durante los últimos años.
Bastaron unas pocas y prudentes palabras  de don Bernanke para alumbrar un terremoto financiero. Solo dijo que iba a considerar el retiro de los estímulos monetarios si la economía de los Estados Unidos se recuperaba.
Suficiente para que las bolsas se desplomaran, los inversores reacomodaran sus dineros y los nervios afloraran.
Por cierto que esto ha sido el clásico "overshooting" que acompaña el inicio de lo que promete ser un cambio de paradigma. Y que las cosas se van a ir acomodando.
Pero no deja de ser el comienzo de una hoja de ruta que valorizará el dólar y castigará a los monumentales precios de las llamadas “commodities”. Precios que, a no dudar, se mantendrán no obstante en niveles interesantes porque cabe suponer que China seguirá creciendo a tasas altas y que las multitudes que en los último años abandonaron el pellejerío para ingresar a la clase media mantendrán sus pertenencia.
Sin perjuicio que seguramente ya no asistiremos al festival de alegrías que parecía augurar un crecimiento robusto y sin fin.
El frente interno no luce menos complicado. Un gasto público desbordado que – dicen los expertos – supera el 40% del producto, inflexible a la baja e infinanciable. Grupos sociales desvastados por la miseria, a los que habrá que continuar asistiendo. Presión impositiva desorbitada. Fenomenal déficit energético que llevará años de inversión paliar. Inflación desbordada. Sistema previsional en estado calamitoso, nuevamente con deuda. Infraestructura en estado terminal.(Los trenes son solo un ejemplo). Empresas de servicios públicos fundidas. Sistema educativo público depredado por los “trabajadores de la educación”, al punto que ha perdido 300.000 alumnos en los últimos diez años. Lo que al fin y al cabo no debe resultar tan importante porque solo se trata de educación, como lo demuestran los tres políticos fuertes de la provincia de Buenos Aires, ninguno de los cuales  ha salido de la universidad con un título abajo del brazo.
Un estado repleto de vagos y sinvergüenzas supernumerarios a los que hay que pagar todos los meses. Sistemas de promoción industrial o seudo industrial (el más extremo es el de Tierra del Fuego) que además de significar un enorme costo para el erario público limitan el acceso de los ciudadanos a nuevas tecnologías. Universidades públicas de las que egresan alrededor del 27% de los que ingresan. Y los que egresan mayoritariamente parece que son profesionales de los que la sociedad está muy bien abastecida (médicos, por ejemplo) y los que por su volumen no son funcionales a la actividad económica e ingresarán a las corporaciones profesionales ya existentes para continuar demandando su diezmo. (abogados, contadores, arquitectos, gestores con títulos rimbombantes entre otros, sin olvidar a los sicólogos que seguramente pronto formarán su propia corporación para hacer obligatoria su actividad).
Una intrincada red de regulaciones que asegura a los miembros de las distintas corporaciones ingresos sin aportar valor  al circuito económico.
Falta de seguridad personal, problema  que no se sabe bien como solucionar. Y vinculado a ella una pasmosa instalación del narcotráfico hasta extremos que nunca pensamos ver en el país. A lo que cabe agregar la anomia que permite desbordes incontrolables en el espacio público.
Y claro que a esta larga lista faltará agregarle los seguros desaguisados que acompañarán los dos últimos años de gobierno.
En fin. Resultados de una década ganada.
Así que el próximo gobierno se encontrará con algunos problemillas. Problemillas que solo podrá solucionar – o al menos paliar -  de la único forma que conoce el mundo civilizado. Que es abandonando el sistema corporativo e ingresando al capitalismo.
Pero resulta que el capitalismo tiene muy mala prensa en nuestra cultura. Así que a poco de andar, será acusado de “neoliberal”, de tener pensamiento único, de vender la soberanía, de aceptar los condicionamientos el FMI y de, seguramente,  un nuevo consenso de Washington. Y de todas las demás acusaciones a las que normalmente está expuesta la racionalidad.
En esta crítica se abroquelarán todas las corporaciones nativas, todos los partidos políticos opositores, la corporación periodística, la  “intellegentĭa” nac & pop. Y todos los viandantes. Porque no hay que olvidar que la Argentina es un país de buena gente.
En esta línea, desde ya afloraron las crítícas. Una fogosa diputada opositora aficionada a las denuncias expresó que el candidato más famoso de la provincia de Buenos Aires responde al “establishment”. Y un conocido matón a sueldo del gobierno lo sintetizó en un afiche donde lo muestra enmarcado por las banderas israelí y estadounidense.

Y como el gobierno de la “década ganada” ha tenido la prudencia de disminuir notablemente el endeudamiento externo ( o la impericia de no aprovechar créditos baratos a largo plazo utilizables para el desarrollo), el nuevo gobierno – luego de dar las explicaciones del caso y levantar los muertos – podrá contar con financiamiento para transitar las arideces. O utilizarlos para satisfacer las exigencias de las corporaciones y contarle a la buena gente que todo marcha sobre rieles. Por un ratito, claro.

miércoles, 3 de abril de 2013

RELOJEANDO EL FUTURO


Resulta común escuchar a políticos, economistas,  periodistas y ciudadanos de a pie afirmar que el crecimiento sustentable que permita un mejor estar de los argentinos se producirá fácilmente una vez superado el tiempo de este gobierno, a condición que el próximo aplique políticas sensatas. Argumentan que el notable aumento del precio de los bienes primarios y la enorme cantidad de capitales disponibles en el mundo asegura esa futura bonanza económica.
Es correcta esta afirmación?
O se trata de una vuelta de tuerca de ese facilismo que resulta una marca registrada en la Argentina?
Pensemos un poco.
Es cierto que los precios de los productos primarios se mantienen en rangos altos. Y que todo hace pensar que esto continuará así en el futuro debido a que el notable crecimiento de todos los países durante los últimos años ha incorporado a la clase media a millones de nuevos consumidores que demandan más y mejores alimentos. A lo que cabe agregar, como frutilla del postre, la preocupación por el cuidado del medio ambiente que embarga a ciudadanos y gobiernos responsables y los llevan a buscar energías alternativas que involucran la utilización de productos agrícolas.
Claro que esta es una parte de la historia.
La otra nos dice que este notable aumento de precios no solo está determinado por una demanda sostenida sino también por una infrecuente debilidad del dólar.
Una tasa de interés de los bonos americanos cercana a cero también influye para que los fondos busquen alternativas de inversión. Y seguramente los precios de los productos primarios también son traccionados por esta búsqueda.
Pocas dudas caben que con el transcurso de los meses el dólar se irá valorizando y que en algún momento el amigo Bernanke (o quien lo suceda) decidirá retocar esta tasa casi inexistente.
Superadas estas distorsiones sabremos con más certeza cuál es el valor real de nuestra producción primaria. Que seguramente será alto. Pero también tambien seguramente su tendencia al aumento estará limitada por un modesto crecimiento de la economía mundial.
Y claro que una vez que el río vuelva a su cauce no veremos tantos dinerillos ansiosos de buscar inversiones a cualquier precio.
Pero este lado de la historia tiene también otros aspectos que vale la pena considerar antes de alegrarnos por un futuro venturoso.
El desarrollo económico cierto, seguro, sustentable, requiere – además de condiciones particulares que puedan ayudar - básicamente una sociedad dispuesta a afrontar la acometida. Una sociedad que entienda el valor del esfuerzo, del trabajo, del conocimiento, de la racionalidad. De reglas de convivencia civilizadas.
Una sociedad que, sin abandonar el ejercicio de sus derechos, esté dispuesta a cumplir a rajatabla con sus obligaciones para que tal desarrollo se torne viable.
Y no parece ser este el talante de la sociedad argentina. Una cultura corporativa y anticapitalista difícilmente sea la plataforma de lanzamiento del progreso económico.
Pensar que la riqueza está al alcance de la mano y que solo basta tomarla o quitársela a otro sin mayor esfuerzo fue una magnífica idea para los reyes católicos. Pero no sirve para transitar el camino hacia un mayor bienestar económico.
Y no se trata de un tema menor. Se trata de una cultura. Y de cultura no se cambia a voluntad de la mañana a la noche.
Se requieren años. Tal vez generaciones. Y por cierto una clase dirigente preparada para la acometida. Una clase dirigente que no tenemos.
Pero estos no son los únicos obstáculos.
Los argentinos, apasionados por los cliches y las noticias atrasadas, festejan jubilosos la inversión en el llamado deterioro de los términos del intercambio. Los europeos y los americanos ya no nos venden un kilo de fierro al precio del oro. Ahora somos nosotros los que vendemos los cereales a valores superlativos.
Pero resulta que esta teoría cepalina que nos sirvió para justificar nuestra holganza tiene ya varios años. Por lo que estaba referida a las características productivas de hace cincuenta años o más.
Hoy en día no existe más ese perfil fabriquero, que ha sido derivado a países de mano de obra barata como China o Vietnam.
Por estos días vivimos en la sociedad del conocimiento y los países desarrollados dedican sus esfuerzos a los emprendimientos tecnológicos. De ahí el valor excepcional que tiene hoy en día la educación. De ahí que Brasil incorpore en su presupuesto una cifra millonaria en dólares para becar a sus estudiantes en universidades americanas o europeas. Y que los chinos invadan las más importantes casas de estudios del país del norte.
De eso se trata.
Porque los servicios y la tecnología son las actividades que más aseguran puestos de trabajo bien remunerados.
Alguna vez la Argentina, por su nivel educativo, tuvo las condiciones para sumarse al club de los países industrializados. Y no lo hizo. Hoy, por su pobreza educativa,  le resulta imposible sumarse a la sociedad del conocimiento.
Así que este lado de la historia nos muestra un panorama mucho más complejo. Que nos obliga a pensar.
Y a imaginar.
Por ejemplo, el mundo de los robots. Que aunque parezca ciencia ficción, está ahí. A la vuelta de la esquina. Cuando llegue el momento en que una enorme cantidad de tareas sean realizadas por robots. A que se dedicará el ser humano entonces? Como se organizarán las sociedades? Menudos problemas. Que sin duda se plantearán. Y para los que solo la educación y el conocimiento podrán buscar alguna respuesta.
Estos son los temas del futuro. Del futuro próximo.
Así que podemos barruntar que las ventajas de nuestras producciones primarias, de mantenerse, seguramente nos ayudarán a pasarla un poco mejor. Pero que nuestras formidables carencias nos mantendrán en el subdesarrollo.
Un subdesarrollo que, dado su tiempo y características,  podríamos definir como de segunda generación.

lunes, 25 de marzo de 2013

ARTICULO SOBRE LA EDUCACION


Desde ya hace varios años están ocurriendo grandes transformaciones en el sistema educacional de nuestro país. Adelantemos que estas transformaciones poco tienen que ver con el discurso oficial imperante, por ejemplo, en lo que hace a la importancia y papel que debe jugar la educación pública. Pero vayamos a los datos de la realidad, con las cifras oficiales que periódicamente publica el Ministerio de Educación; para ello consideremos los 14 años que van desde 1996 al 2010 prestando atención a dos periodos, el primero desde 1996 al 2003 y el segundo desde 2003 al 2010 (este es el último año con información completa oficial). Entre 1996 y el 2003 la matricula total escolar aumenta un 17,3 por ciento, lo cual significa que 1,8 millones de estudiantes se incorporaron a instituciones educativas. Esta cifra comprende todos los niveles desde el Jardín de Infantes hasta la Universidad. Pero en los siguientes siete años desde el 2003 al 2010 esta misma matricula crece apenas en 1,05 millones de alumnos, es decir un 8,7 por ciento. Esto significa que el crecimiento de la cobertura escolar total es ahora muy inferior. Pero además de esta importante disminución en la cantidad de alumnos que se incorporan anualmente al sistema escolar, ocurre a partir del 2003 un fuerte proceso de privatización escolar. Entre 1996 y el 2003 ingresan a escuelas o Universidades estales más de 1,4 millones de estudiantes, pero en los últimos siete años apenas se incorporan 390 mil. Por el contrario aumenta fuertemente la incorporación al sistema privado, ya que entre 1996 y el 2003 de cada 100 nuevos estudiantes incorporados al sistema educativo apenas 20 lo hacían en institutos privados, ahora la situación es muy distinta ya que, entre 2003 y el 2010, 63 de cada 100 nuevos estudiantes ingresan a establecimientos privados. En el nivel primario la realidad es muy preocupante, porque estamos en presencia de un verdadero éxodo de la escuela pública. Entre el 2003 y el 2010 la matricula estatal primaria registra nada menos que 263.500 niños menos matriculados, mientras que en esos mismos siete años la matricula privada aumenta en 182.300. Este éxodo de niños de las escuelas estatales es una señal que debería ser reconocida, y a partir de esta visión objetiva de esta declinación se aborde una política educativa de fortalecimiento de la escuela pública. Pero para esto hay que comenzar por decir la verdad, esto exige dejar de difundir información falsa como la comunicada al Congreso de la Nación el 15 de setiembre del 2011. En este importante mensaje por la presentación del presupuesto 2012, los entonces Jefe de Gabinete Fernández y Ministro de Economía Boudou erróneamente afirmaron “Ya se están produciendo resultados significativos, la matrícula escolar primaria aumento 10 por ciento”. Estos funcionarios se referían a la evolución de la matricula primaria entre el 2009 y el 2010, pero la verdad es que no solo no había crecido sino que en las escuelas primarias estatales habían 25.042 niños menos. No es malo que avance la escuela privada, lo grave es que retrocede la pública.

Alieto Guadagni
Cronista Comercial