miércoles, 30 de noviembre de 2011

DILEMA ETICO

El sistema para calificar a los candidatos para desempeñar la judicatura ha sido siempre un tema complejo. Especialmente si se pretende designar jueces leidos e independientes del poder político.
La disparatada reforma de la Consitución de 1994 creó a tal efecto el Concejo de la Magistratura ( con "c") , al que se le otorgaron tantas facultades que muchas veces entró en colisión con las naturales de superintendencia de la propia Corte.
Lo que se vendió como un razonable sistema de designación, escondía un siniestro mecanismo que permite a los políticos el nombramiento de amigos para cumplir con compromisos políticos e ideológicos ,cuando no sexuales, y asegurarse un manto de impunidad para sus escabrosos haceres.
El lamentable estado del poder judicial por estos días es la prueba más acabada de lo
perverso del sistema incorporado a la Constitución. Además del dispendio de dinero que significa en secretarias, asesores, automóviles, luz, etc..
Todo se trata finalmente de una pulseada política para incorporar como jueces a los favoritos de las circunstanciales mayorías con prescindencia de la aptitud y decencia de los nominados, quedando todos bajo un manto de sospecha..
Recientemente se produjo otro encontronazo con motivo de la selección de - creo - cuatro jueces federales. El gobierno pretendía seleccionar a dos de los cuatro, dejando a los demás sectores del Concejo la selección de los dos restantes. Esto fue rechazado y un representante de los abogados propuso dejarle al gobierno la selección de uno que, según parece, era cuestionado por copiarse en el examen, como una forma de llegar a un acuerdo que destrabara el conflicto. Los representantes del gobierno parece que primero rechazaron esta propuesta pero luego volvieron sobre sus pasos y ellos mismos propusieron esta tesitura. El referido representante de los abogados aceptó por cierto la misma y destrabó la votación. Y se desató una increíble polémica.
Un sector del Concejo recriminó al representante de los abogados que originalmente propuso el acuerdo y a un diputado que lo respaldó. Los acusaron de no responder al mandato que tienen otorgado, de cómplices del gobierno nacional y de pretender favorecer paralelamente al intendente de Buenos Aires.
El acusado se defendió alegando que no podía rechazar lo que él mismo había propuesto. Que se trataba - según él – de mejorar la situación actual al tener tres candidatos decentes y solo un cuarto aparentemente un poquitín adolescente. Que no votar nuevos nombramientos hubiera importado mantener la situación actual – pavorosa por cierto - quedando dos de los juzgados vacantes sujetos a la designación temporal del ejecutivo. Y que esta situación se habría mantenido sine die.
Los impugnantes rechazaron esta argumentación alegando que su misión es la elección de candidatos probos para los cargos en juego y que tal tesitura no admite medias tintas.
Pero también pidieron la renuncia del responsable por responder a intereses inconfesables.
Y el diputado que apoyó – o asesoró – al abogado parece que hasta se quedó sin amigos.
Sin duda que hay una manera más civilizada y sobre todo más interesante de analizar este entuerto. Y hasta podemos recurrir a Max Weber para que nos ayude, partiendo de la base que estamos hablando de un disenso entre gente honorable.
Veamos. El abogado y el diputado a quienes se trata de descalificar sostuvieron su actitud sobre la teoría del mal menor. En su participación en la selección de candidatos a jueces su deber consiste por cierto en buscar la excelencia. Pero cuando resulta imposible arribar a lo buscado, su responsabilidad lo obliga a optar por la solución que asegure una mejora con relación a la situación anterior.
Podemos denominar a esta tesitura ética de la responsabilidad.
Por el contrario, sus detractores no aceptan ningún desvío de la excelencia. Y no es válido buscar caminos alternativos aunque estos sirvan para mejorar la realidad.
Se basan en la ética de los principios.
O sea que en este caso nos encontramos con un dilema ético. Y bienvenida sea esta curiosidad en el país de los barras bravas y de las milanesas para todos.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

MODESTO CONSEJO PARA RADICALES.


Leí días pasados lo expuesto por un escritor indio al referirse a la democracia. Expresó que esta funciona cuando existe un gobierno decente y una oposición inteligente. (glup…)
Debo decir que estuve tentado de terminar acá este artículo porque queda poco por agregar. Pero la convención celebrada también días pasados por el partido centenario me hizo vencer la tentación.
Dejando de lado la hojarasca de las trompadas y la curiosidad por los horarios de la reunión, que nos indica que los convencionales son reacios a levantarse temprano como la mayoría de la gente que trabaja y prefieren dirimir sus diferencias ya bien pasada la hora del whisky, vayamos a su contenido.
No entiendo bien para que se reunieron,  porque hay que ser radical para comprender como funciona el colectivo. Pero lo más ilustrativo fue que un conspicuo miembro de la organización le recriminó a otro conspicuo miembro por no haber votado a favor de la ley de ADN, la ley de medios y la estatización ( o confiscación, diría para ser más exacto) de los fondos de las AFJP. Como recomendaban  las banderas históricas del partido agregó, mientras le propinaba un puñete. Y  la juventud gritaba por volver a los nacional y popular y nunca más aliarse con  indecentes derechistas.
Pues muy bien.
Si el colectivo radical tiene la honesta intención de que el país mejore y progrese, solo cabe una recomendación para la próxima convención, que les propongo incluir en la orden del día.
Por de pronto, declarar la disolución del partido. Y dejando de lado su prurito antiperonista, convocar a todos su adherentes a afiliarse al partido de gobierno y conformar una línea interna dentro del mismo. Eso permitirá, como en todo partido democrático, una corriente interna que apoye las medidas del gobierno pero se distinga por reclamar además más decencia en los procederes y más democracia en los haceres. Que es en definitiva la única contribución útil que más o menos puede hacer esta más que centenaria corriente política. 
Y dejar abierto el espacio que actualmente ocupa a otra expresión verdaderamente de oposición, que ofrezca una alternativa diferente al monocorde panorama populista y corporativo que muestra el sistema político del país.
De esa manera, siguiendo a nuestro nuevo amigo indio, tendremos más decencia en el gobierno y más inteligencia en la oposición. E iremos así perfeccionando nuestro sistema democrático.   

miércoles, 16 de noviembre de 2011

NECESITAMOS MAS CAPITALISMO


El mundo está atravesando tiempos turbulentos. El caos económico oficialmente iniciado en los Estados Unidos con la explosión de la bicicleta de hipotecas “sub prime” puso en vilo a todo el sistema financiero internacional. Y mientras ese país trata de salir a los tumbos del problema, Europa se enfrenta a sus consecuencias. Y a la exteriorización de sus propios problemas. Como la inconsistencia de un sistema de moneda única y políticas fiscales diversas. A un estado de bienestar que nadie sabe muy bien como financiar. Y a la pretensión de muchos ciudadanos europeos de vivir como alemanes y trabajar como argentinos.
No es nada nuevo. Todos los hombres ( y mujeres, para no discriminar)  han vivido malos tiempos.
Frente a este panorama tormentoso, se ofrecen diversas recetas para transitar la emergencia. Desde la pintoresca recomendación de la presidente argentina de copiar su  modelo corporativo hasta la opinión de intelectuales destacados como Paul Krugman,  que acusan a Obama de tibio por no inundar el mercado con dinero fresco para facilitar y acelerar la recuperación.
Claro que Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal y Tim Geithner, secretario del Tesoro, dos expertos en bailar con la más fea, parecen no coincidir con la manga ancha de estos críticos. O no coincidir del todo por lo menos. Y experiencia no les falta.
También reciben su sayo los políticos y funcionarios europeos, quienes se muestran aún más renuentes a poner la maquinita en funcionamiento. Básicamente porque Alemania – casi la dueña de la maquinita – no parece dispuesta a pagar todas las cuentas de los vecinos.
Los unos consideran que la eventual inflación que puede acarrear tanta generosidad no pasa de ser eso: eventual. Y los otros resultan más cuidadosos en evaluar las consecuencias del posible dispendio.
Quien tiene razón?
Es como preguntar quién va a ganar el partido entre el Madrid y el Barcelona a los 30 minutos del primer tiempo.
Claro que nunca sabremos como hubieran resultado estas recetas extremas porque ni los estadounidenses ni los europeos parecen dispuestos a adoptarlas.
Lo que si está claro es que los ciudadanos de estos países deberán digerir el “hangover” que ha dejado la fiesta de los últimos diez años, periodo en que la economía mundial creció a tasas inéditas, ciudadanos y gobiernos se endeudaron también a tasas inéditas  y nadie estaba dispuesto a rechazar la copa de champagne que les ofrecía una señorita pulposa a las doce de la noche. “Hangover” que en mayor o menor medida va a sufrir todo el mundo.
Y para eso se necesita tiempo. Así que no hay más remedio que esperar  unos años hasta tanto el tren reanude su marcha.
Y además utilizarlos para estudiar que falló y como solucionarlo. Para que los próximos soponcios resulten novedosos y no más de lo mismo.
Para ello hagamos el siguiente ejercicio. En que se parecen un fabricante de bigornias, un ingeniero y un jugador de futbol?
Muy fácil. En que si los tres tienen éxito en sus respectivas actividades van a ganar dinero. Por el contrario, si el fabricante de bigornias es desplazado del mercado por alguien mas eficiente; al ingeniero se le derrumban los puentes que diseña y el jugador de futbol no marca goles, ninguno de los tres ganará dinero y se fundirán.
Así funciona el capitalismo. Menos en el sector bancario.
Veamos las diferencias. Allí nadie desarrolla ningún “skill” específico que como consecuencia del cual les permita ganar dinero. La única habilidad que tienen es….la de ganar dinero.
Para ello han logrado que la sociedad les asegure a sus clientes que si el banco se funde les devolverán el dinero depositado. Hasta determinado monto, por cierto, porque se presume que el que maneja mucho dinero suele tener las incumbencias necesarias para que el banquero no lo pase como alambre caído.
Pero ya resulta muy difícil que se fundan porque cuando las cosas van mal inmediatamente se fusionan con otros bancos hasta crear conglomerados gigantescos que manejan mas dinero que la mayoría de los países.
Estos conglomerados planetarios inventan cualquier tipo de tropelías para aumentar sus ganancias y distribuir entre sus jerarcas enormes cantidades de dinero.
Y resulta difícil creer en su inocencia. Porque han “lavado” sin carmesí en el rostro todos los dineros “non sanctos”  producidos por actividades siniestras como el tráfico de drogas o de armas. Y porque tantos egresados de Harvard, Yale o Cambridge no pueden desconocer que al final del camino los deudores hipotecarios no iban a poder cancelar sus hipotecas o que un país que no crece y con ciudadanos poco afectos al trabajo iba a poder pagar deudas que superan el valor anual de lo que producen.
Para eso tienen cómplices. Los políticos por cierto, tan afectos a los “efectividades conducentes” a las que les permiten acceder los dueños de las mismas, las curiosas sociedades calificadoras de riesgo y todos los voceros cercanos al poder del dinero.
Y cuando el gobierno estadounidense decidió dejar caer a uno de estos conglomerados, el vendaval que azotaba el mundo se convirtió en huracán. Así que decidió ayudar a los demás con el dinero del vecino desocupado. Claro que cuando mas o menos se acomodaron se olvidaron que su razón de ser es prestar dinero y prefirieron sentarse arriba de los fondos del desocupado y volver a distribuirse magníficos premios anuales para festejar su inteligencia.
Que destino diferente al de nuestro capitalista amigo fabricante de bigornias, quien vive en lo de su mamá porque la mujer lo echó de la casa. Y trabaja a tiempo parcial con un primo  - que todos los días lo mira socarronamente -  para medio llenar la heladera.
Así que la tarea para los próximos años es lograr que el sistema financiero se adapte como cualquier otro vecino a las reglas del capitalismo. Por cierto que es una tarea difícil porque hay que encontrarle la vuelta. Y de un desafío formidable, porque se trata de destronar a los dueños del dinero y a sus secuaces