jueves, 2 de agosto de 2012

CARTA AL SEÑOR VICTOR HUGO MORALES


Don Morales
Hace tiempo que vengo viendo artículos y declaraciones de diferentes periodistas sobre la actitud que usted parece haber tomado con relación al gobierno y a la situación política argentina en general. Debo decirle que no me resulta un tema de particular interés porque hasta donde yo se usted es un relator de fútbol. Y no me parece que los dedicados a este menester tengan - en general -  las incumbencias necesarias para fundar opiniones sustanciales sobre temas que requieren una preparación intelectual algo más esmerada. Claro que, como lector de diarios, no puedo dejar de ver los copetes de estos artículos y declaraciones así como de sus respuestas.
Pero el domingo pasado vi el programa del periodista Jorge Lanata. Y escuché en el mismo las declaraciones de dos periodistas uruguayos sobre su relación con un mayor del ejército de su país y con el asiento de un regimiento denominado La Florida, donde - siempre según estos periodistas - se encontraban personas detenidas ilegalmente. Esto dió pie para que el conductor del programa  se refieriera a lo contradictorio de sus declaraciones con relación al tan meneado tema de los derechos humanos.
Debo confesarle que el programa no me gustó para nada. Porque ya estoy un poco cansado de las denuncias y acusaciones ligeras que solo sirven para crear sospechas e incógnitas sobre las personas. Y muchas veces arrojarlas a la controversia pública sin elementos fehacientes que acrediten los dichos.
Si bien en este caso se pasó un video donde aparentemente usted está saludando o despidiendo  al mayor de marras con evidentes muestras de aprecio, no conozco el contexto de esa salutación para determinar su alcance. Porque aunque luzca politicamente incorrecto por estos tiempos azarosos y algo sesgados, el hecho de contar con amigos militares no califica ni descalifica a una persona.  Como a muchos facciosos le gustaría.
Por cierto que ya en tema, leí las distintas declaraciones y retrucos que originó el programa. Tanto de  personas que tengo por serias como de la cáfila de plumíferos que se apuntan a cualquier bulo.
Pero las que más me llamaron la atención por su mezquindad y falta de urbanidad fueron las suyas. Al punto que también leí su penitente aclaración sobre el alcance de las mismas.
No soy quien para juzgar su calidad personal. Pero como ciudadano argentino tengo el derecho de solicitarle un estar más recatado en este país.
Recato en opinar sin entender sobre temas políticos que nos atañen a los argentinos. Recato en calificar publicamente al prójimo.
En fin, el recato que tiene en casa ajena cualquier persona que pasa por educada.