domingo, 26 de febrero de 2017

LA ARGENTINA Y LOS DERECHOS HUMANOS (IV)

Seguramente nunca se podrán conocer a ciencia cierta las razones que llevaron a los militares a actuar como actuaron.
Miembros de una clase media institucionalmente dañina pero personas honorables en términos generales, nunca podrán explicar – y creo que tampoco explicarse – como hicieron lo que hicieron. Como no tuvieron siquiera la decencia de permitir que el enemigo enterrara a sus muertos.
Claro que nunca hay una sola razón. Pero si queda una sola enseñanza. Apartarse de la ley – aunque sea de la elusiva ley de la guerra – solo trae abusos, injusticias y tragedias.
Las voces de alarma comenzaron a llegar desde el exterior. Fueron los tan denostados países civilizados, también sufriente enemigos del terrorismo como moda de época, los que comenzaron a llamar la atención sobre lo malvado de los procederes.
Fue la tan devaluada Organización de Estados Americanos la que comenzó a investigar para recibir como respuesta que “los argentinos somos derechos y humanos”. Fueron los diversos países que comenzaron a dar asilo a los que abandonaron la lucha. Y a los que eran perseguidos sin tener arte ni parte. Y a los que tuvieron el arte de hacerse pasar por perseguidos.
Fue el propio presidente del llamado proceso quien reconoció los “excesos”, eufemismo utilizado para escamotear la zafiedad.
Llegadas las nuevas elecciones, luego del desvarío colectivo de Malvinas, quedaron claras dos posiciones. La del partido de Perón, que proponía, siempre en medias palabras, una amnistía general. Y la del partido radical, que denunciaba el “pacto militar-sindical” y  prometía  juzgar a los  responsables de tanta truculencia.
Contra todos los pronósticos,  ganó las elecciones un señor que demostró desde la época militar su compromiso con la ley y con los derechos de las gentes.
Y cuando asumió expuso su decisión y valentía para llevar ante los tribunales a los responsables de tanta malevolencia.
Fiscales y jueces independientes y honorables acusaron,  juzgaron y condenaron a los hallados culpables. Y pareció que un nuevo estilo de convivencia arribaba a la Argentina.
Pero no le resultó fácil al presidente transitar su tiempo. Porque los militares se fueron con la cola entre las patas pero con las armas en la mano. Y los terroristas no estaban dispuestos a abandonar su feroz trajinar.

Natural. La violencia se convierte finalmente en un estilo de vida.

martes, 14 de febrero de 2017

HUMOR POLITICO

Lo peor de la manga de inútiles que vienen ostentando el poder político y administrando el Estado desde hace décadas (generalicemos que en general no nos vamos a equivocar), es que te obligan a estudiar temas que no te interesan en lo más mínimo, salvo que uno esté directamente involucrado.
¿Desde cuándo un tipo como usted o como yo tenemos que perder horas estudiando la Ley de Quiebras y Concursos para saber si el acuerdo del Estado con el Correo de Franco Macri es correcto o es una joda? ¿Qué corno nos importa saber si los montos consolidados de las deudas en las convocatorias de acreedores son indexables, le corren intereses o quedan congelados? ¿Por qué la política nos exige investigar estas pavadas en lugar de hacer algo para que arranque el campeonato de una buena vez así podemos disfrutar de nuestras murgas preferidas?
Nos pasamos el día debatiendo fallos de la Cámara de Casación, mínimos no imponibles, pericias balísticas, la coparticipación federal o el funcionamiento del Consejo de la Magistratura.
¿Cómo puede ser que cuando las familias argentinas se sientan a la mesa un domingo al mediodía, antes de clavarse el primer raviol, ya están discutiendo sobre la contraofensiva montonera del ´78?
¿Cuántos matrimonios han fracasado porque el marido puso la libido en la vigencia de la cláusula pari passu en la refinanciación de la deuda externa en lugar de focalizarla, por ejemplo, en las tetas de su mujer, ahora que el tema está tan de moda?
¿Cuántas pizzerías han tenido que cerrar porque su dueño dedicaba más tiempo a pensar en la emisión monetaria y el déficit fiscal que en la salsa de tomate, razón por la cual la pizza terminaba siendo un asco?
¿Estará allí el secreto de nuestro fracaso?
¿Será que somos incapaces de delegar con tranquilidad en nuestros dirigentes para así poder dedicarnos cada uno a lo suyo?
Al menos esta semana pudimos esclarecer y terminar con dos de los temas que hace años nos distraen de las cosas importantes de la vida.
El primer tema resuelto definitivamente se lo debemos al affaire del Correo. Según el gobierno, la ley indica que la deuda de una convocatoria queda congelada hasta llegar al acuerdo final por lo cual es razonable cerrarlo en los 296 palos del año 2003.
El kirchnerismo dice que no es así y que la deuda real al dia de hoy es de 4.300 palos teniendo en cuenta que transcurrieron 13 años desde la deuda original (doce de emancipación revolucionaria hotelera y uno de Macri basura vos sos la dictadura).
Esto resuelve un debate histórico: si 296 palos se convirtieron en 4.300, eso quiere decir que Moreno mentía. Listo, fin de la discusión: los índices del INDEC eran truchos. Y Moreno también. O sea, es el mismo kirchnerismo el que acaba de reconocer públicamente que tuvimos una inflación de la ostia. Tema terminado. Violín en bolsa, punto ganado para la República y punto perdido por el kirchenrismo. Chau. Un problema menos en la mesa del domingo.
El otro tema crucial que se despejó esta semana es mucho más profundo y viene de larga data. Veamos.
Es evidente que el país está esencialmente dividido en dos sectores antagónicos.
Por un lado, está lo que la oposición denomina el gobierno de los CEO’s (Chief Executive Officer) y por el otro, la resistencia nacional y popular de los SEO’s (Suturen El Orto). Perdón por la grosería pero esto surgió de las escuchas telefónicas publicadas en las que Parrilli le pregunta a Ex Ella si va a participar del encuentro del PJ convocado por su presidente José Luis Gioja, a lo que Ex Ella contesta “que se vayan a suturar el orto”. Una lady.
Más allá de lo que las escuchas evidencian sobre carpetazos, aprietes, etc., la contundente frase expresa claramente que el presidente y demás autoridades del Partido Justicialista se tienen que ir a suturar el orto por orden de quien cree ser la líder del peronismo.
Y esto nos lleva a uno de los eternos debates de las familias argentinas: el verticalismo peronista.
¿Hasta dónde un dirigente del campo popular le debe obediencia ciega a su líder? ¿Dónde está el límite exacto de ese verticalismo?
Desde 1945 y hasta la muerte del General en 1974 estaba claro que el verticalismo era absoluto e incondicional. El lema “la vida por Perón” lo resumía todo. Pero de ahí a “suturarse el orto por Cristina” hay una distancia sideral.
A esta altura, amigo lector, por pudor y respeto a la Ex Investidura, sinteticemos la frase con la sigla SEO (Suturarse El O…).
Ex Ella le acaba de poner una vara muy alta al verticalismo peronista. Casi inalcanzable para cualquier dirigente político. Si ofrendar la vida es duro, SEO es tremendo. Esto, y otras cositas más, le han provocado a la líder un sordo aislamiento del resto del PJ. No es para menos.
Sin dudas, podrá tener apoyo en las bases, pero difícil que encuentre muchos dirigentes dispuestos a semejante sacrificio. He allí el problema actual que enfrenta el peronismo y que lo tiene paralizado.
El Compañero Massa, que es rapidísimo, inmediatamente declaró que va a trabajar para “suturar las heridas del peronismo”. Posta. Parece un chiste pero no lo es.
El Frente Renovador ha encontrado un camino. Si yo fuera dirigente del PJ y tuviera que elegir entre hacerme SEO con Ex Ella o ayudar a suturar las heridas del peronismo con Massa, no lo dudo ni un minuto. El 1 de Mayo de 1974, la izquierda peronista (JP y Montoneros) fue descalificada por Perón desde el balcón de la Rosada. ¿Te pueden decir en la cara “imberbe y estúpido” y después seguir aceptando el verticalismo? Aquellos muchachos la resolvieron con un razonamiento insólito: “Perón ya no sabe lo que es el peronismo, nosotros somos verticales al Perón de antes. Este Perón es un viejo gagá cooptado por el brujo López Rega, nos vamos de campamento a la clandestinidad”. O sea, estos muchachos se creían más piolas que Perón. Y lo sostuvieron hasta que con el tiempo se fueron olvidando del episodio y volvieron a llamarse peronistas como si Perón nunca los hubiera mandado al carajo, en vivo, en la Plaza y por Cadena Nacional. Treinta años después, aparecieron los Kirchner para reemplazar aquella sumisión. Ahora les piden que se SEO. ¿Que dirán los chicos de Carta Abierta?
A partir de hoy, cualquier dirigente peronista que se someta al verticalismo de Ex Ella estará reconociendo tácitamente que está dispuesto a SEO. Por ende, formará parte de un pequeño grupo de valientes pero agravará su aislamiento y posiblemente termine fuera del partido.
Finalmente, después de 71 años de peronismo, el verticalismo ha encontrado su límite. Tema resuelto: la vida si, el orto no. Otro asunto menos para discutir. Pasemos un domingo en paz.
Mensaje para Balcarce: Venga Balcarce.
¡Sit Balcarce! Te me vas a buscar al ministro Aguad, le clavas los dientes en los tobillos, te lo llevás arrastrando por la calle y se lo tirás en la oficina a Marcos Peña. Él va a entender.
Mensaje para el Presidente: sigan con el marketing, los focus group, las redes sociales y todo lo que quieran. Pero sugiero que a partir de este momento no hagan nada, ni digan nada sin antes consultar con Balcarce. Feliz cumpleaños macho.

Alejandro Borensztein -  Diario Clarín - 12/2/2017


domingo, 12 de febrero de 2017

LA ARGENTINA Y LOS DERECHOS HUMANOS (III)

¿Pero quienes eran y a que respondían estos agresores?  Porque pronto se acreditó que no luchaban por la democracia sino contra la democracia. Y esta intolerancia ideológica era apoyada y pertrechada desde el exterior por algunos gobiernos dictatoriales. Especialmente el de Cuba.
Y las luchas locales eran sostenidas y organizadas por algunos extremosos de izquierda, otros de raíz religiosa como pasa siempre que empiezan los tiros y por los siempre presentes simplones irresponsables e ignorantes, que no se conformaban con la violencia como categoría intelectual sino que buscaban instalarla como mito.
Y las barbaridades eran dirigidas por personajes que hicieron de la violencia y la intolerancia su forma de vida. La mayoría de los soldados, idealistas que fueron convencidos por los violentos para tomar el atajo del arrebato para cambiar un mundo que veían injusto. Estos, las primeras víctimas de quienes utilizaron sus ideales y sus ignorancias para asaltar el poder, quedaron envueltos en ese carácter romántico y heroico que siempre viste el sentimiento de lucha.
Por cierto que este estado de violencia desbordó las posibilidades de la sucesora del líder popular, quien convocó a las fuerzas armadas para cargarse a los agresores. Y claro que a poco los generales se cargaron a su gobierno.
Una silenciosa aceptación de las gentes cansadas de tanta violencia recibió al nuevo gobierno militar. Y los recovecos de la llamada guerra sucia no llegaban al conocimiento de las gentes del común. Que tampoco se preguntaba demasiado sobre la suerte que corrían los derrotados.
Habían muchas vistas gordas.
Solo batían el parche los involucrados en la contienda y algunas personas informadas y decentes que desafiaron el desenfreno de las acciones de los militares aún a riesgo de sus vidas.
Porque los auto convocados para defender un estilo de vida y una pertenencia, a la que los argentinos parecían no querer renunciar, terminaron utilizando los mismo procedimientos que denostaban.


martes, 7 de febrero de 2017

LA ARGENTINA Y LOS DERECHOS HUMANOS (II)


Todo cambió a fines de los años 60, con la irrupción de la guerrilla y el terrorismo como consecuencia de las escaramuzas periféricas de la guerra fría. Porque definitivamente no se trató de un problema argentino sino de la repercusión local de un fenómeno mundial.
Los militares de la época – regentes vitalicios de la paciencia argentina – respondieron con la fuerza y con la ley.
Los terroristas fueron derrotados, juzgados y los hallados culpables condenados a prisión.
Costó la vida de mucha gente inocente, incluso de honorables miembros del poder judicial, pero se terminó civilizadamente con una situación que alteraba la convivencia civilizada. Pero como consecuencia de la irrupción de la violencia terrorista algo pareció quebrarse en la sociedad argentina. Y digo pareció, para evitar las tan desagradables pedanterías categóricas.
El arrebato inmanente a la condición humana, adquirió en esos tiempos una portentosa virulencia y se transformó en una militante malaventura.
Que se manifestó la noche en que los terroristas que purgaban su condena o estaban siendo juzgados fueron liberados por una pueblada legalizada por el flamante gobierno  del amanuense de Juan Perón y salieron marchando de la cárcel. Marchas intimidatorias que se repitieron días después por las calles de Buenos Aires.
Y explotó el día del retorno del líder popular en una manifestación de violencia extrema y degradante, que enfrentó a los “maravillosos muchachos” – los guerrilleros – con los cuerpos armados de la “columna vertebral” – los sindicatos.
Ambos bandos tratando de cooptar la voluntad del líder. Y hasta se dice de matarlo. Unos para instalar un gobierno dictatorial de corte castrista y los otros para reservarse el poder que les concedió el sistema corporativo.
Los convidados de piedra fueron como siempre los ciudadanos de a pie, que asistieron perplejos y atemorizados a tan extrema manifestación de barbarie.
Y claro que no todo terminó ahí. Porque la violencia guerrillera – mezcla siniestra de moralina católica y mito marxista -  continuó durante el gobierno democrático de Perón con asesinatos, ataques  a cuarteles militares, guerra explícita en el norte del país y violencia generalizada.


Y para colmo el gobierno decidió “hacer tronar el escarmiento” a través de algunos gremios y de organizaciones paraestatales creadas para destruir a los agresores. (continuará)