Con
motivo del inconveniente de salud de la presidenta Fernandez, el vicepresidente
Boudou ha quedado temporariamente a cargo del timón del gobierno. En los
papeles al menos.
Esto ha
despertado una catarata de comentarios de los políticos de la oposición así
como del periodismo dedicado a llevar estos temas.
Claro que
todos se apresuran a descalificar al vicepresidente motoquero, que parece no
tener ningún apoyo.
Lo que
despierta curiosidad son los argumentos esgrimidos por los opinantes, que se
centran fundamentalmente en su lamentable figura y en su indecencia.
Pero
vamos a ver.
Por de
pronto es a él que le corresponde constitucionalmente reemplazar a la
presidenta herida. Y no le quita ni le pone que el personaje sea rechazado -
según encuestas - por el 60% de la población. Porque también parece que la
presidenta cuenta con un rechazo similar. Y nadie le pide que se vaya.
Tampoco
su sospechada indecencia hace la diferencia. Dado que la curricula de la
presidenta en esa materia excede en mucho los escabrosos haceres del ungido.
Qué duda
cabe que la abogada exitosa se ha enriquecido ilícitamente en la función
pública. Por las de ella o como cómplice del que nos dejó.
Pero
curiosamente los mismos que descalifican al vice se apresuran a desearle una
pronta y feliz recuperación para que vuelva pronto a las andadas.
Y hasta uno podría afirmar con seguridad que si
el vice tuviera realmente el poder inherente al cargo no cometería los
desaguisados diarios que comete la internada. Porque resulta muy difícil
empardarla en esa materia.
Así que
me resultan una curiosidad las críticas que recibe el tan sonriente como
impresentable motoquero.
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