El mundo
está atravesando tiempos turbulentos. El caos económico oficialmente iniciado
en los Estados Unidos con la explosión de la bicicleta de hipotecas “sub prime”
puso en vilo a todo el sistema financiero internacional. Y mientras ese país
trata de salir a los tumbos del problema, Europa se enfrenta a sus
consecuencias. Y a la exteriorización de sus propios problemas. Como la
inconsistencia de un sistema de moneda única y políticas fiscales diversas. A
un estado de bienestar que nadie sabe muy bien como financiar. Y a la
pretensión de muchos ciudadanos europeos de vivir como alemanes y trabajar como
argentinos.
No es
nada nuevo. Todos los hombres ( y mujeres, para no discriminar) han vivido malos tiempos.
Frente a
este panorama tormentoso, se ofrecen diversas recetas para transitar la
emergencia. Desde la pintoresca recomendación de la presidente argentina de
copiar su modelo corporativo hasta la
opinión de intelectuales destacados como Paul Krugman, que acusan a Obama de tibio por no inundar el
mercado con dinero fresco para facilitar y acelerar la recuperación.
Claro que
Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal y Tim Geithner, secretario del
Tesoro, dos expertos en bailar con la más fea, parecen no coincidir con la
manga ancha de estos críticos. O no coincidir del todo por lo menos. Y
experiencia no les falta.
También
reciben su sayo los políticos y funcionarios europeos, quienes se muestran aún
más renuentes a poner la maquinita en funcionamiento. Básicamente porque
Alemania – casi la dueña de la maquinita – no parece dispuesta a pagar todas
las cuentas de los vecinos.
Los unos
consideran que la eventual inflación que puede acarrear tanta generosidad no
pasa de ser eso: eventual. Y los otros resultan más cuidadosos en evaluar las
consecuencias del posible dispendio.
Quien
tiene razón?
Es como
preguntar quién va a ganar el partido entre el Madrid y el Barcelona a los 30
minutos del primer tiempo.
Claro que
nunca sabremos como hubieran resultado estas recetas extremas porque ni los
estadounidenses ni los europeos parecen dispuestos a adoptarlas.
Lo que si
está claro es que los ciudadanos de estos países deberán digerir el “hangover” que
ha dejado la fiesta de los últimos diez años, periodo en que la economía
mundial creció a tasas inéditas, ciudadanos y gobiernos se endeudaron también a
tasas inéditas y nadie estaba dispuesto
a rechazar la copa de champagne que les ofrecía una señorita pulposa a las doce
de la noche. “Hangover” que en mayor o menor medida va a sufrir todo el mundo.
Y para
eso se necesita tiempo. Así que no hay más remedio que esperar unos años hasta tanto el tren reanude su
marcha.
Y además
utilizarlos para estudiar que falló y como solucionarlo. Para que los próximos
soponcios resulten novedosos y no más de lo mismo.
Para ello
hagamos el siguiente ejercicio. En que se parecen un fabricante de bigornias,
un ingeniero y un jugador de futbol?
Muy
fácil. En que si los tres tienen éxito en sus respectivas actividades van a
ganar dinero. Por el contrario, si el fabricante de bigornias es desplazado del
mercado por alguien mas eficiente; al ingeniero se le derrumban los puentes que
diseña y el jugador de futbol no marca goles, ninguno de los tres ganará dinero
y se fundirán.
Así
funciona el capitalismo. Menos en el sector bancario.
Veamos
las diferencias. Allí nadie desarrolla ningún “skill” específico que como
consecuencia del cual les permita ganar dinero. La única habilidad que tienen
es….la de ganar dinero.
Para ello
han logrado que la sociedad les asegure a sus clientes que si el banco se funde
les devolverán el dinero depositado. Hasta determinado monto, por cierto,
porque se presume que el que maneja mucho dinero suele tener las incumbencias
necesarias para que el banquero no lo pase como alambre caído.
Pero ya
resulta muy difícil que se fundan porque cuando las cosas van mal
inmediatamente se fusionan con otros bancos hasta crear conglomerados
gigantescos que manejan mas dinero que la mayoría de los países.
Estos
conglomerados planetarios inventan cualquier tipo de tropelías para aumentar
sus ganancias y distribuir entre sus jerarcas enormes cantidades de dinero.
Y resulta
difícil creer en su inocencia. Porque han “lavado” sin carmesí en el rostro
todos los dineros “non sanctos” producidos por actividades siniestras como el
tráfico de drogas o de armas. Y porque tantos egresados de Harvard, Yale o
Cambridge no pueden desconocer que al final del camino los deudores
hipotecarios no iban a poder cancelar sus hipotecas o que un país que no crece
y con ciudadanos poco afectos al trabajo iba a poder pagar deudas que superan
el valor anual de lo que producen.
Para eso
tienen cómplices. Los políticos por cierto, tan afectos a los “efectividades conducentes”
a las que les permiten acceder los dueños de las mismas, las curiosas
sociedades calificadoras de riesgo y todos los voceros cercanos al poder del
dinero.
Y cuando
el gobierno estadounidense decidió dejar caer a uno de estos conglomerados, el
vendaval que azotaba el mundo se convirtió en huracán. Así que decidió ayudar a
los demás con el dinero del vecino desocupado. Claro que cuando mas o menos se
acomodaron se olvidaron que su razón de ser es prestar dinero y prefirieron
sentarse arriba de los fondos del desocupado y volver a distribuirse magníficos
premios anuales para festejar su inteligencia.
Que
destino diferente al de nuestro capitalista amigo fabricante de bigornias,
quien vive en lo de su mamá porque la mujer lo echó de la casa. Y trabaja a
tiempo parcial con un primo - que todos
los días lo mira socarronamente - para
medio llenar la heladera.
Así que la tarea para los próximos años es lograr que el sistema
financiero se adapte como cualquier otro vecino a las reglas del capitalismo.
Por cierto que es una tarea difícil porque hay que encontrarle la vuelta. Y de un
desafío formidable, porque se trata de destronar a los dueños del dinero y a
sus secuaces
Me gusto la frase de nadie supo decir que no a la pulposa que nos ofrecia el champagne. Totalmente! Sucedio desde USA a Grecia pasando por los rincones mas inusitados, como Islandia (que se hizo percha tempranito...)
ResponderEliminarResaca (hangover) totalmente !! Tamos todos con resaca, desde los individuos hasta los bancos, pasando por gobiernos y las empresas. No hay excepciones.
Ahora, quien dijo que los bancos no la sufren??? El rescate gubernamental no quita que los duenios del banco (accionistas con resaca... mas bien pelotera! como dirian mis amigos espanioles) perdieron la camiseta. Las accionistas de los bancos perdieron todo lo que tenian y mas. Alguien tomo nota de cuantos empleados bancarios perdieron su trabajo? Son mas que los empleados gubernamentales de los gobiernos fundidos, eso se los puedo asegurar, cientos de miles de personas en todo el mundo... a eso sumenle que los famosos bonos se pagaba en acciones que la mayoria nunca vendio y hoy no valen nada...
Siempre hay que echarle la culpa a alguien... es nuestra naturaleza.. Pero no se enganien, de este desastre global todos somos participes