Comentar los hechos de actualidad siempre resulta aventurado. Porque el hoy es como un plano que requiere de la perspectiva que da el pasado o de la prospectiva que puede ofrecer un futuro. Incierto, claro.
En esos contextos el comentario deja de ser condicional y adquiere mayor consistencia. Especialmente cuando está referido al pasado, ya que el futuro es una hoja en blanco que siempre está abierta al cambio y a la suposición.
Por eso resulta más fácil contrastar el hecho de hoy con el de ayer, para apreciar si se trata de una repetición o de un cambio de tendencia. Y digo solo más fácil porque también puede ser que lo que se muestra como una repetición finalmente no lo sea porque cambian las circunstancias o las necesidades.
Así de complicado resulta opinar sobre las cosas que vivimos. Y así de cuidadosos deben ser los comentarios.
Por eso en el estupendo ensayo de mi autoría titulado Cortemoslá Carajo (resulta increíble que muchísima gente aún no lo haya leído) traté de poner los hechos dentro del contexto de sus tiempos y sus circunstancias para que sean los propios hechos los que muestren una conclusión. Y los privilegiados que lo leyeron saben que esa conclusión es que los argentinos vivimos en un sistema corporativo. Aunque no lo sepamos.
Hecha esta salvedad, entremos en los temas de actualidad, actividad tan peligrosa como divertida, para ver si esta conclusión se mantiene en el tiempo.
Hemos visto días pasados el nivel de barbarie a que pueden llegar los que casualmente son los encargados de alejarnos de los bárbaros.
Naturalmente me estoy refiriendo a los trabajadores de la educación. Y en especial a sus capitostes sindicales.
Como resulta que la ciudad de Buenos Aires pretende - con buen criterio – devolverle a sus ciudadanos por lo menos alguna intervención en la calificación de los que van a oficiar de docentes, la corporación decidió resistir tan peregrina pretensión mediante una huelga y una manifestación que, como siempre, terminó con la destrucción de puertas y ventanas del palacio legislativo local.
La corporación de marras se muestra decidida a no aceptar ningún cambio que le quite poder – y dinero claro – y que pueda transformar el presente en algo diferente al pasado. Porque es el pasado lo único que rescata el sistema corporativo para que cada sector mantenga sus prebendas a costa del viandante.
A ello se agregó el ya característico lumpen que sale a la calle en estas ocasiones, vaya a saber convocado por quien. Pero que coincide con las características de elecciones en los clubes de fútbol, que se han convertido en una lamentable extensión de la actividad política. Futbol para todos y para todo.
Y si de gremios se trata, también nos ofrecen por estos días sus travesuras los vinculados a la actividad aeronáutica. En una lucha sin cuartel con unos buenos muchachos que también parece que hacen su agosto en los cargos de dirección de la compañía recuperada por el pueblo.
Claro que no resulta una sorpresa esta lucha sin cuartel entre quienes quieren mantener su poder y sus ingresos y los que sin saber muy bien de que se trata buscan arrimar agua para su molino.
Al punto que debió intervenir la presidente para tratar de poner un poco de orden entre las apetencias de los chicos y los requerimientos de la columna vertebral
Y hablando de la presidente, también resulta más que ilustrativa su expresión de voluntad de no importar ni siquiera clavos. Dándole una alegría de la corporación industrial.
Podemos contrastar esta manifestación con la reunión celebrada para la misma época – días más, días menos – de todos los países de la cuenca del Pacífico para comenzar a conformar una gigantesca región de libre comercio que facilite el progreso económico de los mismos.
Puntos de vista. Aunque la experiencia ya nos hace suponer como sigue cada historia.
A lo que cabe agregar otro magnífico ejemplo de nuestro anclaje en lo que fue. Que consistió en la creación de un instituto de revisionismo histórico.
Porque parece que muchos personajes y circunstancias de la historia "no han recibido el reconocimiento adecuado en un ámbito institucional de carácter académico, acorde con las rigurosas exigencias del saber científico."
Así que parece que nuestros historiadores, sus academias y sus cátedras no han tenido rigor científico para analizar el devenir de nuestra historia.
Por cierto que no tiene nada de malo discurrir sobre el pasado y sobre los personajes que lo transitaron.
Pero suena algo despectivo negarle rigor a los tareas hasta ahora realizadas por no compartir los puntos de vista de los atareados en ellas.
Reivindicará – dice – "la importancia protagónica de los sectores populares, devaluada por el criterio de que los hechos sucedían sólo por decisión de los grandes hombres". Claro que inmediatamente incluyen algunos nombres para reivindicar. Entre los que están – no podía ser de otra manera – el líder popular y su primera mujer. Y el caudillo radical dos veces presidente, para compensar a los simpatizantes del partido centenario.
Designaron presidente de este nuevo instituto a un intelectual conocido y acostumbrado a navegar con vientos públicos. Que naturalmente defiende su creación y hasta con argumentos inteligentes.
Aunque me da la impresión que con una gran ingenuidad. Porque la historia que tanto nos preocupa también nos muestra que los sistemas corporativos que siempre convocan a los nacional y popular terminan glorificando al líder de los "sectores populares". Ungido de Dios, Salvador de la Patria o Redentor de la Nación cuando se referían a Salazar. Primer trabajador y Abanderada de los humildes cuando se convoca al matrimonio más popular.
Sin olvidar que son sistemas afectos a las historias fundacionales, como nos recuerda la constitución de 1949 y el decreto de creación de este instituto entre cuyos fines esta "enseñar los objetivos básicos que deben orientar la docencia para un mejor aprovechamiento y comprensión de las acciones y las personalidades de las que se ocupará como el asesoramiento respecto de la fidelidad histórica en todo lo que se relacione con los asuntos de marras."
En fin. El tiempo dirá en que termina este nuevo organismo. Pero lo que nos dice el pasado es que está en línea con el espíritu corporativo que viste a nuestra sociedad.
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