martes, 6 de marzo de 2012

EL SIGLO DE LA CALIDAD

El siglo XIX fue el de la escuela primaria; el XX, de la secundaria y éste es el de la universidad. Si en este mundo globalizado uno quiere predecir cuál es el lugar que una nación ocupará en el plano internacional, la calidad y la cobertura de la enseñanza universitaria seguramente nos darán la clave de la respuesta.

Tanto en calidad como en inclusión de los jóvenes en la universidad nuestro país no ocupa un buen lugar, no nos comparemos con Australia, donde el 56% de los jóvenes concluye la universidad, pero sí con Cuba (21%), Brasil y México (19%) y Chile (15%). En nuestro país apenas concluyen los estudios universitarios el 14% de los jóvenes; existe un déficit en calidad y también en equidad social, porque de esos 14 jóvenes que concluyen sus estudios universitarios nada menos que 10 provienen de los estamentos altos y medio-altos, según los niveles económicos de los hogares.

La Argentina no tiene un método bien elaborado para intentar medir la calidad de la enseñanza universitaria, como sí tiene Brasil por las políticas impulsadas por Fernando Cardoso y Lula, que impusieron la evaluación de los graduados universitarios de las instituciones públicas o privadas, examen conocido como Enade, que es de amplia difusión pública y permite ponderar el nivel educativo de cada universidad.

En la Argentina, es difícil estimar la calidad de cada universidad, hecho que dificulta las decisiones de opción de carreras e instituciones que deben realizar los estudiantes. Lo que se observa a partir de 2002 es una reducción en la matrícula inicial del primer año en las universidades estatales (15.600 alumnos menos en 2009) y un incremento en las universidades privadas, que en igual período aumentaron sus ingresantes en 44.300 estudiantes (un aumento del 82%). Al mismo tiempo, la matrícula total universitaria estatal alcanza un máximo con 1.273.000 alumnos también en 2002, mientras que en 2009 se ubica en 1.267.000 estudiantes; influye en este estancamiento la reducción que se registra en la UBA, que en 2009 tiene 295.000 alumnos, con una sensible merma de 42.000 estudiantes con respecto a 2002. Un indicador interesante de la eficacia de la universidad es su capacidad de formar graduados. En Chile y Brasil se gradúa más del 60% de los ingresantes; las universidades de Córdoba y Rosario gradúan más del 40%; la UBA, 24%, y Salta, 3%.

Alieto Guadagni
La Nacion
7/9/2011

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