Alguna vez debemos abordar, con realismo y sin eufemismos, el tema
de la homosexualidad. Porque presumo - nada mas que presumo - que somos muchos
los que ya estamos un poquito cansados de las vueltas que se le da al tema. Lo
último, la andanada de Elton John contra Dolce &Gabana o contra
Gabana&Dolce. O lo que sea.
Pues vea usted. Soy de los que creo – como seguramente muchos –
que cada uno puede hacer lo que plazca con los instrumentos que la ha brindado
la naturaleza para divertirse o reproducirse o activar sus calentamientos. O
para mostrar, en el caso de las mujeres. En fin, para lo que sea.
Y es problema de cada quien si le gusta el chofer del colectivo,
la renga de la otra cuadra, anibal fernandez o una muñeca inflable.
Y ya está bien de criticar a los señores que prefieren al chofer
del colectivo que a la señorita de al lado. Lo de anibal fernandez es diferente
porque ya entraríamos en el campo del ridí-culo.
Y me parece magnífico que el chofer del interno 54 de la línea 60
contraiga matrimonio con el motorman de la línea Mitre del ferrocarril. Y que
vivan juntos y coman perdices.
Y hasta me entusiasma – porque seré un machista asqueroso – que
las dos señoritas de al lado decidan compartir su vida. Es mas. Me gustaría
tener una ventana que de a ese estupendo hogar conyugal.
Y si. Que le voy a hacer. Me gustan las mujeres. Fisicamente ni
hablar. Pero además para hablar. Me resultan mas interesantes.
Afortunadamente– y a pesar de las opiniones en contra – el mundo
progresa en muchas cosas. Y una de ellas es dejar en paz a los que no miran para
adelante como la mayoría sino que prefieren las puertas traseras como único lugar de acceso.
Ya bastante tienen los pobres que transportar. Y no me estoy
refiriendo a los testículos. Si no al enigma de ser nene o nena.
Y hay que ser firme en defenderlos, porque todavía, en muchas
partes del mundo, consideran que hay que hacerlos desaparecer.
Eso si. A mi también déjenme en paz. Terminen con el marketing del
puterío. Con los viejos que se pintan los labios, esconden la pistola debajo de
la pollera y son festejados como ídolos por la basura de la televisión.
Y también terminen con la pretensión de adoptar chicos. Porque no
se trata de lo que quieran o dejen de querer. Me importa un rábano lo que
quieran o dejen de querer. De lo que se trata es del bienestar de los niños.
Ese es el bien jurídico protegido, agrega mi mal formación de abogado. Y como
la inmensa mayoría de los niños cuentan con un papá y una mamá, resulta conveniente
que a los que no lo tienen le adjudiquen como progenitores a una pareja
heterosexual. Por pequeñas cosas nomás. Por ejemplo para que le cuente al
amiguito que le vio el pito a su papá. Y que su mamá no tiene pito. Porque
parece que es lo que le pasa a todo
el mundo. O a la inmensa mayoría.
Y además – en la
Argentina al menos – hay mas demanda de chicos que oferta de padres.
Claro que si cambiara la tendencia volveríamos a hablar.
Porque – siempre pensando en lo niños – sería mejor que el niño le
cuente a su amiguito que su papa y su
mama tienen pito a que le cuente que
vive en una oficina pública para niños expósitos y que le vio el pito a anibal
fernandez, el hombre que la dirige.
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