martes, 19 de enero de 2016

…..EN LA IMPORTANCIA DE LAS FORMAS.

Por junio del 2012, me referí a la “importancia de las palabras” a raíz de una nota escrita por la señora Beatriz Sarlo en el diario La Nación.
Y ahora pretendo resaltar “la importancia de las formas” con motivo de los dichos de la citada señora en un programa de televisión.
Porque Beatriz Sarlo parece ser una persona con pergaminos.
Ganadora del Premio Konex de Platino y  del Premio Pluma de Honor de la Academia Nacional de Periodismo. “Enseñó” en  Columbia, Berkeley, Maryland y Cambridge. Porque ella no da clases, no tiene cátedras, no da conferencias, no dicta cursos o como sea. Ella “enseña”.
Y abundosa dedicación a la pluma. De cuyo resultado apenas conozco lo más superficial.
Notas, como: “Jorge Luis Borges: el axioma de la literatura argentina”. Estupendo

O el delicioso “El milagro de los imperturbables”. O el descriptivo y agudo “Algo más que un líder autoritario”

Lamentablemente no le pude expresar mi complacencia aunque lo hubiere intentado. Ya que la señora Sarlo escribe siempre sobre temas muy sensibles. O que al menos considera  sensibles
Por la sensibilidad del tema, esta nota está cerrada a comentarios.
Reza al final de cada una de ellas.
No. No parece una persona para ser tomada a la ligera. Se ve que ha aprendido mucho.
Pero me parece que hay otras cosas que se le han olvidado.
Me parece.
O tal vez no le dio el tiempo para aprenderlas. O no le interesaron. O vaya usted a saber.
De entre ellas, me llama la atención ese aire de superioridad y de desprecio con que viste sus presentaciones cada vez que la convocan a un programa de televisión. Y que son muchas, porque son muchos los que la tienen como un manantial de sabiduría.
O sea que, aparentemente, doña Sarlo sabe mucho. Y, sobre todo, nos quiere enjaretar su sabiduría.
Como a aquel buen muchacho del programa cómico  678, que recibió el ya famoso “ a mi no, fulano” (me refiero a fulano, porque no recuerdo el nombre del perengano del caso). Celebrado y festejado con estentóreo brío por periodistas, viandantes y, claro, sobre todo por los ciudadanos exánimes por la bastedad kirchnerista.
Sin llegar a apreciar que se trató de una salida en línea con su petulancia. Que estos sacamuelas podían seguir bardeando a cualquier  inadvertido que transitara por casualidad, gusto o  diversión por ese programa. Pero no a ella. No a la docta señora.
Ahora la he visto criticar con ahínco - y ese aire de sabidilla que gusta de expresar en el verbo y en el rictus -  la designación de los denominados “Ceos” para dirigir empresas y reparticiones del Estado.
Parece que eso está muy mal. Que hay que hacer como en los países civilizados, Francia por caso, donde todos los administradores del estado estudian en célebres “Ecoles”.
No tiene la patente de esta crítica. Ya la sanata fue inaugurada por un sinnúmero de charlatanes. Y festejada, por cierto, por los buenos para nada acostumbrados a vivir de lo ajeno.
Pero cabe pensar que resulta más conveniente para todos que una persona  exitosa en la actividad privada, que seguramente tiene las incumbencias y la dedicación necesaria para administrar intereses ajenos, sea convocada para manejar los nuestros.
Por caso y como socio del negocio, me apetece que una señora exitosa en una multinacional administre “nuestra” línea aérea en vez de un golfillo cuyo único antecedente es descender de un amanuense vitalicio de los dirigentes sindicales.
Si este gusto por los “Ceos” puede traer consecuencias no deseadas?
Seguramente puede. Porque, ya generalizando, cabe pensar que los “Ceos” – así, al bulto – deben ser gentes con una visión un algo distorsionada de la realidad de sus vecinos. Pero, al menos y también al bulto, no se burlan de ellos como gustan de hacer los apuntados a la política.
En fin. No puedo ir más allá. No soy lo suficientemente joven como para saberlo todo.
A  diferencia de nuestra invitada, quien terminó su intervención en el programa de marras expresando que “Macri le parece  aburrido”
Pues mire usted que comentario la mar de interesante y divertido.
Yo, por mi parte, termino dedicándole un poema escrito por un tal Jorge Luis algo. No recuerdo el apellido del escribidor pero si recuerdo que era un tipo importante en lo suyo.
Por si le sirve.

Si las páginas de este libro
consienten algún verso feliz,
perdóneme el lector la descortesía
de haberlo usurpado yo, previamente.
Nuestras nadas poco difieren;
es trivial y fortuita la circunstancia de
que tú seas el lector de estos
ejercicios, y yo su redactor.


Por la sensibilidad del tema, esta nota está muy, pero muy abierta a comentarios

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