Claro
que no se trata de un tema novedoso. Pero vale la pena volver sobre el apoyo –
en voz alta o en silencio, con ruido o sin ruido - que recibe Maduro por parte
de las feligresías de “izquierdas”.
Dejemos
de lado los amparos que le brindan otros eruditos destacados, como Luis
Delía, el invasor de comisarías o la
empresaria hotelera Cristina Kirchner o la jefa de las madres circulantes o
Maradona y su última neurona. No
meritúan tomarlos en serio. Pero casualmente son los más destacados por la
ligereza intelectual de los medios de comunicación y la competición por decirla “más gorda”
Concentrémonos
en las dispensas de gentes como la gente.
Por
cierto, esta bipolaridad moral no es flamante.
En
el siglo pasado, quienes desde la izquierda denunciaban los excesos stalinistas
o castristas, eran abominados y tratados
como bestias negras por la la “intelligentzia” progresista.
Cuál
es el fenómeno moral que lleva a mucha gente bien intencionada a aceptar atropellos
incompatibles con los principios que manifiestan defender?
Se
trata de una rareza o de una forma de escamotear la sinceridad de sus
intenciones?
Solo
nos cabe recordar las tan actuales palabras de Camus en su carta al comunista
Emmnuel d'Astier de la Vigerie: "Tengo horror a la violencia confortable.
Tengo horror a todos aquellos cuyas palabras van más lejos que sus actos. En
eso me separo de algunos de nuestros grandes intelectos, de los que dejaré de
despreciar sus llamadas al crimen cuando sean ellos mismos quienes empuñen los
fusiles de la ejecución".
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