Resulta
común escuchar a políticos tan profanos como desfachatados, economistas,
ciudadanos de a pie y sobre todo a bocazas y periodistas, que en general
suelen ser los mismos, afirmar que las cosas van fatal, fundamentalmente porque
la política gradualista del gobierno no sirve para nada.
Nos cuentan
que muchos tienen grandes problemas para campear la situación, que otros no
llegan siquiera a fin de mes y que las importaciones están destruyendo la
industria local.
Y
fundamentalmente que la política gradualista del gobierno es solo un ajuste
interminable que lo está pagando el pueblo trabajador.
Y que
recomiendan estos comentaristas?
Bueno, los
hay quienes con estas críticas buscan un posicionamiento político, cuando no
económico. Están los que pecan del llamado vicio ricardiano, por David Ricardo,
consistente en aplicar modelos simplificados a
realidades complejas.
Y están también los que reconocen que no hay otra alternativa que
obrar gradualmente, pero aun así la critican. Porque parece ser lo
políticamente correcto. O tienen ganas. O por las dudas.
Incluso
escucharlos hace pensar que los miembros del gobierno son ignorantes o tontos
de capirote. Cuando no sinvergüenzas que solo quieren enriquecerse.
Por cierto que en el camino el gobierno ha hecho
grandes avances. Los más o menos enterados sabemos cuales son. Salimos del
default; se
ordenó la política monetaria y cambiaria; se impulsó la independencia del Banco
Central y se
reconstituyeron sus reservas; se acomodaron las tarifas de los servicios
públicos, lo que impulsó la inversión en
el sector; se está fomentando el desarrollo del mercado de capitales; se creó la UVA, para facilitar, aunque sea a
los trompicones, el acceso a la vivienda
mediante el resurgimiento del crédito hipotecario; se acordó con las provincias
la ley de responsabilidad fiscal que limita el crecimiento del gasto público,
induciendo su reducción en relación con el PBI. Está bajando el déficit fiscal
elevadísimo que dejó el gobierno anterior, cumpliendo las metas fiscales e
incluso sobrecumpliéndolas; se eliminaron regulaciones; se redujeron la
discrecionalidad, los tiempos y las trabas para las importaciones y las
exportaciones. Se eliminaron y redujeron retenciones a las exportaciones. Se están
mejorando la logística y la infraestructura como resultado de reducir los
costos de la obra pública, de rehabilitar y ampliar la cantidad de puertos y
aeropuertos y de reducir los costos portuarios y de transporte. Se estás construyendo rutas más seguras y autopistas como nunca antes. Después de
nueve años de producir estadísticas sin credibilidad, se recuperó el Indec y se
inició un proceso de mejora en la calidad de sus productos. Y podría
seguir, pero ya me estoy poniendo
aburrido.
Caramba,
bastante para dos años de gobierno y, en especial, considerando de dónde
veníamos.
Claro
que no han podido con la inflación, que bajó pero menos de lo que el gobierno
esperaba. Ni han logrado la lluvia de inversiones, aunque crecieron al 11% en
2017 y estimamos que al 15% este año.
Ah,
y según las últimas mediciones, bajó la desocupación, la pobreza y la
indigencia y no para de aumentar el producto bruto. No a lo bruto, pero a tasas
razonables.
Hasta la UCA - Universidad Católica Argentina - cuyas estimaciones siempre me huelen a canje de intereses, considera que "la reducción de la
pobreza ya es una tendencia".
Todos
estos son hechos objetivos.
Claro
que lo expertos que cuentan no se ponen
de acuerdo sobre este rumbo. Los
hay como Juan Carlos de Pablo o Carlos Melconian o José Luis Espert,
quienes objetan esta travesía gradual y se alarman por el aumento de la
deuda externa, necesaria para cubrir los baches del camino, es decir el déficit
fiscal. Agregando de Pablo, gran conocedor de la historia económica, que nunca
estos procesos paulatinos tuvieron éxito.
Y
los hay quienes son más positivos como Mario Blejer, quien considera que el
endeudamiento es bajo y constituye una forma legítima de financiamiento y
pondera la política de disminuir la importancia de la tasa de cambio en la
competitividad de la Argentina.
O
Miguel Angel Broda, siempre severo, quien piensa que estamos mejor y probablemente hayamos empezado un intento de
disminuir el déficit. Y que lo que estamos viendo es para aplaudir aunque esté
insatisfecho con los tiempos.
En fin. Como siempre, gustos para todos.
Yo que pienso?
Que
es un camino difícil, porque el gradualismo deja insatisfecho a todo el mundo.
Siempre lento y calmoso, es una pasión
triste. Y que se corre el riesgo que la gente se olvide que fue engañada por
añazos de desmanejos, porque es más fácil engañar a la gente que convencerla de que
fue engañada.
Pero como decía Karl Popper, señor de cabeza gorda, una vez
que nos damos cuenta de que no podemos traer el cielo a la tierra, sino solo
mejorar las cosas un poco, también vemos que solo podemos mejorarlas poco a
poco.
Y tampoco me olvido que Adam Smith, parece que padre de la
economía moderna, toleraba subsidios y
controles cuando "el suprimirlos podía acarrear en lo inmediato más males
que beneficios", y llamaba a
enfrentar la realidad "de una manera flexible". Incluso recomendaba
vigilar esas "pequeñas pandillas de economistas dogmáticos
intolerantes"
Robert
Merton Solow, un economista que, mientras
fue profesor en el MIT, tenía un velero que piloteaba dentro de la bahía que
hay en Massachusetts, les recomendaba a
sus colegas que tuvieran uno. Para que se volvieran humildes, porque “por más
idóneo que seas, dependes de manera crucial del viento”.
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