Cuando
pidió a los empresarios "romperse el traste", seguramente el
Presidente no imaginaba cómo algunos de sus anfitriones lo iban a interpretar.
Por lo que he leído en las últimas semanas, parecería que para el principal
empresario del país "romperse el traste" es abogar por un precio del
gas de 7,5 dólares por BTU, mantener el "barril criollo" a 70 y
conseguir sus tubos de costura a un precio mayor por tonelada de lo que se
puede pagar los tubos chinos. Pero ¿a qué sorprenderse? En todos los rankings o
comparaciones internacionales la
Argentina aparece por el medio del pelotón o de la mitad para
abajo. Nunca muy arriba, raramente muy abajo. O sea, siempre dentro del pelotón
de los mediocres, mediocridad correlacionada con que ningún sindicalista va a
abogar por una legislación laboral que lo obligue a él y a sus afiliados a
romperse el traste, pocos banqueros y empresarios pedirán competencia, ningún
maestro querrá cambios en el Estatuto Docente, ningún beneficiario renunciará a
sus "planes", ningún almacenero o chacarero quiere dejar de trabajar
en negro, ningún gobernador despedirá a uno solo de sus empleados, pocos
fiscales quieren que los despierten a medianoche y ningún político dejará de
hacer demagogia. ¿Es realista pedirle a Macri que libre batallas a muerte
contra tanta mediocridad enquistada? Está haciendo lo que puede y lo que le
sale para que avancemos un poco en los rankings. Y dado del árido paisaje en el
que le toca moverse, no lo está haciendo mal.
Martín
Lagos
Carta enviada al diario La Nacion 15 de
diciembre de 2016
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