sábado, 29 de diciembre de 2018

LA CROQUETERA


La nueva novela de intrigas y sortilegios de Alejandro Marin

La paciente de una psicóloga es asesinada. Y nuestros amigos; Jordi Gonorria, economista, cocinero y diletante ejemplar y Quito Verdudo, respetado comisario retirado de la policía federal, son convocados para esclarecer las claves de esta muerte.
Para ello deben inmiscuirse en el mundo de los dedicados a encontrar las mochilas ocultas de las gentes y las misteriosas causas de sus sortilegios. O de sus locuras, si usted es aficionado a definiciones tan redondas como convencionales.
Vaya camino escabroso a recorrer. Entre los tantos que creen haber encontrado la realidad y los muchos que creen haberla extraviado. Y los muchos más que no saben si la encontraron o la extraviaron. O siquiera si existe.
Camino que caminan con los amigos de siempre y otros que se incorporan a la andanza. Personajes reales y personajes imaginados que se vuelven tangibles.
Que nos lleva a encontrarnos con misterios irresueltos de la historia policial. Misterios que en su momento despertaron el interés mórbido de la opinión pública.
Todo muy chalado e intrincado. Pero entre tanto cerebro aturullado, queda espacio para dejarse sorprender por historias de la vida, que han recorrido la literatura, el cine, las cocinas, las camas y hasta las charlas de café.
Acompáñenos a callejear este mundo tan incierto y tan acojonante. Pero también muy entretenido.  A condición que se anime a ver la realidad a su aire. Sin miedos.
Confiando en Oscar Wilde. Quien sostenía que  los locos a veces se curan, los imbéciles nunca.






viernes, 14 de diciembre de 2018

PREGUNTA


Por su intervención, que no se cual fue, en el episodio de la cirugía cerebral – o en la cabeza, para ser más descriptivo– practicada a la ex presidenta Cristina Fernández, apareció a la consideración publica un señor llamado Facundo Manes.
A partir de ese episodio, este señor se convirtió en uno de esos “intelectuales superstar”, que unen el rigor académico con una popularidad “mainstream”, normalmente reservada solo para estrellas del pop.
Convocado por todo los programas de televisión, sus pareceres son escuchados sin reparos ni ánimos replicadores por los sesudos periodistas que componen nuestro parque de comunicadores, charlatanes y afines. Y por los invitados a dichos programas, que se deleitan con tan sabias explicaciones acerca de algo. Que no se bien de que se trata, pero reconozco que está muy bien pero muy bien como las dice.
Mi pregunta es: alguien escuchó alguna vez a esta estrella de la banalidad decir algo inteligente o al menos interesante o novedoso.
Yo no. Por eso pregunto. Y por eso me llama la atención tanto entusiasmo alrededor de este muchacho.

sábado, 8 de diciembre de 2018

SE JUNTARON LOS MUCHACHOS ( Y MUCHACHAS)



La reunión del denominado G-20 en la ciudad de Buenos Aires deja muchos aspectos interesantes para desmenuzar. Pero quiero referirme a aquellos que no se han abordado o se lo ha hecho con escasa entidad.
Por ejemplo, me llamó la atención la mirada puesta en el carácter diverso y federal de nuestro país. Algo novedoso por cierto, en un país federal en los papeles y unitario en las formas de la realidad.
Lo mostró principalmente el espectáculo brindado en el teatro Colón. Convocando artistas de diferentes regiones para que ofrezcan sus músicas y sus historias.
Y en la cantidad de reuniones preparatorias celebradas durante el año en diversas ciudades de provincias.
Pero esto no fue todo. Por ejemplo, a uno de los visitantes más connotados,  Xí Jìnpíng, lo recibió el gobernador de Jujuy. Dato que no recibió mayor comentario en la prensa.
Otro aspecto que recibió poca atención fue la firma en Buenos Aires, y en ocasión de la reunión del G-20, del nuevo acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos, Canadá y México, relación que ocasionó tantos malos ratos entre los tres países en los últimos tiempos. Por cierto que este hecho fue destacado como corresponde por la prensa extranjera.
Pero hay otro tema al que quiero referirme. Que es la deplorable cobertura periodística del evento. Que dejó al descubierto  la pobrísima calidad intelectual y la falta de modales de, yo diría, casi el grueso del periodismo local.  Del triste nivel cultural y el incomprensible desparpajo con que alguno de ellos se atreve a hablar en público. Usando palabras de Jorge Asís, algunos con una precariedad conmovedora.
Y no estoy refiriéndome a casos extremosos, como determinadas emisoras de televisión donde algunos cachivaches se solazan en sus majaderías y mala baba. Como una locutora, seguramente afectada de idiotez, regodeándose con las incalificables placas que mostraba.
Para no hablar de la chabacanería, el mal gusto, el humor barato, la procacidad del lenguaje, la extrema ordinariez que exudan.
Sin embargo, dentro de este panorama desolador, pude apreciar la grata sorpresa que está resultando el canal público de televisión, haciendo un periodismo serio,  riguroso y equilibrado.
Y para los que descreen de la utilidad de estos summits, como se les suele llamar, vayan dos reflexiones.
Si todos los países importantes están contestes en realizarlos, cabe creer que alguna razón tendrán sobre su utilidad. Si Angela Merkel decidió venir en avión de línea y solo por un día, pareciera que consideró necesario estar presente.
Por cierto con cada quien barriendo para casa, como corresponde. Pero conversando amigablemente mientras barren, lo que no es poco.
Porque en una época en la cual el multilateralismo parece tambalear, no se debería perder de vista el alcance que tiene el que los máximos responsables de naciones de los cinco continentes, incluido el representante de la Unión Europea, el experimento de integración más exitoso de la historia, crucen el mundo y dediquen dos jornadas a hablar de los asuntos que afectan al presente y futuro planeta.
Queda el buen espíritu que reinó, la calidez que le supo dar el presidente  y su esposa. Y los ciudadanos de a pié, aplaudiendo a la canciller Merkel a la salida de un restaurante y hasta a Trump cuando se retiraba de su palco en el teatro Colón.
Y todas estas manifestaciones cuentan, porque encienden un  sentimiento de participación afectiva que permite limar asperezas y fomentar el diálogo amigable.  Las formas, como alguna vez señaló  T. S. Eliot, son la continuidad de la cultura.
Una última palabra para los que descreen absolutamente de toda esta realidad. Que supieron expresar sus pareceres y descreimientos civilizadamente.



lunes, 22 de octubre de 2018

DE PAMPITAS Y SARLOS


Vuelta a vuelta aparecen en escena ciertos personajes que uno no sabe porqué tienen tanta trascendencia en los medios de comunicación.
Un caso emblemático es el de la tal Pampita Ardoihian o algo parecido, que resulta casi imposible saber de qué va. Si actúa, canta o que. O lo suyo es solo mostrar el culo.
La chica es relativamente linda. Tampoco un bombón despampanante. Pero el hecho es que todos los días algo leemos sobre ella. Con quien está de novia, con quien se acuesta, si prefiere a un futbolista o a un jugador de bochas y demás etcéteras.
Y otro también notable es el de la señora Sarlo. Por cierto que esta dama si tiene sus incumbencias, habiendo transitado universidades destacadas y recibido galardones importantes.
Claro que los galardones que le han resultado esquivos son los de la prudencia, la modestia y los miramientos hacia los demás. Y presumiendo de su sabiduría infinita, pontifica sobre lo que le echen con gesto de oler caca.
Ahora ha escrito un artículo sobre el fenómeno Bolsonaro, donde comienza explicando la importancia que han tenido en el resultado las iglesias evangélicas, la pentecostal concretamente, y termina con un guiso de dificultosa digestión.
“Se acha” diría un brasilero.
Y que me lleva a una mirada más cuidadosa de un fenómeno que, con sus más y con sus menos, parece estar repicándose. Primero civilizadamente en Europa, más rústicamente en Estados Unidos y parece que en forma ya primitiva en Brasil.
Y resulta prudente comenzar a preguntarse que está pasando antes de plantar conclusiones como acostumbramos. Dándole la razón al gran Bukowski, quien afirmó que las personas inteligentes están llenas de dudas mientras que las presuntuosas (estúpidas en original)
están llenas de confianza.
Porque parecería que algo está pasando,  sin tampoco descartar los acasos, claro. Así que, en defensa propia,  urge encontrar respuestas para que estos soponcios reiterados queden como fenómenos transitorios en el devenir de los tiempos. Y no nos llevan puestos. Y tiren abajo tanto esfuerzo realizado para parecer más civilizados. Para parecer al menos.
Claro que las causas no aparentan uniformes. Porque en Europa, el lugar más cultivado, el que ha librado la batalla más exitosa contra esa enfermedad autoinmune que es el nacionalismo, estos personajes con afición por patear el tablero son seguramente recaídas de la dolencia chauvinista. Tal vez fomentada por el fenómeno inmigratoria que está cambiando el clivaje identitario (que tal?) de la Unión Europea. Y porque finalmente las gentes se aburren de todo. Hasta de lo bueno. Por eso salen de sus casas a hacer desaguisados.
En Estados Unidos el amigo Trump parecería ser el resultado de la lucha entre las costas, sofisticadas y mundanas, y el primitivismo muchas veces cargado de violencias e insatisfacciones de la “América profunda”.
Yo, modestamente,  tengo mi pregunta.
Que se ha hecho de las reconfortantes izquierdas?  
Hablo de izquierdas civilizadas, claro. Donde uno se siente más cómodo. Porque parece que esa mirada humanista que las caracterizaba y esa fuerza moral que las apadrinaba se ha convertido, por lo menos en Argentina, en un accionar sin derrotero y sin destino.
Que son hoy las izquierdas? Hablo siempre de las que tiraron ideas y no tiros.
Aunque siempre fueron poco en la Argentina porque el nacional socialismo peronista le supo robar sus banderas. Con frases del jefe que vale la pena traer al hoy porque harían ruborizar hasta al malo de Bolsonaro.
“ Al amigo todo, al enemigo ni justicia”, "El día que se lancen a colgar, yo estaré del lado de los que cuelgan", "Con un fusil o con un cuchillo, a matar al que se  encuentre", "Levantaremos horcas en todo el país para colgar a los opositores", "Vamos a salir a la calle de una sola vez para que no vuelvan nunca más ni los hijos de ellos", "Y cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de ellos". 
Y otras linduras, claro. O sea que ya tuvimos nuestro Bolsonaro (con perdón de Bolsonaro). Y lo siguieron votando. A él y hoy a su cría. Y miren ustedes como estamos.
Así que es todo un tema.
El problema es que las izquierdas ya no son más las que supieron plantar bandera contra los poderosos para romper sus privilegios. Hoy solo rompen lo que encuentran a su paso.
Las izquierdas no son más las que enfrentan a las mafias. Hoy son sus cómplices.
Las izquierdas ya no son abanderadas de la decencia. Son secuaces de las putadas.
Las izquierdas ya no ayudan a los que quieren trabajar. Hoy protegen a los vagos y a los bribones.
Las izquierdas ya no cuestionan  las hipocresías religiosas. Hoy son aliados de los bergoglios.
Las izquierdas ya no nos quieren mostrar una economía solidaria. Hoy solo se oponen a toda medida que apunte a desmontar prebendas.
Las izquierdas ya no quieren ayudar a las gentes acercándola al conocimiento. Hoy son aliados de los gremios que han secuestrado la educación.
Las izquierdas ya no quieren rescatar a las mujeres del cerril tutelaje de las sociedades machistas. Hoy solo usan estas banderas para escandalizar, agredir e insultar.
Las izquierdas ya no quieren defender la ley para que todos estemos arropados por los mismos derechos, sino torcerla para beneficio de políticos amigos y corruptos. Si  hasta otro sociólogo, abonado a las rotundas palabras diarias, manifestó en estos días que la “pura legalidad” puede ser nefasta.
Las izquierdas ya no quieren proteger a todos, Hoy prefiere proteger a los maleantes.
Las izquierdas ya no saben cómo gobernar. Hoy son solo un conjunto de incompetentes que hasta se los llevan puestos los narcotraficantes. Santa Fe por caso. 
La pregunta que me queda es: que falta para que aparezca un Bolsonaro y la gente lo apoye?
Sería bueno que los “comunicadores” les pregunten que les parece a las Pampitas y a las Sarlos y a toda la fauna que suelen promover por televisión.

lunes, 3 de septiembre de 2018

QUE PASA EN ARGENTINA?


Día tras día, entendidos, analfabetos, periodistas ágrafos y  cualquier tarugo con twiter, nos profetizan sobre lo que va a ocurrir con la cotización del dólar y con la suerte de la economía argentina. Sobre cuando va a terminar esta inestabilidad que parece no tener fin.
Claro que la inestabilidad económica de la Argentina tiene una explicación bastante sencilla. O varias explicaciones elementales.
Por de pronto nuestra economía, en términos relativos, es muy pequeña. Y no produce la cantidad de dólares necesarios para pagar lo que gasta. No teniendo un mercado de capitales, tiene que recurrir a inversores y financistas extranjeros para cubrir la brecha. Por lo que el déficit de cuenta corriente siempre es fenomenal. Todo producido por un gasto público que excede lo razonable para un país de sus dimensiones.
Tratándose entonces de un país marginal, mientras la economía mundial esté calma y la tasa de referencia americana baja, el mercado le juega algunas fichas para completar una cartera y obtener ganancias especulativas. Eso les permite agregar a los que manejan el dinero una pequeña alegría para sus clientes y también para sus familias al cobrar el bono de navidad.
Y es tan marginal esta inversión que hasta le tienen bastante paciencia a la Argentina, sabiendo, reitero, que solo se trata de una ficha.
Pero cualquier vientecillo los lleva  a salir rápidamente y retirar sus dineros.
Por qué?
Por varias razones. Primero por la mala prensa que tiene el país, causado por el desastre de décadas de su economía y su record de incumplimientos.
En este sentido, parece que en una lista de 200 países, el  Congo encabezaba el ranking de los que más tiempo habían sufrido recesión; la Argentina ocupaba el segundo lugar, seguido por Irak, Siria y Zambia. Y en   otros cuadros del desempeño económico mundial, los argentinos aparecíamos una y otra vez dentro de los renglones más calamitosos. Como nuestro record inflacionario.
No me consta que estas estadísticas sean exactas, pero que ya existan resulta suficiente para acojonar al más arriesgado.
 Segundo la pobre realidad de su economía, sustentada en la producción de commodities. Al punto que una sequía o una inundación nos priva de los dólares indispensables para parar la olla. Nada varió desde que mi abuela sentenciaba que a la Argentina la salvaban una o dos buenas cosechas. La falta de una industria exportadora. Y la falta de inversores genuinos en un país dominado por gremios atávicos, por impuestos y gabelas desmesuradas para un país que necesita atraer inversiones, por políticos insaciables, por vagos buscando algún curro o algún conchabo y por listos siempre dispuesto a vivir de lo ajeno. Tercero sería el pobre nivel educativo, que se manifiesta en la falta de trabajadores preparados no ya para el siglo XXI sino para el siglo pasado. Cuarto es la pobreza intelectual e indecencia de su clase dirigente. Porque  cuando durante diez años la soja pasó a valer 600 dolares y el petróleo 150, no solo no mejoraron la educación y la infraestructura sino que se robaron todo, dejando al país peor que antes.
Para entender la estructura de la economía argentina basta ver los kioscos
Dos ejemplos al pasar. Ejemplos que no tuve que escudriñar para encontrarlos. Porque hay uno en cada esquina.
Transferir un automóvil cuesta el 7% de su valor. Si. Escuchó bien. Un trámite que, en Estados Unidos, por caso, se realiza mediante un telegrama.
Y naturalmente que cuando el presidente Macri o alguien de su administración planteó la necesidad de eliminar el sistema de Registros del Automotor, sistema que funciona como una prebenda para distribuir entre los políticos, el periodismo y  los acostumbrados cantamañanas pusieron el grito en el cielo. Es que van a dejar en la calle a 6.400 personas!!
Claro, de eso se trata. Porque estos posibles cesantes y el Estado naturalmente, se llevan  una cifra equivalente, más o menos, claro, a la utilidad de las empresas fabricantes de vehículos. Escuchó bien?
Que mi cómputo es exagerado? Que va. Podrá ser algo inexacto, pero para nada exagerado.
Otro ejemplo que queda a la mano es el de los abogados. De los que egresan de la facultad alrededor de diecinueve mil por año. A costa de los contribuyentes. No voy a contar que en el mismo periodo parece que egresan algo así como diecisiete ingenieros hidráulicos y veintiocho ingenieros en petróleo. Ingeniero más, ingeniero menos.
Claro, como todos los abogados no pueden comer del mismo plato, tuvieron la célebre ley de aranceles para que los ciudadanos de a pie les aseguraran el tentempié. Ley eliminada durante los años noventa.
Pero oh! sorpresa. Ahora han logrado la aprobación de la legislatura de la ciudad de Buenos Aires de una ley que les permita volver a sacralizar como de “orden público” su arancel de honorarios
O sea que de nuevo a la calle a embocar viandantes inadvertidos.
Por eso la aparición de un gobierno como el actual que quiere revertir la situación solo merece una palmada en la espalda, porque cualquiera que conozca la Argentina, aunque sea por referencias, sabe que, seguramente más temprano que tarde, después de este gobierno vendrá nuevamente el peronismo, aunque sea representado por un peronista decente, ese animal imaginario.
Así que a convivir con lo que hay. Y no andar preguntando más cuando termina esta inestabilidad económica. Porque lo más probable es que no termine nunca.
Y al que no le gusta, que se vaya a “zurcir el orto”, en el léxico académico de una ex presidenta. Porque estamos “como el orto”, según educada afirmación de otro ex presidente del mismo palo.
Como señala Alejandro Borenstein, un destacado columnista, se ve que el peronismo está atravesando lo que en psicoanálisis se denomina “fase anal”. Se da en los niños entre dos y tres años. pero parece que a estos les agarró de grandes.
Y quieren volver por más.

miércoles, 15 de agosto de 2018

LA MARQUESA DE LAS BRAGAS ROJA



Otra novela de intrigas y realidades de Alejandro Marin disponible en KINDLE AMAZON.

El asesinato de un español de solera ocurrido en Cádiz, convoca a nuestro amigo Jordi Gonorria, ocasionalmente en España como profesor visitante en la universidad Carlos III de Madrid. Economista aficionado a la buena mesa y a los buenos tragos. Y al gusto por explicar lo que parece inexplicable.
Para poner en claro el disgusto, recorre la genealogía del difunto, desde  antiguos avatares de la historia de España y de las monarquías hasta la trágica guerra civil. También sus correrías por Cuba, que termina en una mirada sobre la Cuba de nuestros días. Esperando encontrar en las circunstancias del ayer las explicaciones del hoy.  
Indaga sobre su participación en recientes y conocidos descalabros financieros y en sus muy particulares relaciones familiares. Y hasta en las sorpresas que puede dejar una partida de bridge.
En pos de esta búsqueda, nos lleva por España acompañado por los amigos de siempre y por los que se van incorporando en la travesía. Desde personajes literarios hasta figuras que se vuelven entrañables.
Esta narración es también un homenaje a los verdaderos libreros que, con su profesión, fomentan nuestra afición. Y con su erudición nos ayudan a buscar y encontrar esos duendes generosos que guardan las letras de los libros. Por estos días acorralados por las regalerías con pretensión de librerías y por los artefactos tecnológicos que arrima la modernidad.
Una narración plena en misterios, fantasías, alegrías y angustias. Como siempre resulta la vida para quienes se animan a plantarle cara.





domingo, 12 de agosto de 2018

FERCHO


Nunca resulta analizar y opinar sobre los hechos apenas ocurren. A poco uno va descubriendo todas las facetas que la luz de la novedad no le permitió apreciar. Todos los aspectos que lo constituyen, que le dan sustancia. Y, lo que es peor, todo lo que parecía y no era.
No es bueno apresurarse. Para nada bueno.
Pero este mayúsculo escándalo que está entreteniendo a los argentinos – o a un número seguramente importante de argentinos – no solamente resiste, sino que más bien merece una mirada en caliente. Mientras los colores de la explosión estén prendidos. Dejemos las consecuencias para después. Si las hay.
No se trata de hablar de las cosas que los más o menos enterados ya conocíamos o suponíamos con casi certeza. Ni como terminará todo. Sino ver como arde en la hoguera la hipocresía que sabe arropar a nuestra sociedad, Eso es lo notable. Eso es lo que vale la pena destacar. Y para ello no se necesita esperar.
Porque esta hoguera resulta ser una verdadera cloaca por la que transitan no solo los ladrones metidos a políticos sino lo empresarios metidos a ladrones. O ladrones metidos a empresarios. O empresarios en su estado puro.  
Ya resulta difícil saber que va primero. Y quien es quien.
Solo sorprende la dimensión del desenfreno y la corpulencia del descaro. Sorprende, en fin, el tamaño de la cloaca. Y la intensidad de su tránsito.
Pero no puede ocultarse que por ella transcurren (imos) también, aunque tapándose la nariz, el ciudadano de a pie. Que sabe, sospecha, se imagina y acepta. Porque finalmente se mimetiza y adopta (amos) el aspecto de su entorno. Mal que nos pese, la realidad siempre ha sido maleable
“Y bueno, las cosas son así”, “roban pero hacen”, “que querés que hagan los empresarios, no tienen más remedio que ponerse”…Quien no ha escuchado estas excusas en cercanías.
Salvo excepciones, de una u otra manera todos vivimos en la impostura. Y la pus salta por donde apretemos. O no es parte de la infección que los abogados hayan logrado la aprobación por los diputados de una ley que les permita volver a sacralizar como de “orden público” su arancel de honorarios? Y lo pongo solo como ejemplo reciente, porque la lista de pústulas parece inagotable.
Como va a terminar todo esto en el país donde todo, invariablemente, termina mal?
Esa es otra historia. Y tiene otro precio.


miércoles, 11 de julio de 2018

HABLEMOS TAMBIEN DEL ABORTO



El aborto es un tema que, por estos tiempos, cruza la sociedad argentina. Y se trata de una materia que no da para tomarla a la ligera.
Porque lo primero que uno ve cuando mira es – o parece, según dicen los entendidos – que a poco de juntarse el óvulo con el espermatozoide se produce el milagro.  No dicho milagro en sentido religioso sino como el prodigio, el misterio insondable que significa la aparición de una vida.
Claro. La primera reacción es pensar en cómo a alguien se le puede siquiera ocurrir segar ese existir incipiente. Existir indefenso, a medio camino entre el misterio de aparecer y el enigma de ser. Y claro que también se alzan las voces en defensa del indefenso.
Esto es lo que veo. Y escucho que hay gentes a favor de despenalizar el aborto y gentes que piensan todo lo contrario. Y no me gusta nada el ruido que oigo. Voces sesgadas, exaltadas, intolerantes, vocingleras, ofensivas. Ruido, mucho ruido, de uno y otro lado. Como si el aborto no fuera una tragedia personal para el que lo transita sino un partido de futbol.
De un lado los radicales y radicalas  del pañuelo verde, usándolo para ir más allá del tema en cuestión y hacer valer sus pareceres ideológicos y regustos personales.
Las mujeres miembros de este colectivo consideran que pueden abortar a su antojo porque se manifiestan dueñas de su cuerpo. Como aquél que le prendió fuego a la casa porque le pertenecía, con el abuelo adentro y todo. Y como si no tuvieran ninguna responsabilidad por ciertos actos o errores. Total, los paga otro.
Y dejando interrogantes no despejados porque son muy poco hablados. Por ejemplo, si el que aportó el espermatozoide no tiene algo que opinar al respecto. Al mismo que le reclamarían su aporte para alimentos si el por llegar llegara a nacer.
Y de este lado del mostrador el fervor de los que se oponen. Que básicamente tiene su cuña en los creeres religiosos. Y está muy bien. Cada uno tiene el derecho de creer en lo que le apetezca. Pero no tienen derecho a descalificar a los que ven las cosas de otro color. Ni a escamotear la realidad. Porque la realidad es que muchas mujeres han muerto, mueren y seguirán muriendo merced a los abortos clandestinos.
Los “barras brava” de esta tribuna son los personeros religiosos, quienes piden, recomiendan, amenazan y extorsionan desde los púlpitos. Pareciera que más que bogar por las  víctimas inocentes, bogan por mantener retazos de un poder que se les escurre entre los dedos. Ya irremediablemente.
Cuando se han opuesto, estentórea y sistemáticamente, a todo intento de promover la educación sexual. Y al uso de preservativos u otros artilugios como forma práctica de tratar de evitar embarazos no deseados. Y correspondientes abortos.
De lo que se trata acá, para poner el tema en contexto, es de mantener la penalización del aborto u optar por su  despenalización. Pensando y tratando de no hacer ruidos que confundan. Aunque como señala un señor Navarro Viola, para más datos profesor de la Universidad Católica Argentina (UCA), “el aborto está despenalizado de hecho, porque no hay mujeres presas por abortar”.
Y parece que es así, porque los casos que se conocen durante los últimos años se pueden contar con los dedos de una mano, en un universo de cerca de 450.000 abortos clandestinos por año. Número brindado por el ministerio de salud pública. Pero que siempre se debe tomar con cuidado, porque entre las primeras víctimas de la intemperancia se encuentran las estadísticas.
Esto por lo menos indicaría que casi nadie se anima a ponerle música a la letra de la ley. Y que alguien bien podría decir que se trata de una norma penal en desuso, derogada por la costumbre. Aunque a muchos expertos no les cuadre una definición de estas características.
Más parece que esta norma penal para lo único que sirve es para barrer la mugre debajo de la alfombra, olvidándose de ser muy activo en la educación sexual. Y para promover las mafias de médicos y manosantas abortistas que dejan no se cuántas muertes por año.
En definitiva, cabe concluir  que si se deroga la norma penal, las mujeres que deciden abortar seguirán abortando, pero al menos no morirán en el intento. Porque en los países que legalizaron el aborto, también parece que la mortalidad materna bajó drásticamente. Lo cual suena lógico.
Esto es lo que me parece. Por ahora. Porque al haber vidas ajenas involucradas parece un tema lo suficientemente serio para andar pensándolo y no andar repitiendo consignas y pintando paredes. Y poniéndose pañuelos de colores.


domingo, 8 de julio de 2018

HABLEMOS DE FÚTBOL




La participación del seleccionado argentino en los mundiales parece que no fue todo lo buena que se esperaba.
Así lo cuenta una multitud de opinadores seriales, que nos ofrecen sus pareceres en las emisoras de televisión dedicadas al deporte, así como en las demás que ofrecen otros programas.
Con relación a los primeros, cuesta creer que alguien les pague un sueldo o lo que sea por repetir sandeces. Hasta en algunos casos con dificultades para expresarlas.
Y en el segundo grupo se encuentran los mismos indocumentados que ha poco dictaminaban sobre el aborto y más tarde sobre la cotización del dólar, actividades que dejaron para abocarse a la experiencia futbolera con parecido desenfado.
También, claro, pudimos asistir a las vergüenzas que dejaron los argentinos a su paso por Rusia. Y al acertijo lingüístico de jugadores, técnicos y dirigentes argentinos para explicar lo que, para ellos, ha sido una verdadera tragedia.
Mire usted. Un simple juego de pelota.
Pero lo que otros pudimos apreciar ha sido el fenomenal fracaso cultural que ha representado este evento.
Basta para ello escuchar las declaraciones del entrenador del equipo del Uruguay y de dos de sus jugadores.
Nos faltó lo que le falta a cualquier equipo cuando pierde: superar al rival. Francia fue superior, nos ganó bien y hay que felicitarlo.
El fútbol es el único deporte colectivo en el que el débil le puede ganar al más fuerte y por eso tenemos que valorar lo que han hecho estos muchachos y debemos entender que aquí se viene a participar con alegría.”
Alegría y satisfacción que también expresaron – y hablando de corrido – dos jugadores de su equipo.
Así que este es el partido que perdimos. Porque el fracaso deportivo – si se puede calificar de tal -  siempre da revancha.
A diferencia del fracaso cultural. Que no da revancha.
Da pena.


sábado, 12 de mayo de 2018

EL PAíS DE LOS SABIOS


Los recientes y parece que todavía vigentes cimbronazos financieros,  le han dado tema a una multiplicidad de programas de televisión. Acostumbrados los argentinos a vivir en la coyuntura, sin pasado reconocible ni futuro previsible, este episodio resultó magnífico para que un conjunto de opinadores seriales muestren sus creeres sobre las causas y consecuencias  de episodio tan preocupante.
Y nadie quiere quedarse al margen de tan estupenda oportunidad de sobresalir.  Aunque carezcan de las incumbencias necesarias para, no ya opinar sobre el particular, sino para entender de que va la cosa.
Porque la jauría está integrada no solo por periodistas en serio, los casi ningunos, sino por todo aquel que logra tener un cacho de pantalla. Ya sea locutores, entusiastas animadores y animadoras , los siempre presentes expertos, llámense politólogos, cronistas policiales, peritos en todas las ciencias o en lo que sea, encuestadores  que pareciera que viven en la calle preguntando,  los que quieren sobresalir, destacarse como el más vivo sin saber que están  haciendo del más tonto,  conductores de programas múltiples, la mayoría cronistas de futbol reciclados. En fin, toda la fauna que  abate la televisión local, tan bien calificada por Gerard Depardieu como pornográfica. Para el que se queda corto en entenderlo, por mala, no textualmente por mostrar gentes amontonadas en poses voluptuosas.
Hace horas nomás, todos estos muchachos y muchachas  estaban dictando cátedra sobre el aborto. Tema que han abandonado de urgencia para caerle a este.
Y todos han llegado a la conclusión que los miembros del gabinete del presidente Macri no tienen la preparación necesaria para acometer la tarea encomendada. Que además les falta “cintura” política para la faena.
Claro que alguna razón tendrán. Porque el presidente del Banco Central apenas es una rata de las bibliotecas de  Universidad Nacional de La Plata donde se recibió, de la biblioteca del MIT, donde se doctoró  y de la de  Harvard, donde enseñó.
Y el ministro de Hacienda, solo fatigó las bibliotecas de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad de California. Y de la  Universidad Torcuato Di Tella para hacer su doctorado.
Así que alguna razón habrá que darle al que se destacó como el relator de la campaña de Boca Juniors por radio Mitre.
O a quien tiene como antecedente haber sido reportero del programa  Indiscreciones.
O a los que comenzaron sus largas trayectorias en el periodismo deportivo, como reporteros y comentaristas de  partidos de futbol.
O a la comenzó su rutilante carrera mostrando el culo.
En fin, a todos los recibidos en la universidad de la calle, que nos ofrecen esa sabiduría tan argentina.
Pero no hay que alarmarse. Muy pronto todo el pelotón cambiará de tema y abordará el campeonato mundial de pelota pronto a comenzar en Rusia.
Y de resultar ganador el equipo argentino, las pantallas se inundarán de alegrías y de reconocimientos. Que nos permitirá comprender finalmente lo magnífico de este país, casi el mejor del mundo, que no puede llegar a su cenit por culpa de Estados Unidos y  el FMI. Y  de Domingo Cavallo naturalmente.
Y los ganadores de tan magno evento serán convocados a las pantallas de televisión para explicar, con su verba intermitente, si está bien o mal abortar y porque sube el dólar.
Claro que si la fortuna no los acompaña y resultan eliminados, las consideraciones serán otras.
Nuestros expertos en todo le caerán a los referis, a los jugadores, al director técnico. Y sobre todo a Messi, que será calificado de pecho frío.
Y finalmente al principal responsable, al presidente Macri, cuya falta de cintura política y su pobre personalidad le impidió influir en el nombramiento de un director técnico como la gente, que llevara a nuestra selección por senderos más venturosos.
Bueno, al fin y al cabo, no es más que un ingeniero.

PARECE QUE LOS JUECES ARGENTINOS NO ESTAN SOLOS.


Legítima defensa y otros fascismos
Arturo Perez-Reverte  

Diario El País España


Escribo esto un poquito condicionado, porque casi nunca tuve suerte con la justicia y los jueces en España. Mi experiencia es poco satisfactoria. En los años 80, tras un reportaje sobre la ultraderecha, un juez que tocaba esa música me quiso empapelar por mencionarlo, aunque luego, tras apelaciones y recursos, todo quedó en nada. Peor suerte tuve cuando un individuo pretendió sacarme 80.000 mortadelos acusándome de plagio, y tras ganarle tres juicios se dio la casualidad de que el último cayera en manos de una compañera de profesorado en la misma universidad, puerta con puerta, del abogado de mi parte contraria (naturalmente, nada tuvo que ver eso con la sentencia; lo cuento sólo como simpático y superfluo detalle costumbrista). Hasta el episodio más reciente tiene su puntito de recochineo judicial: un miserable que me cubrió de calumnias fue absuelto porque, aunque se reconocen en la sentencia las mentiras y las calumnias, según el texto yo soy personaje conocido pero el calumniador no lo es; y eso le da perfecto derecho a inventar y publicar un currículum chungo con absoluta impunidad. Lo punible, claro, habría sido lo contrario. Que yo me ciscara en su puta madre. Ahí sí me habrían sacudido bien, sus señorías.
Con el ánimo templado por tan deliciosos antecedentes, y otros que omito por no aburrir –una vez gané un juicio en Canarias, pero tardé meses en creérmelo–, leo la sentencia sobre el anciano de 83 años al que un jurado popular se ha pasado por la piedra por matar a uno de los dos ladrones que asaltaron su casa. Por suerte para el matador, me digo, no era personaje conocido; porque en tal caso tal vez le habría caído una temporada más larga y ejemplarizante. Pero tuvo suerte. Como se trataba sólo de un abuelo que no escribe novelas ni firma artículos ni sale en la tele, que dos facinerosos se le metieran en casa y le dieran una buena estiba a él y a su anciana esposa, y que él agarrara una pistola y –a sus 83 años, insisto– le pegara un tiro a uno de ellos, y luego le pegara otro tiro más, le ha costado sólo dos años y medio por rápido de gatillo. El abuelo «podía haber utilizado otras alternativas igual de efectivas», dice la sentencia; como, por ejemplo, «la mera exhibición del arma o efectuar un nuevo disparo al suelo en espera de disuadir al asaltante». Así que, bueno. Eso. Treinta meses de talego de los que sí se cumplen. Si no lo indultan antes, saldrá con 86 tacos de almanaque y podrá, reintegrado al fin a la sociedad contra la que obró, rehacer su vida.